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Por Caut GONZÁLEZ RUKAVAD la erSOFlorecimientos tempraneros iel inna SO COie ita re ti11111lia rere.
un sá ral de y go los lco jede los do lla Los La pequeña, una morenita de rosado entis cubierto por finísimo sello que a felpa ba lindamente las mejillas, se puso una falda de su mamá.
que le fomno gran cola y le dificulto el andar: cubrióse los hombros con la tolalla blanca del lavabo, envolvió su muñeca de trapo como un recién nacido, y tomándola en los brazos con muchos ninos, se fué contoncando al comedor donde había dispuesto en arco tres sillas para visitarlas. En cuanto llegó ellas las abrazó cual si realmente fueran personas; sentose en una arreglando coquetonamento la falda que extendida en el suelo parecía la cauda de una reina antigua. se acercó al pecho el nene de trapo que acababa de envolver, y comenzó a monologar largo y tendido ante las silletas cuya mudez parecia atención. Qué tal. Lola? Ud. Luisa cómo dejó a las criaturas?
Nosotros regular, sólo que sin sirvientes. igúrese que Miguelito cayó en cama y las muy indinas se fueron en seguida. El servicio de aquí está insoportable, ya no hay vida. Figúrese dejarme sola con esta y con el enfermo! Si parece que no tuvieran sentimientos. Mamá dice que no son raya lunana. Pues Miguelito le he hecho muchos remedios: va hoy no tiene calentura. Ay, si viera que trabajos estos pasando!
He tenido que cuidar al enfermo, barrer, cocinar. larar, remendar la ropa de papá, el! de mi esposo. Iyer. María estuvo en casa y nos c011to que le iban traer un chiquito. Qué dichosa, un chiquito de verdad.
de pura verdad. Esta mía no se deja tener gusto: arrú. arrúu, duétmase: llora mucho. Quién sabe si le duela el estómago. Ahorita pie vos porque dejé sola la casa y tengo que ir a preparar la comida. Qué lindo un chiquito. Cómo será que los traen: Tantas ganas de tener uno, pero nadie me dice cómo lo puedo conseguir. Mamá me prometió uno de carne y vivo. El otro día le dije 11001 cocinera de casa, que me regalara el de ella, y no quiso. Primero sí me lo dio; pero así que se fue me lo quitó a la fuerza. se lo llevó y nunca más lo be ruelto ver. Mamá dice que va pedir uno y que me lo regalará mí. Que encanto. El murmullo incesante del monólogo lo oía desde su gabinete la madre de aquella mujer en miniatura: y por observarla se vino sobre las puntillas y se colocó tras la puerta del comedor. El tema de conversa ción de su encantadora hija cra el mismo de siempre: la locura por los niñitos, la tendencia anticipada ser inadre. No dejo de divertirse la señora oyendo el eco de sus conversaciones propias en boca del botoncito de oro de su corazón, y saliendo súbitamente de su escondrijo exclamó placentera: Nina. llas hablado como una taravilla.
La muchacha corto inmediamente el hilo de su voz y se puso de pie para retirarse, pero su madre la detuvo cariñosamente añadiendo. Sí, hija, pediremos pronto un chiquito sólo para regalártelo a ti. duerno con él y lo envuelvo yo y tú no te metes con él. Sí, sí: es claro.
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