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Es libre, no reconoce leyes, rangos, ni privilegios. El hombre no puede sujetarlo propiedad; es don del cielo, que ni se compra ni se vende; por eso su prestigio será eterno. la radiante y diáfana región en que se cierne no llega el egoísmo ni hay límite para su espíritu divino. Abarca el universo para manifestarse en los humanos seres sin distingos; su genio baja a la mísera choza del mendigo y sube hasta la púrpura de los reyes.
En nombre de esa pléyade de mujeres, en nombre del origen divino de la belleza y en nombre de las leyes naturales pido que llaméis aquí la mujer costarricense, brindándole la esencia de vuestro saber. No dudo responderá ese llamamiento, si lo hacéis con intención sincera; si le mostráis con empeño la importancia de la mujer culta en la vida de los pueblos. Estimulad su amor propio; de la mujer costarricense puede esperarse mucho, pues ella tiene, quizás más que otra alguna, disposición para el arte.
Su natural gusto artístico, su gracia espiritual y su rápida asimilación de lo bello, son condiciones que pueden explotarse con éxito.
Pero antes hay que libertarla de falsos prejuicios que esterilizan su inteligencia, y hacerla comprender que al colocarse al lado del hombre, en el sentido intelectual, no abdica sus pudores y dulzuras de mujer; que al contrario, esas virtudes serán mejor apreciadas por ella, al tener idea más exacta de su significación y el sentimiento de lo verdaderamente bello se impondrá con más claridad a su espíritu.
Ilustrad esas encantadoras cabecitas; educad sus delicados pensamientos, que se malogran en el lujo y la molic e; despertad su ambición por algo más que la belleza externa. Qué vale ésta sin el perfume del talento?
Al principio vendrán pocas, después. vendrán otras; iy de cuántas he chiceras frentes no brotará entonces el tesoro que yace oculto en el nácar de las sienes. Cuántas darán días de gloria su país. qué bien sentará una corona de laurel entre sus hermosos rizos! Al par del hombre reinarán en la sociedad por su saber, su ternura y su belleza; se establecerá lazo de confianza respetuosa; el cariño será más espontáneo y sincero con la admiración mutua. Entonces ya no habrá desdenes, ni quejas, ni fuertes, ni débiles, sino dos inteligencias que se miran frente frente, iguales, sin querer ser más ni menos. Hombres generosos, de convicciones progresistas, decidlas: Hermanas, ha llegado la hora de que seais valerosas, de que vuestros nombres brillen en los anales de la literatura; la inspiración se adivina en vuestros ojos; el alma de la poesía dormita bajo su lumbre; hay que despertarla, sin dejar que la dominen las consejas de la ignorancia; no os acobardéis ante el sarcasmo de los egoístas, y erguida la frente dad el primer paso, que es el más difícil. Os ofrecemos puesto en el banquete int lectual y en copa de oro os brindamos el néctar del pensamiento humano!
Señores, en mi sencilla oración quiero resumir mi gratitud, mi promesa y mi esperanza 2822

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