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pre en cu la de COL sur dis pet alg tra ide de nac Voz pro COS esf blecer métodos de enseñanza inspirados en el modo de ser y tendencias de las ciudades capitales, no es medio acertado de procedimiento; precisa comar en cuenta, de preferencia la gran masa del pueblo, que es el sustentáculo de la nación; no perder de vista que la instrucción debe ser limitada lo indispen.
sable en cantidad y tiempo, para que cese cuanto antes, en beneficio de las nece.
sidades de la vida y de la enseñanza práctica del trabajo, el imperio del Estado sobre el niño al imponerle la escuela con el humanitario fin de librar su espíritu de las tinieblas de la ignorancia y de convertirlo en elemento de orden, de actividad y de progreso para beneficio de la familia, de la sociedad y de la patria.
No terminan con la instrucción primaria las funciones directas del Estado en la enseñanza pública, sino que, por especial modo de ser nuestro, continúan en la segunda enseñanza al ser dirigida y sostenida por el gobierno nacional.
Hasta hace poco tiempo, tenía como cierto que esa enseñanza necesitaba forzosa.
mente de la acción oficial. completa y resueita, para ser estable y benéfica en sus resultados. Hoy pienso de muy contrario modo, fundándome, como princi.
pio general, en que la centralización administrativa perjudica los intereses todos del país y compromete vivamente su porvenir; con mayor razón en la segunda enseñanza, por cuanto determina, dentro de las actividades sociales, una corriente incontenible de éstas, tan protusa ya y de tan inseguros resultados que, la verdad, no cabe atribuir este inconveniente otras causas que las facilidades con que se prodiga y la manera como se imparte. De ambas cosas es causa la intervención directa del Gobierno en ella y su sostenimiento con los fondos del erario público No soy de los que creen que la enseñanza superior debe vulgarizarse; no porque pretenda que existen determinados seres condenados no recibirla, en contraposición de otros esclusivamente llamados obtenerla; no; muy lejos de mi ánimo semejante modo de pensar y de sentir; sino porque, siendo relativamente muy limitado entre nosotros el campo de aplicación de las carreras cien.
tíficas y literarias, habrá de suceder con el tiempo que a medida que se dificulte para quienes las ejercen el medio de satisfacer con su aplicación las apremiantes necesidades de la vida, habrán de fracasar en absoluto, ó, en la ne.
cesidad imperiosa de vivir, vivirán de ellas, pero socavando en sus fundamentos la nobleza y dignidad profesionales Todas las cosas tienen límite obligado en su propia extensión; de aquí que las necesidades sociales se circunscriban su actividad; la nuestra es, en el sentido de que hablo, bien limitada, por cierto; y si en vez de venir en aumento progresivo, medida que se ensancha nuestra población y nuestros intereses, viene de golpe, como está sucediendo ya, un crecido número de individuos titulados. de quiénes será el limitado campo de acción. cuántos surgirán y cuántos habrán de sucumbir? El número de estos últimos, cualquiera que sea, llamará las puertas del Gobierno, creador de esa situación, y tendrá éste que remediarla ocupando en los destinos públicos esos batalladores, rezagados vencidos en la lucha profesional, Ante tan grave inconveniente y ante semejante responsabilidad de parte del Estado, preferib e sería que la segunda enseñanza se impartiera en colegios privados únicamente, donde la competencia y el estímulo habrían de mejorar las aptitudes del personal, las condiciones del aprendizaje, de la educación y del método de enseñanza; donde los padres de familia ejercerían ver ladera vigilancia y determinarían, por razón de las erogaciones consiguientes la enseñanza de sus hijos y en presencia de la conducta, aplicación y capacidades de éstos, si habrían de continuar nó aquellos estudios, imponiéndoles, en este último caso, estoy seguro de ello, el aprendizaje de algún oficio dedicándolos desde luego a alguna ocupación honesta; porque está fuera de toda duda que no existe padre de familia alguno que, obligado sufragar la educación del hijo, no la vigile y se interese en ella. Todo lo contrario sucede cuando el Estado descarga los padres de familia de esta natural obligación: se acostumbran no ejercerla y se vuelven por ello indiferentes la suerte que al hijo se le espera.
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