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mucho la apertura del cementerio catolico, hoy laico, donde aun queda lugar para recoger los huesos de la generación que al presente arma en San José la batahola de la vida; por diligencia en gran parte suya hubo también de construirse la amplia ace ra de granito que a dicho cementerio conduce: él, en fin, ayudó pre parar el albergu en donde desde entonces han tenido asistencia y refu.
gio los infelices que sufren el penoso mal de San Lázaro.
De mozo, don Ramón Quirós anduvo por las Américas, en aventuras militares enzarzado; lo que no constituye a mi ver una singularidad de su temperamento; porque la comezón de aventuras, que efervecencia de savia natural acredita, fué siempre achaque inherente a la juventud.
Su labor de hombre maduro es lo que atestigua en don Ramón Quirós un espíritu inclinado realizar el bien a favor de sus congéneres.
No obstante las obras de progreso que con su iniciativa su diligencia, hubo de contribuir, don Ramón Quirós no parecia vivir ya hace tiempo para sus propios conterráneos, Su figura se habia desvanecido en el crepúsculo de la edad que parte mites con el negror de la noche eterna Cediendo estímulos vigorosos.
que se traslucen en una actividad desbordante, el hombre se afana en cumplir con todos los menesteres de la vida, así los más altos como los más comunes, para lo que le es preciso ponerse en comunicación con sus semejantes, quienes se hará sentir por diversos modos; pero sobreviene el frío de los años y este destruye en el hombre la fuente de esa vitalidad activa y fecunda. Caemos en un estado de pasividad comatosa; el mundo en que vivimos deja de sentir nuestra acción, que no existe: nos retraemos; nos anulamos; morimos para los otros, si no es para nuestra familia inmediata. Cuántas veces hemos oido este diálogo. Sabe Ud. hoy murió don Fulano de Tal. El otro, con sorpresa. Cómo. Pues yo lo hacía enterrado tiempo ha. Es que, efectivamente, el buen señor es.
taba bien muerto desde que faltaba en el la aptitud para engendrar y producir ideas y cosas, función que esencialmente constituye el humano vivir y cuya desaparición afloja y aun desata os nexos sociales que con los otros hombres nos unen, en tanto dura la brega que fatalmente mantenemos por la realización de nuestros destinos.
No es raro, por consiguiente, que, en virtud de este fenómeno, don Ramón Quirós haya muerto fisicamente para nosotros antes y con antes.
Lo raro es que la generacion actual no tenga noticia de los servi.
cios que el oscuro patriarca hubo de prestar en sus años fuertes a la obra común del progreso, labor que en relieve ganaría con sólo recordar que por aquel entonces hacía la patria boba sus primeros pinitos en el solar de la civilización.
Nuestra triste ignorancia en este particular se manifiesta más clar mente en diciendo que don Ramón Quirós se atribuye el haber sem brado los higuerones que con su fo.
llaje ampuloso sombreaban no ha mucho el Parque Central, y cuyo derrumbe, en sentido y bello romance cantó dignamente uno de nuestros poetas. don Jenaro Cardona. La noticia, única que, según creo, se tiene de don Ramón Quiros carece, sin embargo, de exactitud, porque quien plantó los tales higuerones fué un homónimo suyo: don Ramon Quirós a) Redondo.
Este olvido de cosas que como, quien dice, ocurrieron ayer, me sume en un orden de sabias y provechosas filosofias. Qué ridicuio resulta, en efecto, ese ir y venir afanoso con que algunos se agitan por adquirir noto.
riedad, para que, aun antes de volver la nada, sin misericordia los arrincone y olvide el pequeño mundo que sus visajes con rostro burlón está contemplando!
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