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3788 PÁGINAS ILUSTRADAS UN CRONISTA Desde el momento en que un actor pisa la escena de un teatro, el público y la Pren.
så adquieren el derecho de juzgarlo.
Pero si Juan Sin Cero tiene ese derecho.
imprescriptible, el público y la Prensa lo tienen igualmente para juzgarlo a él, como se juzga a todo escritor que entrega sus pensamientos sus palabras los moldes de la imprenta.
Juan Sin Cero es un cronista delicioso y verdaderamente original. Original porque ha inventado un género de revistas musicales, como inventó Ricardo Palma sus Tradiciones peruanas y Campoamor sus Doforas.
Escúchalo, lector: Una honda caliente de vida, multicolora y larga ola, estremecida, ondulante, sonora pletórica de animación, repleta de inauditas modalidades, perfumada, vivaz, elegan.
te, llega rumorosa a las puertas, y, como hilo de sol metiéndose por la boca de una cueva encantada, la ola se adelgaza, y, cantando un canto de sedas estrujadas se me te por el vestíbulo del Viejo Coliseo y se derrama madeja milagrosa. por palcos y platea.
Entonces el teatro se convierte en un maravillante estuche de gemas increíbles.
Es un rosal que forece y florece hasta cubrirse todo de pétalos que brillan, que aro.
man, que subyugan, que ponen saltos de heridas corzas en la sangre de quien los mira; que se juntan en racimos, se desgranan, se estrechan, se separan y melodizan la sordina tonos sueltos que, al fundirse, por último, en acordes encantadoramente disonantes, fingen caer de linfas claras en polifonos tazones de cristal. el teatro reverbera. Los foquillos llueven luz, llueven luz los ojos ardientes, los rubíes sangrientos, las perlas azucénicas, los acuátiles diamantes. las epidermis deslumbradoramente niveas de las damas.
De los violines dice: El violín º, el violin y el violoncello hacen una malla que comienza tejerse con lágrimas, con hebras suspirantes de sollozos, con fimbrias de quejidos; malla que crece que crece más y más, que se alza por sobre enorme red de estrellas tembladoras, que se agita en el espacio estruendosa y se desracima de pronto en un aguacero de llanto.
Del piano: Es un pianazo doctoral, con aires de monarca, piano emperador de continuo trajeado de ceremonia manto real color de cereza madura, con tres metros de cola, corona de oro esmaltado y chapines de oro bruñido. se le ven las entrañas y el arpa de nervios sutiles que con sólo soplar sobre ellos vibran todos en un herizamiento li ral, multisono y doliente.
Luego nos pinta una lucha romana, un duelo muerte entre el piano y la orquesta; esto es maravilloso: La orquesta grita, grita una frase de reproche, una sonora y sangrienta frase de desafio, que el piano contesta enérgico y terrible. Pero no por esto la orquesta se acobarda: increpa su enemigo, y, en fa lanje cerrada se viene sobre el como sobre un cordero. El piano se yergue, se agiganta, tiembla de orgullo y de coraje y lanzando sobre la orquesta una granizada de notas con finos deslumbrantes estiletes la obliga a retroceder. Todavía quiere ella reconquistar el terreno perdido; pero él pone valla de tempestades. viene el andante. La orquesta suplica.
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