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ANA. Pero cuando se es dependiente. JUAN. Es verdad Desearía ser completamente libre!. pero.
usted. por qué toma la defensa de los otros?
ANA. Porque los quiero también ellos con amor sincero (pausa. Varias veces me dijo usted que presentía un estado de comunidad más noble entre el hombrey la mujer.
JUAN (con calor y pasión. Sí, lo presiento y existirá un día. Entonces no será el bruto quien ocupará el puesto principal entre los hombres. No se unirá el animal al animal sino que se juntará el sér pensante al sér pensante. La amistad será la base sobre la cual se fundará ese amor indisoluble. Yo presiento algo todavía más alto, más noble, más sublime. se interrumpe y mira Ana. Si no estuviera tan oscuro, señorita, habría sorprendido una sonrisa en sus labios. He adivinado?
ANA. Señor Doctor, no; esta vez no he sonreído. Es cierto que al oir esas palabras se despierta en mí algo de ironía. Pero, admitamos que en nuestras relaciones ha habido ideales altos y nuevos.
JUAN (turbado. lo duda usted. Debo presentarle pruebas. Siente usted por Catalina otra cosa que no sea una tierna afección. Mi afecto hacia ella se ha disminuido? Al contrario, se ha hecho más fuerte y más profundo!
ANA. Pero, quién, después de mí, lo creerá. eso impedirá que Catalina sucumba?
No me gusta hablar de nosotros dos. Admitamos que ese nuevo estado de perfección sea comprendido por todo el mundo.
Siempre es el germen delicadísimo de una plantità débil que es preciso rodear de cuidado. No lo cree usted así, señor Doctor? Pues bien, el objeto de una vida puede ser el de cuidar esa planta y dejarla nuestros hijos ya más fuerte y dispuesta a la lucha por la existencia.
JUAN. de eso deduce usted que debemos separarnos. si Catalina se reanimara, si pudiera levantarse a la altura de esta hermosa idea. ANA. Si Catalina se reanimara y. viviéramos los tres juntos. entonces. yo no tendría confianza en mí misma como no la tengo ahora. Hay dentro de mí como hay dentro de todos algo que lucha incesantemente, con las nobles aspiraciones y podría. quién sabe. talvez llegar vencer, señor Doctor SRA. VOCK. viene por la puerta que da a la escala con una lámpara no encendida en la mana. Habla volviéndose hacia atrás. Esto está muy oscuro.
Encendere la lámpara. Espere un poco, señor Braun, haré de modo que parezca. Juan tose fuerte. Quién está aquí. asustada. JUAN. Nosotros, mamá.
SRA. VOCK. Eres tú, Juan?
JUAN. Nosotros, la señorita Ana y yo. Quién está allí fuera?
SRA. Vock. indignada. Debías haber encendido la lámpara. No me gusta. así en la oscuridad (enciende la lámpara Ana y Juan no se mueven. Juan!
JUAN. Qué deseas?
SRA. VOCK. Quieres venir conmigo un momento? Tengo que decirte JUAN. No puedes decírmela aquí, mamá?
SRA. Vock. Si no tienes tiempo disponible para hablar conmigo, dilo de JUAN. Voy en seguida. Ana) Con permiso, señorita (se va con la señora al cuarto de estudio, Ana toca el piano, canta en vos baja, acompañándoEntra Braun y ella deja de tocar. ANA (girando con la silla del piano. Buenas tardes, señor Braun.
una cosa.
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