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4178 PAGINAS ILUSTRADAS hermosos ojos del Maestro. Marta estil meditabunda; cree, pero la duda cruel parece inquietarla ratos, por lo cual sufre amargamente. Mas Jesús que hace tiem po las ha amado tanto, se mostrará miseri cordioso para ellas. La hora es solemne y la excelsitud nada común.
La historia de Jesús contará desde ese momento un capitulo brillantísimo. Iba a obrar el grande prodigio de resucitar un muerto cuatridiano. Jesús avanza unos pasos y con el rostro sereno, eleva al cielo sus ojos en actitud de súplica y se le ove musitar fervorosa plegaria que se pierde en el aire sereno y tranquilo del anoche.
cer. Un silencio profundo embargaba la muchedumbre.
Jesús en voz muy alta y sonora gritó: Lázaro, sal fuera.
El prodigio del amor de Jesús la familia del muerto está consumado. Un momento de terror, cual oleada gigantesca, levantó en peso el alma de aquella muchedumbre alelada.
Se ve menear en el fondo de la tumba un bulto indefinido, el cual avanzaba por la antecámara sepulcral. Lizaro, atado de pies y manos, velada su fiz con un sudario aparece si la luz indecisa de la tarde las miradas de los concurrentes. Desatad le y dejadle ir. les advierte cariñosamente el Maestro bueno y compasivo de Galilea.
Marta estrecha entre sus brazos el cuerpo vivo de su hermano. María. besa amorosa los pies de Jesús, y los enjuga con su blonda cabellera.
Marta y Maria regresan en medio de la concurrencia que cada vez se agranda, curiosa de ver Lázaro. Los lamentos y ayes de dolor se truecan en alegres cánticos de acción de gracias.
Lázaro resplandece de gozo, es un mortal resucitado: después de haber surcado el piélago de la Eternidad, es ahora de nuevo el navegante en el piélago de infinitas miserias, Hé ahí el Resucitado, se decian las gentes al percibir la silueta de Lázaro.
MANUEL ZAVALETA, Presbítero Cartago, de noviembre de 1909.
Edificios del Liceo de Costa Rica Fot. Rudd
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