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PAGINA LITERA Doningo, 25 tr el flón que eu sus Titánica es Cuento Todos enfermos (El despacho del Juez de instrucción.
El Juez, el célebre Dr. Lonbroso y Un criminal conducido por dós gendarmes. El juez. Lo he hecho Mamar, mi qnerido doctor, para que examine a este muchacho. Sn caso es DJUY COL»
Plicado: asesinó a una anciana y cuseguida la desvalijó, No comprendo absolutamente nada y lo que me confunde todavía més es que este des graciado ke hecho una confesión completa. Le parece a usted que eso es notural?
Bl doctor Lombroso. No tiene nada de natural. Al asesino. Mués.
trerce la lezgue, amigo. El asesino saca la lergra. Om. Ob! H6 aquí una lengua que indica que, ex efecto, estamos en presexcia de va Ea30 pstolégico excesivramexte curio30. Pero empecemos por el principio y estodiemos desde luego los síntomas. Decíamos, pues, amigo, que us ted dezolló a una mujer de cierta edad. El crimisal. Sí; Je confezo. Pero que we dejen tranquilo. El doctor. Qué de enfermo en esa respuesta. que me dejen tranquilo. Con dnlznra. Vemos: calma, buena voluntad y se traterá de curarlo a msted. después de baber esesizado esa mujer. qué es lo que usted hizo. El criival. Qa que tendré que la plata.
El juez. Al doctor. Qué ledecía yo. Confesa. Es inconcebible!
El doctor. Permítame que conti.
tinúe examivándolo. Le toma el pulso al criminal. Sufre usted jaquecs algrna vez? o El erimiral. De tiempo en tiemn po; enando he bebido mucho. El doctor. Ya lo sospechaba. Y celembres en el estómago. El criminsl. menudo por la TMaS2nE. Ps El doctor. Bien. pesemos ahora al cráneo. Inclínese, mi amigo; 20 tenga miedo, que nose le bará dat. repetirlo por centésimia. vez? Le robé. l re, señor juez de instrucción. ve este pento. Puea bien, ereo y afirmo, y al fuese menester apostaría una Juerte suma, que eneste Jugar hay adherencia absoluta del cerebro con el cráneo y que, por consighiente, este muchacho, que trata de extrayiar a lá justicia y a la ciencia con confesiones ridículas es el individuo más irresponsable de sos actos que baya existido desdela creación. Severa. mente. No es posible engañar el médico, señor mío. Al juez. Por lo demás, he traído mi escalpelo y, si usted lo permite, espero demostrarle lo que afirmo, valiéndome para ello de un simple agujero que voya precticar en la caja eraneena. Saca el escalpelo. El criminal. Retrocediendo. Ah! Eso sí que nó. Para qué tántes vueltas? Soy culpable. Archiculpable.
Confieso todo lo que ustedes quieran. Están contentos?
El doctor. Mir ndolo cara a cara. naled be atreve a afirniar ante mi que cúando asesinó a su víctima sabía lo que estaba haciendo. EJ criminal. Claro que sí!
El doctor. jA otra perro, amigo ¡uío, a olro perro con ese hueso! Esa es una historia pora niños. EB, th, muchacho! Le he atrapado a nsted. Al juez. No recuerdo Juber visto jatuás uu caso de locura tun coracterizada, Elcriminal. Que yo estoy loco?
El doctor. Loco de atar, wi mu De la Cólquida eterna pe dirige hucia el puerto, consmular del oro la caforzada conquista, y hiélo excavando el monte, donde espera que exista euciios tiene ya descubierto, la brega y cl tesoro es incierto.
y mientras más la entraña más blandirá la ozada y SeUZAPÁ Ta vista pues ha de herir la vota O ba de abatirae muerto, Iosiste. Kl 201 le falta y el aire anrarecido del socavón de osfixia. Eu la Iscba que libra, se mantiene ch el amtro coma unn púgil erguido, cuavdo ya se siente dexmayar fibra a Gbra, ve, entre el dolor y el goce del esfuerzo cumplido, Que en aurífcroa lamspos el filón salta y vibra.
