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PÁGINAS II CSTRADAS PAGINAS ILUSTRA Resonancias del terruño.
Por Ramón Quesada.
Ultimos días de Cartago Cole: Continuación un e Cna de las personas que con mayor interes habir venido estudiando la serie de temblores iniciada el 13 de abril es el Doctor don Arturo Pérez Martin. Director del Liceo de Costa Ricit, quien se encon.
traba recidentalmente con su estimable scñora y familia en el Colegio de San Luis Gonzaga, durante la noche del de maso, o sólo porque las habitaciones del Liceo babian quedado inutilizadas desde los primeros remblores. sino porque el Doctor estaba organizando el Colegio, mientras llegaba de España el nuevo Di.
Tector contratado por la Municipalidad de Cartago, don Alejandro Pérez Marsin.
La impresión personal del Doctor Pérez Martin, como testigo presencial de la cl tistrofe, es un documento de alta importancia histórica, que aunque, en algunos ligeros detalles, difiere de mis propias ab.
servaciones consignadas en articulos ante riores, pues cada cual 2010, como es na lural. diferente manera de apreciar el fenomeno, según las circunstancias de que estaba rodeado durante el momento critico, no puede nenas que formar parte de estas tristes RESONANCLAS destinadas trasmitir a la posteridad el recuerdo de una espantosa desgracia, sin precedente en nuestro país.
He aqui e interesantisimo articnla des.
criptivo que se hace referencia.
adob muerte sin que el corazón diera un latido largo de esperanza. Instantáneansente quedamos tios, oscuras, pues tardaria medio segundo en extinguirse la luz de los filamentos de ve pe las lámparas cléctricas. Muchas personas cia ei Licen que no sintieron más que un solo Llam golpe derribo a Cartago; pero no fue asi, legu sino que el terremoto duró de catorce rred dieciséis segundos durante los cuales, sin escot poder moverme del centro del patio, adonde debi saltar sin darme cuents, con los brazos en alto y actitud de loco. vo ví voi muchas cosas. Via mi hijo de dos pier años, acrebatado dos veces de manos de Sc la sirviente, vi ni esposa derribada dos tuvie veces y venir por el suelo arrastrándose; vi ondular las fuentes columnas de made vers del claustro y danzar las rejas en zig zag antes de caer al suelo. Separados por in. nada tervalos de medio. de uso y de dos se abra gundos, hubo de seis siere trepidaciones sing que produjeron ruido de fusileria, y que gran debieron marcar los tiempos en que la abra ciudad caró, pues los getumbos que se criml sintieron después, producidos en las cavi.
dades volcanicas del Irazú por dislocaY ción de capas internas, no eran nada semejante. El polvo que produjeron los cs.
hijo.
con bros. formó una atmosfera de asfixia, dell rrem que nos impedia ver. respirar y am cirnos voces; quizis era el terror lo que la nos hacia hablar a gritos, pero mi impremed sión personal es que solo podíamos vernos abriendo bien los ojos para que eniri ra puñados en las órbitas el poivo amarillento pero las pupilas algo de la luz difusa del expirante crepúsculo: que solo podiamos respirar llenando la boca de suT cios y secos penachos colgantes que seca pare ban las fauces y que sólo gritos trasmi. nos sia el sonido aquella atmosfera de ladrillo molitio. Cuando nos dimos cuenta de que Cam viviamos y nos contamos con la vista, la sirviente gritó que mi hija habia quedado mud la cocina.
sand Atravesé a la carrera y en tinieblas el patid Crónica de una noche trágica Llegué a Camago las seis de la tarde del miércoles de mayo y, terninada la comida, paseaba con mi esposa con el menor de mis hijos por el claustro del Colegio de San Luis Gonzaga.
Hablabansos de la famili; tres dias despues llegara mi hermano encargarse de la Dirección del Colegio y yo descansaria del improbo trabajo que me dahan las clases de Cartago. la Dirección del Colegio y la del Liceo de Costa Rica.
de aquel ajetreo de ir a Cartago y vol ver San Jose Ha temblado en San Jose Yo no he sentido aqui?
En Cartago ha semblado fuerte dos tres veces. He tenido cablegrama de mi hermano: el vapor español en que llegarii, acaba de salir de La Habana El niño corria delante de cuando en cuando nos dirigia preguntas. Se iba haciendo de poche y la neblina bajaha agirones de las montañas y cubria poco poco la ciudad.
De repente, un chasquido liorroroso como el de la descarga de cien fosiles cien metros de distancia nos heló la sangre con el instinto por unica guía, los ojos fuera de las órbitas, sentimos llegar la nos sas

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