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La Jempestad Para Páginas Ilustradas Oscuridad, silencio que hace daño; nubes que ruedan desde el valle al monte; parda cortina estrecha el horizonte: la selva se estremece, y el rebaño busca el abrigo; vuelan en bandadas temerosas las aves, y en las breñas del monte se guarecen, y en las peñas.
Fugitivas, las brisas se atropellan y al pasar por las copas de las palmas las hablan en secreto, cual dos almas los peligros se anuncian querellan. las palmas agitan sus cimeras, y levantan sus hojas extendidas, como diciendo. estamos prevenidas. Rasga las nubes ráfaga luciente, y llena los espacios ronco trueno, y de las nubes destrozadu el seno deja salir de lluvias un torrente.
Todos se ocultan y en silencio esperan, los liombres y las aves y las flores, el fin de tan benéficos horrores.
Cesa la lluvia, el cierzo vigilante, va empujando las nubes por el llano, mientras descorre misteriosa mano su velo de crespón al sol radiante: pasó la tempestad, volvió la vida.
Aves y flores y hombres reaparecen, y las palmas se agitan y estremecen. Tempestades del alma. si tan presto diérais lugar al sol de la bonanza!
SO una fé muy poderosa alcanza deshacer nublado tan funesto.
Cuanto sufra en la vida, oh, Dios, te ofrezco.
por que devuelvas la dichosa calma los que sufren tempestad del alma. Carita Guillén, Presbo Octubre de 1907.
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