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si la igualdad absoluta no puede conseguirse, porque la naturaleza misma así lo ordena, participéis de nuestro banquete diario y no nos odiéis.
Debemos todo trance hacer que se alcance el valor esencial de la idea, de que las riquezas de los grandes, son en realidad, economía de los pequeños, no para que las roben, no para que las hurten, sino para que en un momento de necesidad, cuando las fuerzas falten, cuando los hijos del obrero lo soliciten, el poderoso les tienda su mano y les diga: venid acá, yo no dejaré que el hambre fatídica se acerque vosotros, aquí tenéis en el trabajo honrado, garantizada vuestra subsistencia.
Es preciso que el rico por su propio bienestar, sienta llegar hacia él, el eco de las alegrías de la cabaña, Es preciso que el regocijo se anide en su alma, porque con ese sentimiento, con esa alegria debe sentirse más tranquilo, dado que la felicidad del pobre en su escondrijo, redunda en prosperidad en el palacio del magnate.
Luis Castro Saborio Julio 28 de 1907.
La Música bre.
No es posible concebir el espíritu, la esencia de la música, sin relacionarla directamente con el amor, que es el alma del divino arte. Sin el amor no podría existir en absoluto.
Lu misica es una mujer, La naturaleza de la mujer es el amor, pero este amor no puede ser otro que el que concibe, el que durante esta concepción se entrega por completo.
La mujer no alcanza su definitiva individualidad hasta el momento en que se entrega. Es la ondina murmurante que pasa atravesando las olas de su elemento, sin alma, hasta el momento en que la recibe con el amor de un homLa mujer, tal como yo la entiendo, ama sin condición, porque le es necesario el amor.
El cazón tiene su modo de expresión en el sonido: tiene en la música su lenguaje artistico y reflexivo. La música es el amor del corazón en la plenitud de su fuerza: el amor que ennoblece la voluptuosidad, que humaniza el pensamiento abstracto. Es la más sobrehumana de todas las artes, segunda manifestación del mundo, revelación por el sonido del inconquistable misterio de la existencia.
Creo en Dios, en Mozart y en Beethoven: creo también en sus dicipulos y en sus apóstoles: creo en la santidad de la esencia y de la verdad del arte uno indivisible. creo en que este arte es de origen divino y que vive en el corazón de todos los hombres iluminados por el celeste resplandor; creo en que después de haber saboreado las delicias de este gran arte y de habérselo entregado fatalmente, jamás se puede renegar de él; creo en que todos, por su intermediación, pueden alcanzar la santidad.
Creo en un juicio final, en el que serán condenados terribles penas todos aquellos que en este mundo hayan osado traficar con el arte sublime y casto; todos los que lo hayan prostituido degradado con la bajeza de sus sentimientos, con la vil codicia, con la infame concupiscencia de los goces materiales. Y, por el contrario, creo que los discípulos fieles del gran arte serán glorificados y que envueltos en un celeste tissu de rayos, de perfumes, de acordes melodiosos, volverán a través de la eternidad al seno de la divina madre de toda armonia, Ricardo Wagner 2550
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