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Gotas amargas (11. Tú que me amaste, acércate y contempla el triste cementerio, donde hay muertos que moran dentro el alma sin lágrimas, sin flores y sin besos.
Aun tienes corazón? Ven a mi lado, pon tu oído en mi pecho y escucha como crujen y tiritan en su tumba olvidados los recuerdos.
Una noche tus labios me juraron. Si yo no he de ser tuya, mejor muero. pasaron los días, me olvidaste, y pasaron los años, lentos, lentos. todos los recuerdos sepultados son ¡ay! los pobrecitos esqueletos que envuelve en el sudario de sus nieves un implacable invierno.
Resuenan en mi pecho los latidos del corazón, que oscila ya muy quedo, como el eco de funcbre campana que triste toca muerto.
Para el amor es dulce la quimera si se lleva en el alma mucho fuego: y amarga la existencia, si marchiua la flor de los ensueños.
Cuando el sol de la vida va extinguirse el cielo exhibe sus celajes bellos: y es sólo un espejismo que deslumbra mientras avanzan nubarrones densos. Tanto me odias cuanto más te adoro. Qué importa tu desprecio si muertas mi ilusión y mi esperanza sólo en la muerte espero. Así dijo el poeta Rosalina, la de los ojos negros, que oculta en sus miradas un abismo fatal como la boca de un infierno.
Su labio enmudeció; y en su delirio, ya vacilante el cuerpo, quiso besar las manos de la ingrata y sus pies cayó muerto.
Daniel Dreña 6276 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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