Guardar

del Regimiento) se atreviera jugar con su prestigio, sintió que el acero de suz nervios vibró coma un cordaje de arpa tocado bruscamente.
Aquella hermosa noche de blanca luna, dos aguardaban la señal de la reja. Raúl, impaciente, paseando la acera, manchando en el suelo la blancura de la luna con su sombra que se alargaba negra, y más allá, en el hueco de una puerta, el viejo Coronel, trémulo de indignación.
Tremoló el blanco pañuelo como bandera de paz, y desde su escondite, vió el Coronel la sombra del Teniente alargarse y cruzar la calle. La nota del amor vibró en los aires; el beso sonó dulce, callado, enloquecedor y al eco blando siguió otro duro, seco, fatídico: el ruido que hizo la mano del Coronel al dar en la mejilla del joven tremenda bofetada. Raúl, loco de ira y vergüenza disparó su óly sin ver siquiera al intruso que cayó de espaldas; y la luna, indiferente, siguió cruzando el cielo, derramando su floración de luz sobre el pecho del muerto constelado de cruces y medallas.
AMÉRICA San José, febrero de 1906 Para tí.
Para Páginas Ilustradas Si eres la estrella que alumbró mi cielo En la noche sin luz de mi camino, Déjame que hasta tí levante el vuelo que me inunde en tu fulgor divino.
Si eres puerto de paz y de consuelo En el mar de mi vida borrascoso, Deja que mi extraviado barquichuelo En tus playas encuentre su reposo.
Si eres flor impregnada de perfume De mi vida en los ásperos abrojos, Deja que la pasión que me consume Sacie en el cáliz de tus labios rojos.
Que yo te ofrezco en cambio tus fulgores, tu playa tranquila y tus consuelos, Las caricias de todos mis amores las flores le todos mis anhelos.
LUIS HINE Febrero 22 de 1906 1359

    Notas

    Este documento no posee notas.