ño. Palpa. el cuero csbelindo. Mi. de enero de 1925 A minero y e (De Enis Earlos) Pi de la tierra resista, Eo Micuxr RAscH ISLA OS chacho. Al juez. Abora vamos a ocuparnos en los fenómenos atávicos, señor Juez de instrucción. Son de la mayor importancia. No hay, por ssí decirlo, un ejemplo de leco que no baya tenido otros locos enla femilia, Ustedes, magistrados, preguntan a los culpables. Qué bizo nsted en la noche dele. Nosotros, los sabios, buscamos prue.
bas enla noche de los tiempos. Vol»
viéndose hacia el criminal. Voy a dirigirle una pregunte. Fíjese bien en lo que ya a contestarme.
Bl criminal, Lo escucho.
El doctor. Qué hacían sus antepasados hacia mediados del siglo XVII? No se Ofusque y, Sobre todo, 20 trate de buscas una coartada.
El criminal. Hacía mediados. El doctor, Esteban locos ¿uo es cierto?
El crimival. Hum! no me atregerie a afirmarlo.
El doctor. Sí que es buena. Aca: so va a intentar hacerme creer que el bisabuelo de su padre no estaba loco?
El crioival. Ham!
El doctor. que tampoco lo estaba el abuelo de su padre?
El criminal. Cáspita!
El doctor. el abuelo de usteg, sin ir más lejos? Vamos: no le pido gran cosa. Dígame sissplemente que su tío estabz loco; vada més que se to. tito. Su tía. ARÍ ¿A que estaba loca su tía. El criuizal. No puedo decirle usted eso. Soy un tipo a quien de chico encontraron en la cello y jariás ke conocido a mis padres. El doctor. Triunfente. Cartcoles! Hé ahí algo quelo arregla todo. Un muctecko excontradol No me atrevería a esperar semejante resn.
tado. Pobre hombre! Su padre de usted fué loco, y, probablemente, también lo fué su abuelo. Al juez. Ni siguiera me sorpreudería que ex e la familia de este desdictado bnbiera habido locos ya. en los tiempos. de DIARIO DE. COSTA RICA e lan cruzadas. Alirminal. Votos mio emigul ds precio que senga tunmigo, Nosotros le curntmon, Vers ga Kl oriminal. Ja cárcel?
XH1 dioctor. No hombrel la cárcel nol j¡A mi córal Vivirá en uva habitación que da a un gran fordin. Se le cuidará inuy bien.
Ki criminal. No me guillotina.
rán?
Hl doctor. Reprendiéndolo sua vemeñte. Quiere unted hincerme el favor de ño uicterse en la caber semejantes idess? Lo digo que estará allí como cu su casa, El criminal. dan de comer?
El doctor. Doue comidas por día.
Por la mañana huevos paesades por agua y uon costilla. Por la noche, un plalo de carne y otro de legumbres. Un dedo de vino y un vaso de AUR.
E) criminal. Si en así. vayal ¡oi creo que estoy loco! Viva el ¡doctor!
Bl, doctor. Enjugándose nna 14.
grima. Pobre muchacho!
El joex. Es maravilloso! Ya que usted está aquí, ul querido doctor, debo consultarle respecto a olroesunto, Figúrese que ucaban de detener al cajero de uzs gran casa de comerelo, el cual cajero huyó hace algunos mesca a Bruselas, Nevábdose consigo la caja. Hl hecho es tanto más curioso cuanto que husta ese momento unes había habido que reprocharle nads. Era un empleado modelo, muy exacto; y luego, un buen día. El doctor. Souriendo. Eso le sorprende porque usted uo es médico. Sabe tsted lo que es ese cajero?
