Como interina providencia mandó dar de comer Diego y hecha una requisa entre la gente de bordo, halló ropa con qué sustituir la que aquél llevaba hecha una lástima, por su permanencia en la carbonera.
Comido y limpio el audaz joven y en presencia otra vez del que, después de Dios, era el amo a bordo, supusimos todos que debió repetir sus declaraciones y que estas debieron satisfacer y aun agradar al capitán, por cuanto aquella noche Diego fué instalado en una litera de tercera preferente y al día siguiente le vimos subir, acompañando al capitán, al cuarto de derrota.
Su suerte estaba decidida. La energía y templado temperamento de que dió pruebas eran propósito para la carrera de marino y el capitán tomó su cargo hacérsela seguir. Precisamente, el buen señor hacía poco tiempo que había perdido a su hija única, de edad próximamente igual a la de Diego y vió en éste una substitución hasta cierto punto. Él cuidó de enterar al padre del recogido, de obtener su consentimiento y. Cristo con todos.
Ya cerca de Puerto Rico, le pregunté un día Diego, que había simpatizado con todo el pasaje. Pero digame žno le da V. miedo esta carrera siempre llena de peligros y en que se lleva la vida continuamente expuesta?
Ca! me interrumpió todos los ciclones y los temporales y las nieblas y los mil y mil peligros que sin duda me esperan, son delicias y placeres compay rados con mi madrastra. Aquello sí, que es una tempestad deshecha!
Barcelona, Enº de 1906 CÉSAR NIETO En secreto Para Páginas Istradas Tú sufres, yo lo sé, lo he comprendido En el hondo azul de tu mirada; Ríes pero tu risa es un gemido, Lloras pero tu llanto escarcajada. a nadie le confiesas la inflamada Tempestad que con brazo enfurecido Te oprime el corazón. Sufres callada, Sin que viertan tus labios un gemido.
Haces bien en callar. El torpe mundo, Que juzga todo su capricho inmundo, Del ajeno dolor mófase impío.
Yo también sufro mucho, y sin embargo, Desde la hiriente cruiz de mi letargo, En vez de sollozar, callo y me río.
RAFAEL RUEDA 1748