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14 PÁGINAS ILUSTRADAS dimirme de este quebranto el honor y blo y sobre el hombre. Pero sólo las grangloria que disfruto en mi empleo. des injusticias, los grandes desaciertos lleMe atrevo decir que la elección en nan al mundo con su nombre. Los aciermi para el destino que ocupo ha sido con tos, la justicia y la probidad del Magistratra lo dispuesto en el aatículo 79 de la do permanecen ocultos, como la virtud Constitución del Estado, pues mientras privada; y solo el Pueblo virtuoso y libre no satisfaga las crecidas sumas que adeu las aprecia cuando puede conocerlas.
do, no puedo contarme con ningunos bic El Político decide la suerte de las nanes libres, en cuya virtud y de todo lo ciones y las llena con su nombre. El que dejo expuesto, os suplico rendida Guerrero recoge laureles en los campos mente que atendáis la justicia que me más iridos, vive y muere con brillo.
asiste, y que en obsequio del bien gene El Magistrado mucre, oprimido por ral del Estado, os dignéis mandar que los la responsabilidad y por la execración púpueblos elijan otro sujeto que por sus lu. blica, o ignorado de los mismos quieces sea más digno del citado empleo y nes conservó restituyó su hacienda.
que, como yo, desee el bien y la prospe Corte Superior de Justicia del Estado ridad de la patria. San José, octubre II de Guatemala, treinta y uno de diciembre de 1825. Josef Rafael de Gallegos. de mil ochocientos veinticinco. José Ig.
nacio Palomo. José Antonio Larrave. Fragmentos Nicolas Espinosa. Francisco Xabier Va.
Las funciones judiciales del Magistrado lenzuela son tan altas como oscuras, su poder se Por la copia fiel, ejerce en grande y en detal, sobre el PueRAMÓN ZELAYA En tu ausencia Desde la tarde aquélla recuerdas? su con las manos llenas de blancas azucenas, premamente bella como el atardecer de para decorar el altar de nuestro amor.
una apasible existencia; desde la tarde. Soñé que eres ya mia. Llegué aquélla recuerdas. el camino bordea donde tú estabas. Me aguardabas, y mis do por verdes arbustos que se balancea brazos oprimieron tu cuello de seda, y ban coquetamente al compás de la brisa, mis ojos leyeron en los tuyos un poema el sol cayendo allá tras de los montes, de crnczas que sintió tu alma.
majestuosamente, y nuestras sombras lar Como la tarde aquélla, el cielo sonrió gas. muy largas; recuerdas? el cielo pa nuestro paso. era un amanecer y el reció sonreír nuestras miradas, y la bri sol naciente arrojó más vivos colores sosa se llevó entre sus alas de seda los bre la pradera. La brisa campestre, preñaecos de nuestras palabras de amor; desde da de olores de la selva, dejó sus perfuesa tarde, joh, dulce y amorosa amada mes entre tu blonda cabellera, destrenzamial a cuya despedida quise hablarte mu da, como una gavilla de trigo maduro, cho, y casi nada te dije, porque la pala. las aves salmodiaron sus bellas armobra enmudece cuando habla el alma, te nias al borde de sus nidos, y las flores espero, suplicante, al borde del camino verticron todo el tesoro de sus perfumes.
de nuestro amor, fijos los ojos en el reco Ya eres mia. Entonces la vida me pado del camino por donde te ocultaste, reció muy conta para gozar de todos tus donde te oprimi mucho la mano, y no encantos.
apareces. Te esperaré hasta que retornes, ALBERTAZZI AVENDAÑO Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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