Corte 1: raria Lisimaco Chavarria Cum Cui ipagándose los ecos del aplauso que ha provocado el últilibro y ningún ruido importano impedirá td. oir los acentos de la a vengo comunicarle algunas impresiones de quien sigue con tatarás su victoriosa sobre el campo de las letras.
Ya sa! que no comprendo el arte como un simple deporte intelectual Admiro sus realizaciones estupendas y amo con intensisimo amor las florescencias de hermrsara y juventud que él sabe hacer brotar aún en los más fristes eriales de la vida. Pero no olvido 110 quiero olvidar un instante que él, oran, ser la más bella, la más ardiente y vigorosa manifestación del sentimiento y mumien o humanos, está llamado por las circunstancias del momento acvién el más bello, el más ardiente y vigoroso batallador en las wel humano esfuerzo.
En llanto de congoja que las religiones esas místicas impotentes 110 supieron y no pudieron consolar, riega hoy amargamente los senderos del mun.
o. Las teorias filosóficas empapan en él sus blancos paños sin lograr detener el torrente inconsolable, mientras rie desde sus balcones, con la carcajada de sus brutales hartazgos, el capitalismo dominante. No hay, pues, razón bastante para pedir al arte la dirección de los empeños salvadores que habrán de dar al mundo la igualdad de que vive sediento? entre todas las formas inmensamente bellas y geniales en que el arte ha revelado sus encantos, es la poesia, por la profunda y misteriosa excelsitud de la expresión y por la gran fuerza sugestiva que en su ejercicio desarrolla al penetrar, como rayo de sol, en el arcano de las multitudes, la que debe llevar el estandarte de las reivindicaciones que la miseria debate ante el tribunal de la conciencia contemporánea. ello la obligan también los antecedentes de su historia. La voz de sus clarines no ha guiado durante siglos las avanzadas del progreso He aqui por que sólo son dignas de estimación las obras poéticas van entre la pompa de sus bellezas, un nuevo sentimiento de justicia y de very dari al lote humino. He aquí por qué deben ser ya prescritas del recinto de nuestra admiración, esas literaturas enfermizas en las cuales sólo se escucha el llanto afeminado de un supuesto dolor no comprendido, y en donde sólo se contempla esos Varcisos intelectuales que se miran. y se miran, eternamente complacidos, en las aguas de su infecunda vanidad, Pienso en ratos de ferviente ilusión, que Ud. ha comprendido mi manera. la manera que comprende hoy multitud de juveniles intelectos la trascendental misión que cumple realizar a la poesia en los dominios de la realidad.
Es el suyo un temperamento esencialmente artistico lo atestiguan sus versos, sus dibujos, sus esculturas y sus interesantes modelados no educado en los ejercicios de la voluntad. Por eso, aparte del movimiento de evolución progresiva que a toda fuerza material es inherente la inteligencia, sobre todo, que es la más alta expresión de la materia se nota en su labor artística cierta fluctuación desconcertada, como la de una arpa que vibrara al contacto del soplo versátil de los vientos. Hay en las impaciencias de su fecundidad, cierta ansia imitativa de viejos y nuevos modelos que sin notables intervalos reflejan el recuerdo de sus respectivas épocas en la diafanidad de las estrofas suyas. Es verdad que tal procedimiento, hasta cierto punto inconsciente, dá sus obras riqueza de matices, profusión de detalles de forma y de expresión, pero le roba en cambio la solidez y el valor de originalidad que constituyen los quilates de la obra escrita que está destinada servir y perdurar. Los tonos pronunciados característicos de esas cristalizaciones que el pensamiento elabora en los moldes de la pasión, se atenúan y se desvanecen en esa volubilidad de la fantasía que en todas las flores quiere libar los condimentos de su miel.
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