Guardar

ISS STRADIS impresiones porteñas La costumbre es ley. Principio illcontrovertible. Nosotros vans trus 13 costumbre, precisamente porque sea al, sino más bien por lo de ley que ella jene. Háslese entre personas cuales.
quiera de cumplir por particular impul.
so una cosa, y con gesto si no despre cativo, si de cansancio, será acogida la voz impulsadora, por no decir impulsy.
ra; mas vistase esa voz de autoridad y desele el carácter de mandato; major sun, hagise un cuerpo de ley conteniendo ese mandato y, como por el inicio de una corriente electro motriz, sin proiesta y sin cansancio cumplirá cada uno el precepto. Senor, cuánta cursileria!
Tiradme una cuerda para ayudarme a salir de este doblesegredismo en que melia 11o. Quedamos en que la costumbre es Jey. Pues bien, siguiéndola massamen.
te, me dió la ventolera, a mi, fastidiado y fastidioso habitante de la capital, por echar, como dicen las buenas gentes, una cana al aire, irme, ya no digamos en busca de los campos y montañas, sino en pos de las playas de Puntarenas.
Véase cómo: Sabeo ya de sos ustedes que los senores Magistrados tienen quince dias de asueto, para reponerse de las pesadisimus tareas del año. Creo que va para dos, empezaron ellos disfrutar de su sagrado derecho. Pues bien, los senores en cuestión saben mucho, lo cual 10 Es una novedad. ms so saber no abarca tanto como su mirad. a pesar de las gaitas que cabalgin algunas ve.
ces sobre su nariz. Ven muy lejos los ilustres cogados de nuestra Suprema Corte: yasi, comprendieron, al regresar Je sus esparcimientos, que se iba lo comido por lo servido, pues quedando en funciones la primera instancia, todo c! Cabajo a alzada semularia hasa formar e estima de expedientes por proveer, capaz de 4gor el gusto a los paladares estados cola placidez de una quince incomparablemente fi.
Yun dia en que de seguiro acertaron amanecer de un humor, alguno de ellos propuso: démosle su 12 esos muchichos. los viejos sillones crtigieron al otorgarse voto unánim: y afirmativo la moción.
Vaya usted describir el jubilo de jueces y subalternos una vez que, tras pellizcarse las sedentarias carnes, comprendieron no ser un sueño la hermosa realidad que tocaba a sus puertas.
Pues, y los abogados? Bien daria yo hasta aquello de que no dispongo, condición de expresar cercanamente las exclamaciones de entusiasmo salidas de sus bocs.
No faltó de entre ellos, por supuesto, quien arrugase la sudosa nariz, califi cando la mida de vagabundaje y otras ctcéteras. Hipocritones! Como si alguno le fuese posible, dentro del crervante tropicalismo en que vivimos, sustraerse al amoroso cclamo del fantas reces decantado dolce farniente.
El caso es que, cste quiero, aquel no, nadie se quedará sin cchar, 110 digo va un, sino muchas canas al aire.
Desos fuimos nosotros. mucha honra.
Solo que, como decía antes, miyi 113 estimado compañero mio, nos dió por las impresiones un poco inis fuertus, ya Puntarenas! Puntarenas, aquel puertecito encantador en donde se refugian, antes de irse para siempre, tantas bellezas tradicionales que nos ponen en contacto con aquella raza fuerte, alegre y sencilla de nuestros aborigenes.
Ardo en deseos de contar un na las grasas impresiones recibidas en aquel hermoso lugar. Pero, mucho me temo que el cuentecito result, largo y sobre large fastidioso. No ostante, récem: que, acostumbrado como se ha.
1:a muestro paciente público átragsesey

    Notas

    Este documento no posee notas.