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El amante espera ver coronado su anhelo con la posesión del objeto amado.
El mártir, esperando la gloria eterna y una palma de luz divina. se entrega victorioso a sus verdugos.
Antes que la razón empiece florecer, va el liombre espera. Por qué se agitan suavemente los labios de ese niño que apenas cuenta diez auroras. Por qué llora de impaciencia?
Porque espera su madre, que la de venir arrullarle en sus bra zos y cubrirle de besos. Dulce y misteriosa esperanza la del inocente!
Las ilusiones son esperanzas secretas que toman las formas fantásticas de un sueño.
El justo, mientras más sufre más espera.
Porque su alma, desprendida de las cosas mundanas, no tiene dirección fuera de Dios, que es su centro.
Es como la aguja imantada que se dirige siempre al polo.
El corazón atribulado, el corazón mortalmente herido, no tiene otro refugio que la esperanza.
El desengaño es triste, y cuando echia su simiente en el alma, nacen en ella frutos de amargura.
Pero la Providencia muestra su sabiduría en los menores detalles de la naturaleza. por ello, en el rostro del hombre virtuoso y cristiano, se nota un fenómeno en la hora de la postrera agonía. través de las sombras de la muerte que empiezan a cubrirle. pasan ligeras ráfagas de luz que iluminan su frente pálida y ojos mor.
tecinos.
Creeríase ver en ellos los últimos destellos de una vida que se extingue.
Pero no son sino las liuellas de sus postreras esperanzas.
La resurrección.
El descanso eterno.
Una vida mejor y perdurable. expira oyendo una voz que balbucea su oído una palabra que encierra toda la dicha del hombre, Una palabra cuyo prestigio sobrenatural es inmenso.
Uua palabra que encierra todas las promesas divinas.
Una palabra, en fin, que es la que hay que repetirante la luumanidad doliente decepcionada: Espera. Carlos Garanzia Venezolano 2626

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