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Leyendo sus versos, desde los primeros, como yo los hidlo se advierte el incesante revoloteo de su numen, ora sobre las charcas ora entre la fragancia de las ingenuas rusticidades le d.
cát menes de un sentimentalismo morboso; ya en torno de que son como montañas seculares erguidas en el tiempo, para na los infatigables y verdaderamente grandes visiouarios del so misno de algunos de sus mejores poemas, salta su imaginación ño atolondrado, hollando veces las bajas superficies y rozando CSI geramen.
te las altas cimas del ideal. Es esto un defecto, amigo mío? Es más bien una facil encantaddra?
Muchos asentirán lo segundo. Tan relativos, tan cony. onales, son todos nuestros juicios. Yo estoy con lo primero, porque a esas conclusiones me arrastran las tendencias que viven profundamente arraigadas en mi temperaturu to. lo variado, prefiero lo consistente. Desdeño veces la sonrisa multicolera del ingenio que va rompiendo contra las agudezas de su genialidad la ra cristaleria de sus delicadezas, por irme tras el gesto severozott descarga el mazo de su verbo, produciendo hermosos cantos, atormentado de la idea. ratos niego el oído los azules delirios de at río que pasan por mi pensamiento como ráfagas de una tonalidad incom ble y vagarosa, para deleitarme en la contemplación de un ebúrneo soneto de Chocano, el poeta fuerte y brioso que comparte con Lugones y con Diaz Miri ante la escaza luz de mi criterio artístico, la majestad del estro americano Pienso entonces que la neurastenia, elevada al rango de escuela literaria, es la más alarınante consecuencia de ese espiritualismo delirante que es característico, según unos, de la extraña mezcla de razas que pertenecemos.
Se dice de Ud. con reticencia, que su dicción es incorrecta y que la critica docta no lo ha ungido. Ya es hora de responder tales desatinos con estas dos consideraciones que no pertenecen al orden de las especulaciones retóricas, sino más bien al dominio de los hechos cumplidos. desde qué cátedras de añeja escolástica puede hoy dictarse el fallo de incorrecto sobre el artista que en una época pletórica de las más extraordinarias y contradictorias teorías, se permite elegir para norma transitoria de sus procedimientos las que más de acuerdo se hallen con su visión de la naturaleza. en dónde está esa pretendida critica docta que ha tomado su cargo la consagración de las reputaciones literarias entre nosotros. La mayoría de las que se alzan sobre nuestras cabezas en este ambiente de eterna primavera, son fabricadas por la más poco escrupulosa de las benevolencias! son esas las autoridades que presumen de dictar los veredictos decisivos en la vida raquítica del arte que vivimos. Por qué, pues, se echa de menos el óleo de esa magistratura ilusoria, cuando por otro lado o los poetas que saben serlo de verdad, como las águilas, se elevan desde sus nidos hasta el sol por la sola potencias de sus alas?
Aviados están los que aún forcejean por hacer del arte un sacerdocio, en estos días de moribunda fe en que los niños hacen muñecos con los dogmas!
Aviados están los que aún sueñan con imponer yugos esos dulces rebeldes que sienten sobre sus hombros que rema en los vientos el ala poderosa de la poesia. Escrito está, en el pensamiento de los hombres libres, que ante la luz del siglo que vamos trajinando ningún santuario permanecerá cerrado. os que como Cd. se han remontado sin auxilios de nadie, en esa laboriosa y difícil ascensión del propio esfuerzo, cuyos vértigos, cuyos dolores y cuyas satisfacciones ignoran por completo los anacrónicos teorizantes del arte, han conquistado el derecho de ser oídos donde quiera que alcen la voz para cantar para imprecar en todo aquello que los dominios del empeño indomable perte. azota, la briosa rebeldía que Ud. ensalza, la belleza de la verdad que Ud festeque Ud. arrulla, la iniquidad que Ud.
ja, el paisaje que pinta en dulces y candorosas acuarelas, la envidia macilenta y torturada que fustiga ld, son cristalizaciones de una realidad que Ud. ha con templado, que Ud. ha fotografiado en los arcanos de su sentimiento, que Ud.
ha visto, no con los ojos de un supuesto espíritu reencarnado en su naturaleza, como aseguran quienes regatean el mérito su labor perseverante, sino con los 2971

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