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3946 PÁGINAS ILUSTRADAS De Sarasate Refieren que una ocasión llegaba Sarasate Pamplona para dar el concierto que cada año dedicaba a su pueblo natal; la gente se aglomeraba en las calles, para ver pasar al ilustre maestro; las mujeres salian a los balcones, desde donde arrojaban flores y serpentinas; las campanas de los templos, los vítores entusiastas y los cohetes, atronaban el espacio; en medio de esta algazara iba Sarasate en triunfo, cuando de pronto se oyeron gritos de es panto, las miradas de todos se volvieron hacia determinado lugar. Qué pasa interrogó el maestro.
nadie le contestó; hasta que el mismo tuvo que acercarse al lugar donde se aglo.
meraba la gente.
Un cuadro triste se presentó sus ojos; un pobre obrero vacia en el suelo arrojando sangre por boca narices; apagados aves salian de la garganta de aquel desdichado, cuando se acercó Sarasate y le preguntó. Qué fué, paisano? qué sucedió el moribundo reconoció al gran Sarasate, y haciendo un esfuerzo sobrehumano, le contesto. Señor, estaba en los andamios, sabía que Sarasate iba a pasar por la obra, quise ver bien usted y perdi el equilibrio. Pero, buen amigo, dijo el maestro limpiándose con el pañuelo las lágrimas que habían hecho salir sus ojos las palabras del obrero, acaso valgo tanto, para que sólo por verme pierda la vida un hombre. Momentos después que rigido en el pavimento el desdichado obrero y la policía se ocupaba de trasladar el cuerpo la Casa de Socorros, cuando se presentó toda llorosa la esposa del albañil, llevando de la mano dos pequeñuelos. Señor! dijo a Sarasate, me han con tado lo que pasó; en Pamplona se le quiere usted tanto, que ya lo ve, sólo por verlo ha perdido la vida mi marido, dejando sin padre estas criaturas. El padre de estos niños ha muerto.
dijo Sarasate; pero no quedarán desampa rados, yo velaré por ellos, buena mujer; pasa mañana al Ayuntamiento, donde se te dará dinero para que tu marido sea enterrado honestamente, y alli mismo se te dará una pensión mensual que yo te asigno para que puedas vivir y tus hijos se eduquen convenientemente.
Infinidad de acciones como la anterior tuvo Sarasate. En todos sus actos dió conocer su nobleza de alma.
Rima ¿A qué buscar honores y riquezas? qué marchar tras el placer sediento? qué adorar del mundo las bellezas Si son fugaces como el raudo viento: Con el lujo, el placer y con el oro No ha de obtenerse de virtud la palma: Que en este mundo es el mayor tesoro de aquel que lleva sin manchar su alma!
EDUARDO DE ORY Cádiz, Oct. 1908.

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