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PAGINA DOCE MUNDO FEMENINO JUEVES 14 DE SETIEMBRE 1950 CARTAS VIEJAS PƠESÍA DE CENTROAMÉRICA Montón de cartas viejas, sabor de tiempos idos; manojo de recuerdos prendidos del ayer, palabras de consuelo de seres muy queridos o tal vez la promesa de amor de una mujer. frases de esperanza y ensueños desteñidos; el verso evocativo de algún atardecer y mil sabios consejos que fueron siempre oídos de aquella buena maestra que estructuró mi ser.
Retazos del pasado son esas cartas viejas; en unas hay ternuras: en otras vibran quejas y algunas aún parecen llenarse de ilusión.
RECUERDAME.
BORRASCA Inmenso mar, sonoro y caprichoso, que danzas con la música del viento y arrojas tus cristales en las rocas, qué soberbio el fragor de tu violencia, palpitante de espumas y de sales!
pena. RePor eso cuando quiero volver a épocas idas rebusco en el armario mis cartas tan queridas y entonces de recuerdos se embriaga el corazón.
Recuérdame, te pido solamente. No dejes que me absorba el frío.
Recuérdame en tus horas de tristeza y dura cuérdame en las noches de alegría.
Tranquila vé y recorre mi camino. Asómate al predio de mi tumba. Cántame en tu esperanza melodias siempre frescas, como rosas sin par que tú me dejes.
Ven, recuérdame, que en la paz tranquila del que espera, surjen flores que son como poesias.
Recuérdame, te pido cuando puedas y, así viviremos nuestra vida que es eterna cuando se ama, y a la cual la soledad vencer no puede.
Recuérdame, amor, siempre dichosa.
Recuérdame, amor, que yo te espero.
Gmo. Fernández Mora Orotina, Costa Rica.
Me circunda la voz de la borrasca en esta noche triste de recuerdos. me azotan impavidas las olas y no encuentro refugio ni consuelo, porque soy como un barco a la deriva!
Oh, dolor de las almas inflamadas de un anhelo de amor que no se alcanza!
Busco el faro que alumbre mi destino mientras voy prisionera de la noche en que ríen los místicos luceros. Cuándo al fin anclaré con alegría en un puerto de amor y bienandanza. no respondes mi Dios, a mi llamado?
DAN Mario Ramirez Villalobos Porque soy vagabunda Costa Rica.
Sólo escucho el rumor de la tormenta, carcajada de sal en el vacío!
POETISAS HONDURENAS Yolanda Caligaris Managua, Diciembre de 1949 y Enero de 1950.
ANGELA OCHOA VELASQUEZ Nació en la ciudad de Comayagua el año de 1886. Se ha dedicado al cultivo de la poesía y al periodismo, colaborando en la mayor parte de la prensa nacional y en algunos periódicos centroamericanos. En 1932 publicó su libro de poesías titulado Lotos y Ajenjos que mereció elogiosos comentarios críticos. Ha escrito varios dramas que han sido representados figurando entre ellos Los Claveles Rojos. Tiene preparado un nuevo libro titulado Espigas.
AMOR DE GITANA SERRANITA Hay en mi corazón amor profundo y hay el fuego de todos los volcanes, y toda la ternura de este mundo, y para amar. la fuerza de titanes Porque soy vagabunda conozco los caminos húmedos y fragantes que en el monte se enroscan; los que suben, despacio, al nido de la fuente, los que se traga el bosque con su boca de sombra.
Porque soy vagabunda he bajado al barranco a despertar al eco en su cueva de rocas; persiguiendo la arisca libélula de nácar, el moscardón de acero que zumba entre las hojas.
Me he tendido en el musgo sobre almohada de helechos, oyendo el trino fino que suelta la chiltota; y la oruga del lodo ha comido en mi mano, y han bailado en mi frente briznas y mariposas.
Vi abrirse el cascarón del huevillo del pájaro la seda enrollada de la prieta amapola; probé la pulpa rica de la fruta silvestre, y descubri panales y recogi bellotas.
El viento me ha contado cuentos de maravilla ofreciendo al pasar, lo que lleva en su alforja; olor de balsamera, de yerbas, de racimos, y todos los rumores de la tierra redonda.
La tonada del río, entre juncos y breñas, me da el sentido exacto que hay en las siete notas; y aprendo el equilibrio y la gracia del ritmo en el vaivén azul y lento de las olas.
Corro con pies descalzos sobre la playa tibia: me unto barniz de sol, juego en el agua loca; y adorno el cuerpo alegre con espuma irisada, y pulseras de algas, y collares de conchas.
