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Piedras preciosas Ahí estaba en la tiendecita de Bassot, rue de la Paix, deleitando los ojos con el brillo de las piedras aglomeradas sobre el vidrio del mostrador por las manos del aristocrático joyero.
Del gran Balzac cuentan que enamorado de los visos rosados de dos perlas gemelas, trabajó un año para adquirirlas; de Richelieu moribundo, que hundía las flacas manos en el cofre rebosante de pedrerías y que al hacerlas brillar se le iluminaban los apagados ojos. Sirvanme conmigo mismo de excusa tan ilustres ejemplos para disculpar mi pasión, superior a la de ellos por vosotros, misteriosos minerales más sólidos que el mármol, más duros que el metal, más durables que las humanas construcciones, más radiosos que la Fot. Pynter Roberto, Guillermo, Daniel Raul, Alejaniro, Enrique y Arturo Troyo Monestel luz que reflejáis centuplicándola y colorándola con los matices de vuestra esencia oh piedras rutilantes, espléndidas invulnerables, vívidas gemas que dormisteis por siglos enteros en las entrañas del planeta, delicia de los ojos, símbolo y resumen de la riqueza humana!
Los diamantes se erizan y brillan como gotas de luz; semejan pedazos del cielo del trópico, en las noches consteladas, los oscuros záfiros. Tú, rubí, ardes como una cristalización de sangre. La esmeralda ostenta en sus cristales luminosos los verdes diáfanos de los bosques de mi tierra.
Tenéis vos1457
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