Guardar

64 JUEGOS FLORALES PickAS ILUSTRA y el no lujoso ajuar para sus mozas; ellos saben los íntimos placeres que brindan las faenas del trabajo y las benignas horas de la tarde; ellos saben amar sus inujeres, ellos saben triunfar en el destajo y afrontan los peligros sin alarde.
Discurren por las anchas avenidas, vendiendo su carbón, en los poblados; llevan de diestro las greñudas jacas; sus sienes, por el sol, van encendidas, sus dedos por el cisco, van manchados.
Su riqueza la cifran en dos vacas, un pedazo de tierra de plantio que protege del viento la pradera, sus niños, sus esposas, el bohío el campo de labor: la carbonera.
Preparan el carbón para el consumo del bien provisto hogar de las ciudades, allá donde las aves de alto vuelo van posarse, allá se yergue el humo de sus quemas, aliá en las soledades que casi tocan el turquí del cielo.
Descienden, van cantándo; sus pupilas resumen la grandeza del paisaje cuyo contorno abraza muchas leguas, la tarde pone su color de lilas en los sucios jirones de su traje y en las revueltas crines de sus yeguas.
Sale encontrarlos en la senda el alba cuando van sus rústicas labores, en las alforjas el frugal almuerzo; su planta fuerte las alturas salva y allá, donde ellos riegan los sudores, se doran las espigas de su esfuerzo.
Son hijos de las selvas, solitar compañeros tranquilos de la nub amigos de la lluvia y de las rach y Ellos tumban madroños center y la canción de su trabajo sube, con el himno sonoro de sus hacha con el himno vibrante que se pie la manera de gallardo grito, en el confin de la montaña verde y en el eterno azul del infinito.
Nosotros, dicen ellos, no anhela el enfermo placer de los pudiente ni sus viandas mejores, ni sus vin trabajo y honradez son nuestros a y bebe inos del frescor de las vertier que brotan con acentos cristalinos comemos el azúcar de la fruta que sazona en el bosque de la sie si viene la escasez no nos inmuta mientras de plantas nuestra madre Por el curvo camino siempre va sintiendo los más íntimos sosiegos el aura besa nuestros labios rojos, nos dan aroma los silvestres ramos y vemos, al pasar, los labriegos preparande, de nucvo, sus rastrojo Hermano. dijo el joven. iqué es la tierra! Ella oculta en sus en los tucuicos, los güísaros y el nance los toritos pintados y la rosa.
los sonoros trigales y las cañas que pone, con amor, a nuestro alca Tenemos sed? Allí los manant que bajan de las cimas los llanos y de estos a las quiebras de la hone nos ofrecen con risas sus cristales, nos ofrecen su líquida frescura.

    Notas

    Este documento no posee notas.