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Discurso del Santo Padre al inaugurar los trabajos de la III Conferencia Gene ral del Episcopado Latinoamericano Amados Hermanos en el Episcopado: Maestros de la verdad Es un gran consuelo para Pastor universal constatar que os congregáis aqul.
no como un simposio de expertos, no como un parlamento de políticos, no como un congreso de científicos o técnicos, por importantes que puedan ser esas reuniones, sino como un fraterno encuentro de Pastores de la Iglesia. como Pastores tenéis la viva conciencia de que vuestro deber principal es el de se!
Maestros de la Verdad. No de una verdad humana y racional, sino de la Verdad que viene de Dios; que trae consigo el principio de la auténtica liberación del hombre: conoceréis la verdad y la verdad os hará libres (Jn. 32. esa verdad que es la única en ofrecer una base sólida para una praxis adecuada.
Esta hora que tengo la dicha de vivir con vosotros, es ciertamente histórica paa la Iglesia en América Latina. De esto es consciente la opinión pública mundial, son conscientes los fieles de vuestras iglesias locales, sois conscientes sobre todo vosotros que seréis protagonistas y responsables de esta hora.
Es también una hora de gracia, señalada por el paso del Señor, por una particularísima presencia y acción del Espíritu de Dios. Por eso hemos invocado con confianza a este Espíritu, al principio de los trabajos. Por esto también quiero ahora suplicaros como un hermano a hermanos muy queridos: todos los días de esta Conferencia y en cada uno de sus actos, dejaos conducir por el Espíritu, abríos a su inspiración y a su impulso; sea El y ningún otro espíritu el que os guié y conforte.
Bajo este Espíritu, por tercera vez en los veinticinco últimos años, Obispos de todos los Países, representando al Episcopado de todo el Continente Latinoamericano, os congregáis para profundizar juntos el sentido de vuestra misión ante las exigencias nuevas de vuestros pueblos.
La Conferencia que ahora se abre, convocada por el venerado Pablo VI, confirmada por mi inolvidable predecesor Juan Pablo y reconfirmada por mí como uno de los primeros actos de mi Pontificado, se conecta con aquella, ya lejana, de Río de Janeiro que tuvo como su fruto más notable el nacimiento del CELAM. Pero se conecta aún más estrechamente con la Il Conferencia de Medellín, cuyo décimo aniversario conmemora.
En estos diez años, cuánto camino ha hecho la humanidad, y con la humanidad y a su servicio, cuánto camino ha hecho la Iglesia. Esta III Conferencia no puede desconocer esa realidad. Deberá, pues, tomar como punto de partida las conclusiones de Medellín, con todo lo que tienen de positivo, pero sin ignorar las incorrectas interpretaciones a veces hechas y que exigen sereno dis.
cernimiento, oportuna crítica claras tomas de posición.
Os servirá de guía en vuestros debates el Documento de Trabajo, preparado con tanto cuidado para que constituya siempre el punto de referencia.
Pero tendréis también entre las manos la Exhortación apostólica Evangelli Nuntiandi de Pablo VI. Con qué complacidos sentimientos el gran Pontifice aprobó como tema de la Conferencia: El presente y el futuro de la evangelización en América Latina. Lo pueden decir los que estuvieron cerca de él en los meses de preparación de la Asamblea. Ellos podrán dar testimonio también de la gratitud con la cual él supo que el telón de fondo de toda la Conferencia seria este texto, en el cual puso toda su alma de Pastor, en el ocaso de su vida. Ahora que él cerró los ojos a la escena de este mundo (cf. Testamento de Pablo VI) ese Documento se convierte en un testamento espiritual que la Conferencia habrá de escudriñar con amor y diligencia para hacer de él otro punto de referencia obligatoria y y ver cómo ponerlo en práctica. Toda la Iglesia os está agradecida por el ejemplo que dais, por lo que hacéis, y que quizás otras iglesias locales harán a 1, Vigilar por la pureza de la doctrina, base en la edificación de la comunidad cristiana, es pues, junto con el anuncio del Evangelio, el deber primero e insustituible del Pastor, del Maestro de la fe. Con cuánta frecuencia ponía esto de relieve San Pablo, convencido de la gravedad en el cumplimiento de este deber (1 Tim. 1, 7; 1820; 11, 16; Tim. 1, 14. Además de la unidad en la caridad, nos urge siempre la unidad en la verdad. El amadísimo Papa Pablo VI, en la Exhortación Apostólica Evangelli Nuntiandi. expresaba: el evangelio que nos ha sido encomendado es también palabra de verdad. Una ver dad que nos hace libres y que es la única que procura la paz del corazón: esto es lo que la gente va buscando cuando anunciamos la Buena Nueva: La ver dad acerca de Dios, la verdad acerca del hombre y de su misterioso destino, la verdad acerca del mundo. El predicador del evangelio será aquel que, aun a costa de renuncias y sacrificios, busca siempre la verdad que debe transmitir a y los demás. No vende ni disimula jamás la verdad por el deseo de agradar a los hombres, de causar asombro, ni por originalidad o deseo de aparentar. Pastores del Pueblo de Dios: nuestro servicio pastoral nos pide que guardemos, de fendamos y comuniquemos la verdad, sin reparar en sacrificios (E. 78. su vez.
