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En Long Island, por ejemplo, hay un criadero que tiene el compromiso de entregar trimestralmente quince mil patos, dos mil pavos, ocho mil gallinas menores de dos años, 20 quintales de plumas y 50, 000 huevos. En el contrato se especifica que por cada ave o huevo que deja de entregar, pagará una multa de un dollar por cabeza o pieza.
Pero el dueño no ha faltado jamás sus compromisos, en los diez años que lleva de su singular contrato.
Para las damas Los detalles de la Toillette son los grandes reveladores de la elegancia de una mujer. El guante, el pañuelo, la bota, el perfume, todas esas mil cosas, insignificantes, al parecer, encierran la mayor importancia, El pañuelo es una de las prendas en que más se observan los gustos artís.
ticos de la dueña.
Si se encuentra un pañuelo en la calle un observador, podrá casi determinar el carácter de su sueño.
El pañuelo de una mujer rica, vulgar, deseosa de llamar la atención, estará recargado de bordados, con perfumes fuertes y anchos encajes. Una dama verdaderamente elegante y distinguida llevará pañuelo en el cual lo más notable sea la riqueza de la tela, la limpieza y el perfume sutil, casi imperceptible y delicadí.
simo, que lo rodea.
Prenda de amor, el pañuelo juega desde muy antiguo gran papel. Qué joven no guarda entre sus recuerdos el pañuelo que cogió un día de las manos de su adorada, impregnado en su esencia favorita?
Sobre la pérdida de un pañuelo levantó el inmortal Shakespeare su hermosa tragedia Nadie que haya leído Otello escucha la ópera de Verdi, podrá olvidar los gritos del desesperado moro pidiendo el pañuelo arrebatado la inocente infeliz Desdémona, Después de esta disgresión preguntarán con justicia muchas lectoras. Cómo debe ser el pañuelo Virtualmente ya lo dejo explicado; pero descenderemos los detalles.
El pañuelo de diario, el que se usa continuamente, debe ser de finísima batista blanca, sin más adornos que sus festones jaretón y las iniciales de la dueña, bordadas también en blanco realce.
Nada de adornos y colores en los pañuelos, basta con las iniciales mejor aún, una sola inicial, de esas letras largas y sencillas, que son tan elegantes.
Para mucho vestir, para salones, los lindos pañolitos de encajes, siempre blancos, que son verdaderas joyas. Los hay que cuestan muchos miles de pesetas.
Los de encaje de aguja, en fino holand. son los más ricos y distinguidos.
Juega papel importante el perfume en los pañuelos; hasta las mujeres que no perfuman su ropa llevan siempre esercias en ellos.
Aconsejo a las lectoras un solo perfume en toda la toillette. Hay que impregnar vestidos, lencería y pañuelos en ese perfume único; pero de un modo tan tenue que se esparza con delicadeza, con idealidad por decirlo así, como se desprende el débil perfume de la violeta.
Para esto, lo mejor es comprar el frasco de la esencia que se prefiere, muy concentrada, y guardarlo, mal cerrado, entre las ropas que se deseen perfumar.
El aire se impregna de olores y, como brisa perfumada, presta su esencia encajes y blondas.
Así impregnaba el gran Rossini sus ropas, de rosa, aunque el maestro abusó tanto de la esencia que llegaba producir neuralgias con el perfume más preciado de Oriente.
1980

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