Bl doctor. Encogiéndose de hombros. Infel. Ab. Con que rapidez se dice hoy dde un hombre que se Veva la esja: ses un cajero infel! o. Bl juez. Un cajero infel, proba»
blemente.
El juez. qué es entonces?
El doctor, Es, sejún todas las probabilidades, un indiyvidao ntecado de slocura cleptomaniaca. locura que consiste en substreer, sea objetos, sen valores, y en apropiárselos bajo el ima perio de una fuerza irresistible, ls cual tiene su origen em noe circon»
wolución cerebral que está situada a cuatro centímetros y medio del hueso frontal.
El jnez. Entonees. cómo explicz usted esa foga a Bruselas?
El doctor. Es ura variedad de la locura cleptomeniaca: le «ocura clep»
tomariscz bruselenser, la más difícil de curar. Pero, en fin: runéstreme al hombre.
El juez. Que traigan al acusado!
El doctor. Enexos dias, mi amigo, buenes días. Qué tiempo ce en Broaseleo El cajero. Un tempo de pertos.
El doctor. Al juer. En efecto, el de Broseles. 41 csjero. qué hiso usted del dinero que tomó. En dónde lo colocó?
El cajero. Me lo gacté.
El doctor. Con amigos, quizá. Al juez. Escuche usted bien lo que va a contestar, Sí es reslmaste un rleptómaro, ne hb gustsrto 6) dívero con ambgus, El cajero, sin efecto, con compre Heron. El doctor al juez. Ha vista?
Otra cosa; esta clase de locos ca muy lusprevisora, Vamos a verlo. Al cajero. Por lo menos. peneó usted en poner de lado un poco de dinero pera hacerse cujdar?
Jl cajero. Sorprendido. Para hacerme cuidar? La verdad esque.
El doctor. No petssó en ella el desdichado! Felizmente, amigo tifo, ha caído usted en manos de la jusil cía y se de cuidará gratuitamente. Al juez. Me lo llevaré con ese otro y les asicuaré dos pabellones vecl nos. Estrechaudo la mano del coje»
ro. Se le curará, mi anúgo; pero otra vez, pouga un poco de dinero aparte, ALFREDO CAPus, Tarde de toros Vengo de Sevilla, Vengo borracho, de luz, de azahares, de despreocupa»
ción, de compechamía, AlÍ todo es gracioso y fino: todo es plateresco: toda la fachada del Ayuntamiezto, el garbo de las mujeres, el ingevlo de los hombres. Los cocheros tienen educación. Los Nazarenos y las Dolorossa visten mantos y túnicas bordadas cowo los toreros, Los muros del Alcázar parecen bechos con corteza de paranja. Aquella gente se embrisga con la conversación tanto como con el vino mauyzznilla, que es sol rabe preso en caña. La torre de Giralda es pinturera como usa buror moza, y da la sensao ción de que lleva mantilla de encaje, La portada del palacio de San Telmo tiene un barroquiswo idéntico al de muchas rejas y al de zo pocas bipérbolas. Todo es Inminoso: las azoteza y los ojos. Triana y el arte delos her.
manos Quintero. La Carmen que puede torcer la vida de un hombre tiene que ser sevillana, es decir, ardiente, voluble, femenina, frágil y terrible, El aire que agita lan casetes del Prado de San Sebastián, cusndo la fería, es aire de abanico, de febre, defalda, de suspiro; sire de jardín y de harem; sire irresistible de boca sedienta y de huerto regado. Vengo borrachín, loco perdido, tarmmba, y todo me importa vada y nada vale por todo. Ravíp2z AXGEL El Pavo Real Seguramente va u casarse hoy, Debió ser ayer, Entá listo el traje de gala. Solamente espera a sn pro»
metida, No ha venido, No puede tardar, Resplandeciente de gloria, se pasea con elalre de un príncipe indio y Hera encima las ricxo prendes hable reales. El mor aviva el brillo de sus colorez y sí penacho bremola como una lisa, La soviz ño llega todavía. Sube a. UA ID era in PAGINA Tk OMIFICAL Pcia info lago erase Gadea ray te cd y Pastor.
