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Arqueologia costarricense ata, la ileza, etti, las la Pasy los mentos ía más nta en scheles París bosque, a cuyo entante le una áticas, uestas Los pueblos primitivos, semejantes a los niños de poco desarrollo intelectual, aceptaban fácilmente toda clase de teorias sobrenaturales para explicarse los fenómenos que más tarde las leyes astronómicas, la física del universo y la sociologia han venido convertir en simples manifestaciones de la vida humana en relación con el ambiente en que se desarrolla. Para exteriorizar sus ideas fantásticas se veian obligados los indios valerse de pinturas gráficas en que debían entrar los objetos para ellos conocidos como eran el Sol, la Luna, la Tierra, el fuego, el agua, el aire, los animales y las plantas que les eran familiares, aunque para dar a los animales cierta apariencia mitológica los desfiguraban veces, dotando los reptiles venenosos, por ejemplo, de piernas, de plumas y otros atavíos que los diferenciasen de las especies por ellos conocidas.
Dicen los indios Salivas que el Puru envió a su hijo desde el cielo matar una serpiente horrible, que destruia y devoraba las gentes del Orinoco, y que realmente el hijo del Purni venció y mató la serpiente, con gran júbilo y alegria de todas aquellas naciones, y que entonces Purl dijo al demonio: vete al infierno, maldito, que no entrarás en mi casa jamás. I) añaden, que aquel consuelo les duró poco, porque luego que se pudrió la serpiente, se formaron en sus entrañas unos gusanos tremendos, y que de cada gusano salió, finalmente, un indio caribe con su mujer: y que como la culebra serpiente fué tan sangrienta enemiga de todas aquellas naciones, por eso los caribes, hijos de ella, eran bravos, inhumanos y crueles, Esas tradiciones corrían de pueblo en pueblo. Por eso no es extraño que nuestro Museo No. 9, 122. Vaso sagrado de los chorotegas Nacional conserve entre su rica colección de cerámica la pieza número 9, 122 que podemos considerar como un vaso sagrado de los chorotegas, procedente de las sepulturas indígenas de Nicoya. Este vaso mide 18 centimetros de alto por 10 de diámetro en la boca; hacia el centro se dilata mucho manera de tinaja. Sus dibujos en colores, blanco, rojo, amarillo y negro, representan la lucha de un reptil con un guerrero armado de hacha desproporcionadamente grande; la figura humana tiene cabeza de gavilán, con un penacho en forma de hacha, semejante la que empuña con ambas manos: ese penacho se halla tendido sobre la espalda desde la cabeza hasta la altura de las caderas.
Este vaso parece ser la expresión gráfica de la tradición conservada por los indios del Orinoco, de que el hijo de Puru bajó del cielo, para destruir el poder (1) El Orinoco Ilustrado, por el Padre José Gumilla. Año de 1745. Tomo página 125.
2271 orio Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica
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