El Papa quiere estar con vosotros en el comienzo de vuestros trabajos, agradecido al Padre de las luces de quien desciende todo don perfecto (Sant.
1, 17. por haber podido acompañaros en la solemne Misa de ayer, bajo la mirada materna de la virgen de Guadalupe, así como en la Misa de esta mañana.
Muy a gusto me quedaría con vosotros en oración, reflexión y trabajo: permaneceré, estad seguros en espíritu, mientras me reclaman en otra parte la sollicitudo omnium ecclesiarum (2 Cor. 11, 28. Quiero al menos, antes de proseguir mi visita pastoral por México y antes de regresar a Roma, dejaros como prenda de mi presencia espiritual algunas palabras, pronunciadas con ansias de Pastor y afecto de Padre, eco de las principales preocupaciones mías respecto al tema que habéis de tratar y respecto a la vida de la Iglesia en estos queridos Países.
Verdad sobre Jesucristo 1, De vosotros, Pastores, los fieles de vuestros países esperan y reclaman ante todo una cuidadosa y celosa transmisión de la verdad sobre Jesucristo. Esta se encuentra al centro de la evangelización y constituye su contenido esencial No hay evangelización verdadera mientras no se anuncie al nombre, la vida las promesas, el Reino, el misterio de Jesús de Nazareth, Hijo de Dios (E. 22. Del conocimiento vivo de esta verdad dependerá el vigor de la fe de millones de hombres. Dependerá también el valor de su adhesión a la Iglesia y a su presencia activa de cristianos en el mundo. De este conocimiento derivarán opciones, valores, actitudes y comportamientos capaces de orientar y definir nuestra vida cristiana y de crear hombres nuevos y luego una humanidad nueva por la conversión de la conciencia individual y social (cf. 18. De una sólida cristología tiene que venir la luz sobre tantos temas y cuestiones doctrinales y pastorales que os proponéis examinar en estos días.
1, Hemos pues de confesar a Cristo ante la historia y ante el mundo con com vicción profunda, sentida, vivida, como lo confesó Pedro: Tú eres el Cristo e Hijo de Dios vivo (Mt. 16, 16. Esta es la Buena Noticia en un cierto sentido única: la Iglesia vive por ella y para ella, así como saca de ella todo lo que tiene para ofrecer a los hombres sin distinción alguna de nación, cultura, raza, tiempo, edad o condición. Por eso desde esa confesión (de Pedro. la historia de la Salvación sagrada y de Pueblo de Dios debía adquirir una nueva dimensión. Homilía de dues Pablo Il en el comienzo solemne del Pontificado, 22 octubre 1978. Este es el único Evangelio y aunque nosotros o un ángel del cielo os anun ciase otro evangelio distinto. sea anatemal. como escribía con palabras bien claras el Apostol (Gal 1, 1, Ahora bien, corren hoy por muchas partes el fenómeno no es nuevo Relecturas del Evangelio, resultado de especulaciones teóricas más bien que de auténtica meditación de la palabra de Dios y de un verdadero compromise evangélico. Ellas causan confusión al apartarse de los criterios centrales de la de la Iglesia y se cae en la temeridad de comunicarlas, a manera de catequesis a las comunidades cristianas.
En algunos casos o se silencia la divinidad de Cristo, o se incurre de hecho en formas de interpretación reñidas con la fe de la Iglesia. Cristo sería sojames, te un profeta. un anunciador del Reino y del amor de Dios, pero no el verde El discurso del Papa Juan Pablo Il en la inauguración de la lll Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, tuvo un influjo decisivo en el trabajo de todas las comisiones y en la redacción del tex.
to final. Este discurso fue distorsionado por un cierto sector de la prensa y manipulado en función de intereses completamente ajenos a la mentalidad y al pensamiento del Santo Padre.
Transcribimos aqui el texto integro de este discurso y agregamos un breve comentario realizado por un grupo de teólogos que expone en forma sistemática el pensamiento del Papa.

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