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José Angel Manrique (Extracto hecho por Noriega, de la Historia de la literatura colombiana de Vergara y Vergara. Para Páginas Ilustradas)
le te 1SA mediados del siglo XVIII florecían en Santafé de Bogotá las ciencias y las letras, y sus ilustres cultivadores se reunian en centros.
fundados su particular iniciativa.
Uno de estos círculos se reunía en casa de doña Manuela Santamaría de Manrique. Oigamos la relación, que en la Historia de la literatura colombiana, hizo don José María Vergara y Vergara, este respecto. Esta tertulia se llamaba El buen gusto. Doña Manuela, no era solamente literata. sino naturalista. Tenía un valioso y curiosísimo gabinete de historia natural formado y clasificado por ella misma. De noche se llenaba su salón con todos los literatos de Santafé y pasaban la velada entretenidos, en ejercicios literarios, en que tomaban parte doña Manuela y sus dos hijos Tomasa y José Angel, que estaban en su primera juventud; Ulloa, Madrid, Salazar y los Gutiérrez, eran de los más asiduos asistentes.
Doña Tomasa tenía más talento aún, que la madre, dice en La Bagatela, el doctor Estanislao Vergara. Murió soltera y no se conserva de sus versos sino una poesía muy mediana, imitación de una oda de Safo.
Don José Angel, nació en 1777 y estudió en el Colegio del Rosario.
En la conspiración de 1794, fué perseguido juntamente con Nariño, Zea y sus demás compañeros. Su extrema juventud lo salvó de ser remitido España: preso quedó en esta ciudad, bajo fianza de su padre don Francisco. Concluidos sus estudios, recibió las órdenes sagradas de manos del ilustrísimo señor Portillo, y fué siempre un sacerdote ejemplar, por sus costumbres y desprendimiento. Su genio era festivo y jocoso; y todas las composiciones poéticas que de él se conservan, tienen ese carácter, que raya veces en mordacidad. Sus dichos agudos son numerables. y la mayor parte de una ironía sangrienta.
La mejor que de él se conserva es la Tocaimuda, poemita burlesco contra Tocaima (1. Fué aquella ciudad temperar, y antipatizó profundamente con sus habitantes, con justicia sin ella. Al reunirse les remitió del camino la Tocaimada, con rótulo «Al muy ilustre Cabildo de la ciudad de Tocaima. Reunióse el Consejo para abrir el voluminoso pliego, y puede calcularse su indignación cuando leyeron el poema.
Consiste éste en un sueño que dice el autor que le asaltó. y en el cual vió el Olimpo. Los dioses estaban congregados para adjudicar el señorío de Tocaima, que había permanecido sin numen tutelar hasta entonces. Júpiter abre a prueba el juicio, y cada dios alega sus razones.
Juno dice. Cómo puedo sufrir, hermano mío y al mismo tiempo esposo muy amado, no tener de Tocaima el poderío, después que mis caballos la han poblado (1) Tocaima es una ciudad de clima ardiente pero sano donde aún van tem.
perar los habitantes de la altiplanicie, 2541 re S, re T0lo 0is é1S; sa nror

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