Tierno Pastor, como en panida fiesta, O ni suave otero que Ja tarde dera re la dulce paa, de eu emoción le presta y e con la zerpoña rústica que llora. q» Va divogande por la ames cuesta En en el prado geórgico ca que taora mA su rebaño nulride de floresta bajo la mansedumbre de la hora! e Aní es mi corezó0: no melsncólico zrgal, que toce su lrud bucólico desde el ensticño en nítidos barrancos. ANTONIO MONDRAGÓN GUERRERO Eran a la cima del techo y mira del lado del sol. Lanza au grito diabólico. León. Lcón! De este enodo llama a sa prometida, Nadie wiene, nadic responde, Las aves. domésticas ni siquiera alzau la cabeza. Bután abarridas de admirarlo, Vuelve a bajar al patio, tau seguro de su belleza que es incapaz de guardar rencor a nadie. Su matrimozio se efectuará maña.
me. sin saber en qué emplear el resto del día ne dirige ¡becia la escali nata. Sube por les gradas como por los escalones de un templo, con paso oficial. Se recoge su traje de cola, tan pesado que no puede desprender.
se de ¿L nna vez más repite la ceresmonía, Jones RESARD a vaca ¿Oís ese mugído lente y amorosó que está resoraado enla dehesa? Es la vaca de ubres henchidas que clarua por el orde o: el becerrito acude, se arrodilla debajo de su madre, chu: pa la teta con abinco, lema la leche cop csbezades furibundes, la deje en puato y se retrac. Mirad si es armóxico y provocativo el ruido de los doz recios chorros que salen del puño de la vaquera y se rompen en caliente espume en el zsiento del dormsjo!
La leche, vino ratural, es el verdadero principio dela vida: ex las veses, seugre; en los huesos, tuétamo; en los d: di quilo precioso; todo es la leche. el quero. yla carne del cebón. y la lana de la oveja? Productos que componen los bienes de fortnua de su dueño y son lo esencial de sus posesiozes, donde les fores y los arbustos estériles no son sino arte quives deslumbrentés.
JUAN MONTALVO ll Inefalle (Poema premisdo con la Gardenia de ós0 en los primeros Juezos Florales de Caracas. Has de venir en alas de la Aurora o en los bajeles de la Primavera?
No sé. Mi corazón, hora tras hora, te presiente y espera. fuerza de vivirte en pensamiento y amor, toda tu luz grde en mi vida; y tu másica llena mi aposento para dejarme el alma forecida de esa angustia inmortal, que es a la frente febril y atormentada de los bardos, vo diadema de rosas, complaciente, sino corona trágica de cardos, Caso de alucinante desvarío, arduo verso imposible: que, en el eterno afán de hacerte mío, he soñado mirar, siendo invisible. de qué alba de otoño eres celaje; de qué frase de amor no pronanciada, la inefebilidad de tu lenguaje hubo sn Jeda música encantada? favor del silencio, taciturno, tal un furtivo cazador de amores, bajo la paZ del estapor nocturno y en medio de low. campos soñadores, sentí volar tu Jírica ternura del seno de guitarras populares, como en una heliotrópica aventura hacia las margaritas estelares. Estás en donde quiera sos males el ensueño multiplica, con atracción fatal. No sé qué artere. y misteriosa mano te complica PATA IDOVEr en puestros Corazones, juvto con la tristeza y la esperanza, ba enjambre sonoro de canciones y el fel dolor de lo que no se alcanza, Ubicuo y trashumante, reproducen tua espectro peregrino la mirade del pálido «atorrante»
y el alma pintoresca del camino; y eutre angustias románticas y eternas límbico y melancólico persistes, en el agua en quietnd de las cisternas y en el silencio de los niños tristes.
