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PÁGINAS ILUSTRADAS 3993 tes de entrecambio de libros y de ideas.
y lo que es mejor, de estimación Uno de los objetos de ese Congreso seria el de estudiar la forma en que deba hacerse conocer nuestra literatura en el extranjero. Cuales deben ser esos medios. eso es precisamente lo que se dilucidaria con el concurso de los brillantes elementos que en tal asamblea es factible reunir.
De pronto parece que se impone la objeción de que la diferencia de idiomas es un gran escollo; pero tal especie puede contestarse sencillamente que si acaso esa diversidad ha sido obice para que nosotros, los de lengua española, conozcamos, quizá más que la nuestra, las literaturas extranjeras. Entonces. Pero hay más todavia: No nos conocemos ni entre nosotros mismos, los latinoamericanos. Así pasa que es mas fácil encontrar en la biblioteca de un escritor de nuestras tierras, una obra de un autor bel.
ga, inglés y hasta japonés, que una de autor hispano americano.
Efectuándose ese Congreso, sería fácil, muy fácil, estrechar nuestras relaciones intelectuales, llegar al conocimiento mútuo de los que en América nos dedicamos la profesión de las letras, hoy tan aisladamente. No son para dichos los beneficios que produciría ese acercamiento, ademais de que se impone por razones de historia, de lengua, de raza. Laboramos con el mismo pensamiento, con las mismas tendencias, con la misma savia, pero muy aislados, dándole así nuestra labor la inconsistencia y debilidad de todo ele mento solo.
Como un medio para el logro de todo eso, se trataría en esa Asamblea de la fundación de una gran revista literaria, con un centro para su impresión y dirección general, y ese centro seria esa misma adelantada Costa Rica; y con secciones correspondientes a cada una de nuestras repúblicas, con sus directores respectivos para que el envio de materiales lleve, desde luego, hecha la selección correspondiente. Esa revista sería voluminosa y vendría ser, número número, el fiel reflejo del estado de la literatura hispanoamericana. Tendria una circulación vasti sima, pues conseguiriamos también que nuestros gobiernos tomasen determinados números de ejemplares con el fin de ayudarnos en nuestra labor Hay otro punto que vendria de perilla para ser tratado y discutido en ese Congreso. La formación de una Sociedad Editora, cosa de la que en general se puede decir que carecemos, pues no pueden considerarse como tales las cosas que hoy se concretan editar tal cual obra, muy pocas, y en condiciones onerosisimas de explotación desvergonzada y criminal para los autores. Esa Sociedad editorial para obras hispano americanas, contando con la unión de todos o la mayor parte de nuestros escritores, y con que su mercado seria por igual toda la gran tierra latino americana y algo del mercado español, se moveria en condiciones muy favorables y vendría llenar una gran necesidad, pues hoy el autor generalmente tiene que costear sus ediciones y no cuenta con elementos de venta, ni con conocimientos para el caso, o tiene que perma necer inédito, como jay! quién sabe cnantos les ha acontecido.
Se me dirá que hay autores hispanoamericanos que sí son editados y algunos hasta en el extranjero, pero lo cierto es que son tan pocos, que constituyen la excepción; están muy lejos de formar por si solos el núcleo de la intelectualidad de nuestros países y sus obras sólo las leemos unos cuantos. Es el trabajo aislado a que antes he hecho referencia.
En el mismo Congreso podrían estu.

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