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Las sonrisas de oro Hay pueblos que no ríen. La alegría parece ser en ellos cosa desconocida. El que alguna vez la siente, la esconde como el que esconde un tesoro. Yo he visto países enteros donde en vano buscaríais, con afanosa mirada, la más imperceptible sonrisa. Desde que entráis en ellos, hasta que los dejais, no véis sonreir nadie; sólo halláis vuestro paso rígidos labios, frentes sombrías y rostros inmóviles.
El amo, el señor, el dueño absoluto de uno de esos pueblos que no ríen, tuvo en cierta ocasión la humanitaria idea de hacer penetrar entre sus súbditos un rayo de alegría. Llamó una mujer medio artista y medio bohemia, que andaba por un país vecino regocijando a las multitudes con sus bailes y sus canciones, famosa sobre todo por una sonrisa 315 Volcán de Pos. Excursionistas huyendo en momentos de una erupción Fot. Max. Rudin llena de seductora gracia, sonrisa de encanto irresistible, que sólo ella poseía, ante la cual, como por arte maravilloso, desvanecíanse las más negras tristezas y las más hondas pesadumbres.
Concedióle el lucrativo privilegio de cantar, de bailar y de sonreir en improvisados teatros, por ferias, mercados y plazas públicas, haciendo pagar la deleitosa admiración de sus gracias peregrinas, y pronto las gentes corrieron tras ella pagando cuanto era preciso por gozar de la indefinible dicha con que alegraba sus corazones aquella sonrisa fascinadora, Estendióse por todo el país rápidamente su fama, y de los más lejanos confines del territorio acudían nuevas gentes, ansiosas de un po1344
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