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El último combate Recitado por su autor la noche del 12 de octubre de 1906 en el banquete dado por Arciniegas sus amigos y colaboradores en Colombia Autógrafa. с 11 a Brasas que el soplo de la ira enciende del gran testuz entre la felpa de oro.
lucen los ojos del soberbio toro que por la pampa su mirada extiende.
La tierra toda dominar pretende en homenaje a suu imperial decoro; Su voz, con ecos de clarín sonoro.
bronca y marcial por el espacio asciende.
Ha salvado sus predios: peregrino de apartada dehesa, en su camino todo despierta su furor salvaje: y en mitad de la angosta carrilera veurgir ante él, por vez primera.
un tren, en los confines del paisaje! 1 Con impulso de roca despeñada, monstruo veloz que al galopar jadea, avanza el tren, en el espacio ondea su trágica melena alborotada.
En su marcha tenaz, desenfrenada, su férrea trompa inclínase y rastrea; es un lebrel gigante que olfatea la fuga de una liebre en la llanada.
Fiero prorrumpe en ásperos silbidos cuando el toro aparece en lontananza.
El bruto le responde con bra midos: y al ver la mole que hacia él avanza, prepárase embestirla, recogidos sus nervios con indómita pujanza.
Ya llega: los puñales de su frente vibra feroz, y en brusca arremetida lánzase contra el monstruo que trepida y llena de clamores el ambiente.
Suena un choque brutal, choque estridente de huesos rotos en atroz caída: vacila el tren con honda sacudida, sus carros se entrechocan ruamente.
Reina un instante de pavor profundo dentro de aquella máquina bravía; se alza un clamor lunano, gemebundo.
Pero prosigue el tren: junto a la vía, sangriento, destrozado, moribundo, yace el bruto de olímpica osadía. Alfredo Gómez Jaime 2754

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