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Y al penetrar en el estudio espacioso de ese sabio, rodeado de bibliotecas indigestas de volúmenes, en el claro oscuro producido por la luz apasible, semi velada de una lámpara puesta en su escritorio, una fuerte impresión nos esperaba: en su posición inclinada delerudito que labora, el señor Ge.
vaert nos pareció ser nuestro venerado patricio don Francisco María Iglesias en persona La misma fisonomía alumbrada por una infinita bondad, resplandor de las inteligencias amplias; la misma frente descubierta, ornada por esos surcos imborrables que dejan los cuidados y las penas; la misma cabellera blanca, luenga y echada hacia atrás, aureola de los años y consagración de la vida.
Artista delicado y teorizante del Arte, el señor Gevaert es un raro que ha podido realizar ese prodigio de ser profeta en su tierra.
La crítica nacional lo ha proclamado como el hombre que conoce más de música en el mundo. Las academias lo han acogido en su seno con orgullo, Su soberano, con sus mejores condecoraciones, le ha conferido el título sonoro de Maestro de Capilla de Su Majestad el Rey de los Belgas. Todos sus colegas del arte nacional le conceder la presedencia y se inclinan ante su prestigio sa autoridad.
Erudito infatigable, el señor Gevaert ha publicado varias obras importantes sobre el arte musical de los antiguos; y diz que él conserva todavía la última palabra sobre esta materia. cuantos siglos de distancia Pan ha venido encontrar al regidor de su gloriosa y desordenada armonía! al penetrar en el estudio espacioso de ese sabio, alzó él su enjuta y elevada estatura, y se vino nuestro encuentro con el paso cadencioso y fatigado del hombre vigoroso que porta tres cuartos de siglo en sus potentes espaldas. En muy buen español y con una infinita bondad en la fisonomía, nos dijo. He querido verlo, señor, para manifestarle cuánto hemos sentido en el Conservatorio la trágica muerte de su talentosa hermana. Siempre tuve de ella las mejores referencias, y ahora siento no haberla hecho venir mi casa, como pensé más de una vez; pues me encanta hablar español. en el mismo tono de cordialidad prosiguió el señor Gevaert conversando largo rato. Nos dijo que hacía cincuenta y seis años que había aprendido el español en Madrid: y que admira tanto la tierra de Cervantes, que no hå olvidado nada de su idioma, no obstante que nunca tiene la ocasión de practicarlo, No quisimos retirarnos de aquel recinto imponente, sin llevar una fotografía de aquel anciano que tan de cerca nos recordaba nuestro venerado don Francisco María Iglesias. Le hicimos entonces la insinuación; y con un movimiento de complacencia, se levantó, abrió un armario, sacó dos de sus retratos y nos dijo No me quedan más que estos dos: le voy a dar uno con el mayor gusto. con la fotografía en la mano regresó a su escritorio y escribió en español una expresiva dedicatoria, en la cual recordaba una vez más nuestra desgraciada hermana Pacífica Los grandes pensamientos dijo Víctor Hugo salen del corazón. Hombres de poderosa inteligencia son hombres de alma también grande: llevan la sonrisa del perdón siempre lista en la boca, y el gesto de la protección siempre listo en la mano. El señor Gevaert es un noble de espíritu que da fuerzas con su gesto, y sugiere el perdón con su sonrisa. Digale su mamá agregó al despedirnos que mucho la compadecemos, y que tomamos una parte en su dolor inmenso!
Ramón Zelaya 3180
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