La noche me regala sus gajos de luceros; la luciérnaga mínima su llamita temblona; el grillo su chillido clavado en el silencio, y el murciélago huraño su vuelo de alas flojas.
Porque soy vagabunda toda belleza es mía, y mío es el deleite que los demás ignoran.
iSuelto mi canto vivo como pájaro libre, y tengo el alma diáfana, esponjada y gozosa!
Serranita, ya el alba se asomó tras la cumbre, y entre gasas sacude su ramaje el pinar; Serranita, ya invaden tu pajiza techumbre, los pichones de alondra con su eterno piar.
Serranita. despierta, ve por agua a la fuente, haz la lumbre y eleva tu oración matinal; y bendiga tu labio la quietud del ambiente, cuando invoques al Padre que te libre de mal.
Serranita trigueña, serranita sencilla, que cultivas tus matas de azucena y jazmin; y que dejas bien limpios tus cacharros de arcilla, mientras hundes tus ojos en lo azul del conſin.
Serranita. en qué piensas que suspiras tan hondo?
Serranita, es que bordas lu ritual soñación?
do es que evocas el cuento de algún principe blondo que rompiera el encanto secular de un dragón?
Serranita: Dios quiera que no sepas mañana, de la intensa amargura y el acerbo sufrir; del adios que nos dice la esperanza lejana, cuando queda tan sólo la verdad de Morir. aquel a quien yo diera mi cariño, tendría fidelidad y devoción, y hombre seria al amarle, para cuidarle. niño a quien acunaría en mi corazón. por única joya le diría que me diera el zafiro de la sinceridad, para que así, cuando ya no me quisiera, decirmelo pudiera con valor y lealtad, ésta, bálsamo sería para la herida que tal desilusión me causaría, y tal vez con el tiempo olvidaría como suele pasar siempre en la vida.
En cambio si engañarme él pretendiera, y su traición muy bien disimular, un filoso puñal lo enterraría en ese corazón que yo quería, aunque luego tuviera que llorar.
Angela Ochoa Velasquez CLAUDIA LARS Salvadoreña ROSALIA DE SEGURA El Salvador EL VOLCAN DE AGUA (1)
Por José Batres Montúfar (Guatemala)
Sobre la gran muralla americana y al vértice elevado se encamina, Mira a un lado el océano poderoso, y la sublime cúpula adornada altivo torreón, vecino al cielo.
Icómo va sus ideas ensalzando cuyas olas azules van lamiendo de suspendida nubecilla leve, su cúspide levanta soberana, al par que va subiendo y va mirando! la inmóvil planta al terrenal coloso: deshecha y pura y blanca como nieve.
a do jamás osó llevar su vuelo al Izalco, por otro, mira ardiente la reina de las aves atrevida Alli en su patria misma el ſiero rayo allá en una comarca más distante el filósofo en éxtasis admira que en la cuna de Júpiter anida.
oye ronco tronar bajo su planta, el Momotombo mira fulminante.
las obras portentosas de natura, y el sol que el monte hiere de soslayo, y quiere comprenderlas y suspira Gigantes es Almolonga entre los montes; y la nube que lenta se levanta, y sin saciar su vista ni su mente, al ver su presunción y su locura; fuerte, soberbio, grande entre los grandes. y su sombra, contempla, que distinta, por estrecho sendero y escarpado y su saber y su razón humilla cuál domina millares de horizontes!
cual espectro en la atmósfera se pinta. baja a la montaña lentamente ante el autor de tanta maravilla. Cómo huella la cumbre de los Andes!
el sabio a sus ideas entregado, 1Cómo mira a su falda avasalladas Verde, risueña, alegre, la campaña tal virtud, tal poder, tal fuerza encierra Luego exclama el filósofo admirado; de cien montes las cimas encumbradas! que mil arroyos cruzan argentinos, laquel gran monumento de la tierra. ves ese monte altivo y desmedido divisa, y la ciudad y la cabaña: que tantísimos siglos ha pasado, Cuando animado el pensador profundo y el cerro con sus bosques y sus pinos; Se vuelve y ve de la montaña erguida grande, soberbio, silencioso, erguido, de la sublime inspiración divina, el lago de cristal, la fértil vega en la cintura atlética azulada cual monarca del Norte de los Andes?
quiere ver a sus pies el ancho mundo. y el río transparente que la riega.
cándida zona en derredor ceñida, Pues ahí cerca hay otros dos más grandes. 1) Llamado así vulgarmente a causa de las aguas que recogidas en su cráter, lo rompieron causando la inundación de la primera ciudad de Guatemala en 1592.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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