Caso de ohsesionante desvarío, srduo verso impesible a que, en Ja eterna ambición de Hacerte mío, Tienes la anbelé. cautivar, siendo intaugible:no bay uba sola senda entre los huertos.
de ayer, sin el indicio de tus huellas: tá eres el gris de los paisajes muertos donde va el alma a suspirar por Ellas. Carmen, era en tus ojos aquel claro fulgor de cielos puros que anticipó tu corezón, avaro de piedades, a mis ductos futuros: cra, maligoa Esther, equel equién caber que siempre ta derdén me respondía; y ln queja más fotima y más suave en la ruego de amor, Leonor María!
Hoy, al morir del sol, desde los bancos áe la arboleda plácida y sonora. ví cuál marcaba de ca. El mer azul, la nave vioj; Su rastro de azucérias era tu florecer entre zafiros; el poniente engustióbase de penas; el alma, de recuerdos y suspiros: y én cada nota de color, del cielo, eras (maleánte enigma de los dioses)
y en el aletéar de algún pañuelo expresando el dolor de los adioses. h ¡Ok másica que rimas con el beso y la escala doliente del sollozo, el corazón del mundo vive obseso de tu divino gozo!
para el capricho hacer de tu morada y constante y falez epifavía en el orto y en la noche callada, Caso de altcinante desvarío, anhelo inalcanzable que, en el sfán pueril de hacerte mío, quiso el alma expresar, siendo jnefable: Isé corona de espinos a mi frente, y augústiame de modo que yaya el alma a tí, perpetuamente, lok estrella que te mires en el lodo. El poeta centa al yerno que muncs podrá expresar, universal geometría JUAN SANTARLLA Porque con el scariciar intenta, todas Jas iluriones que apacienta.
como un rebaño de corderos blancos.
io a inútil espera Vosotros los que esperáis con ansia la hora de una cite, los que contíla impacientes los golpes del reloj le.
jano, sin ver llegar a la mujer amun da; vosotros que: confundís los rumoses del viento con el leve ecrurido de la falda de seda, y sentís palpitar apresurado el corazón, primero de go20 y luego de rabia, al escuchar el eco distante de los pasos del tranS eunte nocturno, que ze acerca poco poco y al fin aparece tras la esquina y Cruza la calle, y sigue iodiferente su camino; voretros que babéis cel.
culado mil veces la distancia que media entre la casa: y el sitio en que la Aguardáis, y el tiempo que tardará, si ya ha salido o si ya a aslir, o si asín se está prendiendo el éltimo adorno Para pireceros más hermosa, vosotros que habéis Sentido las augustias, las sperauzas y las decepciones de esas crisis nerviosás, cuyas boras no pueden contarse como parte de la vida; vosotros sólo comprenderéia la febril excitación ex que vivo yO, que he pesado los días más felices de mi existercia eguerdando a nua mujer Que so Mega nues. Dónde me ha dedo ése cita amorosa. Nolos. Acaso en el cielo, en otra vida anterior a la qué sólo me lp ese confras recuerdo, Pero yo la he esperado y lz esperó uún, trémulo de emoción y de impaciencia. 1iJ mujeres pasan el lado mío; pesan unas, elfos y pálidar; otras, y ardi. aquelles Con us suspiro; éstas con tra carca»
jada alegre; y todas con promesas de ternura y melancolía infinitas, de Placeres y de pasión sia límites, Este su talle, aquellos aon ns ojos y aquel el eco de su yoz, semejante a una másica, Pero mi alme enamora: da, que esla que guarda de ella una remota memoria, se acerca a 5u el.
ma. y no la coroce!
Asi pasan los años y me encuentran.
y tie dejen sentado el borde del cewino de le yidz. Siempre esperando. Tal vez viejo y ála orilla del sepulcro veré con turbios ojos crazar aquella mujer tan deseada, pera movir como ke vivido. esperando y desesperando! GUSTAVO BECQUER.
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Pásiza para les Ens (1. 50 el volumen Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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