Guardar

la que habitamos. Pero creer en la evolución regenerativa del todo por la previa evolución de las partes es cosa dice el chiflado en cuestión ya más posible y hacedera. Porqué, pues, no empezar por regenerarse el individuo, para que se regenere la familia, y la ciudad, y la nación y la sociedad por fin? ¿cuál de los individuos debe iniciar ese movimiento restaurador de ja salud del cuerpo y de la salud del espíritu?
Claro está que es el padre de familia el jefe de ésta en defecto, ausencia falta de aquél. Esa entidad, en vez de lo que ahora generalmente ocurre y que consiste en predicar aconsejar mucho lo bueno, practicando lo malo, porque así es el mundo y hay que vivir, debe inculcar sus hijos y allegados el deber que cada uno y todos tenemos de enseñar con el ejemplo, y el padre que tiene el hábito de trasnochar por vicio por costumbre, el de jugar, el de emborracharse, poca eficacia ha de hallar en sus sejos para que su hijo no le imite.
La madre fatua, remilgada y amiga de la ostentación, del lujo, de algo peor, perderá el tiempo inútilmente si aconseja la hija que vista modestamente y no coquetee. no le valdrá para el caso que encargue, durante una temporada, para estar ella con más libertad probablemente, maestras y preceptoras, religiosas laicas, que estén machacando con el martillo de máximas y oraciones en la cabecilla de la educanda. Un año de consejos no compensa la influencia de una noche de baile en que la mamá luce la vista de la hija todo el esplendor matronil de una belleza caduca vestida con la transparente y provocadora elegancia de la más refinada etiqueta. de otra suerte: tampoco ha de resultar más práctico el tratamiento regenerador que el albañil, el carpintero el labriego utilicen, haciendo pedazos su cuerpo y esquilmando su bolsillo, para que el hijo sea abogado, médico, ingeniero, munícipe diputado, pues también estas últimas son carreras lucidas y de público ornato. para que una vez conseguida la investidura vean la mayor parte de los favorecidos, en el humilde traje paternal un estigma deshonroso.
En resumen dice el chiflado quien tenga verdadero propósito de regeneración moral, que empiece por regenerarse él mismo predicando con el ejemplo y no aconsejando resignación al hambriento cuando el acaba de comer opíparamente.
Barcelona, septbre. 1906.
Cipor Nicta 1871

    Notas

    Este documento no posee notas.