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las letras, limitación que quizás esté de sobra en este momento, porque con este nombre: el arte, hemos venido a designar por antonomasia la expresión del pensamiento cuyo agente material es la pluma. Es, por otra parte, ocioso decir igualmente que el ejercicio de las letras contribuye más que ninguno otro arte la propagación de la cultura humana en todas sus formas. Mientras más se extienda y perfeccione, por lo tanto, el cultivo de la literatura más hacedera, más eficaz y más noble será la labor trascendentalísima que le toca hacer al pensamiento humano en la lucha por el mejoramiento social.
Entre nosotros ha habido siempre cultivadores delas letras, y algunos de estos las han cultivado sin duda con brillantez y con gloria; pero no poaríamos decir con exactituā que ha habião literatos entre ellos, porque este nombre no sólo implica la posesión de conocimientos generales en el ramo de literatura sino también el ejercicio profesional de las letras; y nadie ignora que el arte de escribir está lejos, muy lejos, de constituir entre nosotros un medio posible de subsistencia. Los que aquí cultivan el arte lo cultivan, por consiguiente, por modo absolutamente desinteresado; por pura afición, mejor dicho, y con las intermitencias que despiadadamente impone la necesidad de acudir oficios más prosaicos para ganar el sustentos para atender menesteres de otro orden, pero siempre ajenos a la literatura.
En este sentido, tiene que ser, por lo tanto, muy escasa la influencia que el arte viene ejercer en el movimiento social de la República; otra cosa sería, sin embargo, si los cultivadores del arte se reuniesen 3301
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