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ea de las broncineas campanas cuyo clamor y clangor retumba en cumbres lejanas. mi hermano los deld Biol jos Gon sen Biol Wal el se ni brutos, ni humanos seres. son espectros invisibles, intangibles: y su rey es quien voltea, tira, empuja y balancea, con sus fuerzas extrahumanas las herrumbradas campanas, helénico pean tocando que va en el aire vagando, su alegre seno hinche y deshinche con el peán de las campanas, y baila dando alaridos, y ladridos, en las góticas ventanas :llevando el compás prisa de rúnico ritmo guisa y al peán de las e mpanas.
Sus pasos ciñe la única antigua cadencia rúnica, y al sonido palpitante, resonante, de las campanas de hierro que tocando están entierro;al sollozo y clamoreo del funéreo campaneo: guardando el aire marcado por el doble acompasado que retiñe extraño y único. en un feliz ritmo rúnico, al oscilar las campanas en las góticas ventanas al doloroso tañido, al lamento y al quejido de las campanas de hierro que tocando están entierro.
José Angel IV Al percibir el oído el tañido de las campanas de hierro, de repente desfilar hace en la mente mil solemnes pensamientos su monodia, graves, lentos.
Cuán asustados, temblamos si en el silencio escuchamos de la noche, la amenaza de su triste entonación que el corazón despedaza!
Porque es cada vibración de su herrumbrada garganta, melancólico gemido, grito herido, que aturde aterra y espanta.
el pueblo que arriba mora, solitario, sobre el alto campanario, y que tañe, tañe, tane, deshora són monótono y velado, siente gloria y complacencia rodando un canto pesado sobre la humana conciencia.
No son hombres, ni mujeres, Biol cou Vis en Ta su mar do en par pes pro gus cha Caracas, de diciembre de 1997. Rafael Rodriguez López Alga Milagrosa cia de en bie sul esc da Re Para Páginas Ilustradas tar Lic Tu birremo cabalga sobre onda maldita de un anhelo imposible; batelera, respónde: Aquel batel ungido que tu recuerdo incita te sa udó diez veces, y se marchó. Por dónde. Acaso la salada mole del mar esconde la audacia del piloto que no acudió a la cita?
Quieres que en la ribera contraria siempre ronde, por ver si en la salada mole del mar habita?
Quinientas rosas blancas orlaron tu cabeza ayer, cuando el acorde dijo la gentileza de tu aire de sultana, de tu suspiro blando; hoy, con los ojos fijos en el confin, semejas un ave delirante de amor, cuando te alejas; una estatua de carne, si te vas acercando.
Barranquilla, Colombia Manuel Cervera 3235 que nu ve: su pre ΓΙΟ nit
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