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Angustias por la violencia de la guerrilla, del terrorismo y de los secuestros realizados por extremismos de distintos signos que igualmente gravan la convivencia social.
mo, cuentra en muchos casos su origen y apoyo en mecanismos que por encontrarse Impreganados no de un auténtico humanissino de materialismo producen a nivel internacional, ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres. Juan Pablo II, discurso Inaugural Esta realidad exige, pues, conversión personal y cambios profundos de las estructuras, que responden a las legítimas aspiraciones del pueblo ha.
cia una verdadera Justicia social; cambios que o no se han dado o han sido demasiado lentos en la experiencia de nuestra Amé.
rica Latina. 20) c) Esta situación de extrema pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos en los que deberíamos reconocer los rasgos sutrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestiona e Interpela. rostros de indígenas y con frecuencia también de afro.
americanos, que viviendo marginados y en situaciones Inhuma.
nas, pueden ser considerados los pobres entre los pobres. rostros de campesinos, que como grupo social viven relegados en casi todo nuestro continente, careciendo de tierra, en situación de dependencia Interna y externa, sometidos a sistemas de comercialización que los explotan. rostros de obreros con frecuencla mal retribuídos y con dificultades para organizarse y defender sus derechos. rostros de marginados y hacinados urbanos, con el doble impacto de la carencia de bienes materiales, frente a la ostentación de la riqueza de otros sectores sociales. rostros de sub empleados y desempleados, despedidos por las duras exigencias de crisis económicas y muchas veces de modelos de desarrollo que someten a los trabajadores y sus famlllas a frlos cálculos económicos. rostros de jóvenes, desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad, y frustrados, sobre todo en zonas rurales y urbanas marginales, por falta de oportunidades de capacitación y ocupación. rostros de niños, golpeados por la pobreza desde antes de nacer, por trabárseles sus posibilidades de realizarse a causa de deficiencias mentales y corporales irreparables que los acompanarán toda su vida; los niños vagos y muchas veces explotados de nuestras ciudades, fruto de la pobreza y desorganización moral famillar. rostros de ancianos, cada día más numerosos, frecuentemente marginados de la sociedad del progreso que prescinde de las personas que no producen. 21) Compartimos con nuestro pueblo otras angustias que brotan de la falta de respeto a su dignidad como ser humano, como Imagen y semejanza de Dios y a sus derechos Inallenables como hijos de Dios. 22) a) Palses como los nuestros en donde con frecuencia no se res petan derechos humanos fundamentales. vida, salud, educa.
clón, vivienda, trabajo. están en situación de permanente violación de la dignidad de la persona. 24) c) La falta de respeto a la dignidad del hombre se expresa también en muchos de nuestros países en la ausencia de partic pación social a diversos niveles. De manera especial nos qu remos referir a la sindicalización. En muchos lugares la legi lación laboral se aplica arbitrariamente o no se tiene en cue ta.
Sobre todo en los países donde existen regímenes de fuerzi se ve con malos ojos la organización de obreros, campesinos y sectores populares, y se adoptan medidas represivas para in pedirla. Este tipo de control y de limitación de la acción no acotece con las agrupaciones patronales que pueden ejercer todo su poder para asegurar sus intereses. 23) b) esto se suman las angustias que han surgido por los abusos de poder, típicos de los regímenes de fuerza. Angustias por la represión sistemática o selectiva, acompañada de delación, violación de la privacidad, apremlos desproporcionados, torturas, exilios, angustias en tantas famillas por la desaparición de sus seres queridos, de qulenes no pueden tener noticia alguna.
Inseguridad total por detenciones sin órdenes judiciales. Angustlas ante una Justicla sometida o atada. Tal como lo indican los Sumos Pontifices, la Iglesia, por un auténtico compromiso evangélico. debe hacer olr su voz denunciando y condenando estas situaciones, más aún cuando los gobernantes o respon sables se llaman cristianos (Conferencia Juan Pablo II, Doc.
Inaugural II, En algunos casos la sobrepolitización de las cúpulas sindicales distorsionan la finalidad de su organización. 25) d) En estos últimos años se constaia además el deterioro del cuadro político con grave detrimento de la participación ciudadana en la conducción de sus propios destinos. Aumenta, mbién con frecuencia la injusticia institucionalizada. Ader as, 29
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