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En Vela

Estudiosos de la cosa política han dicho que la actual campaña electoral no arranca y que, al parecer, no va a arrancar. Prevalece, como dicen los expertos futboleros, la táctica fija y el juego concentrado en la media cancha, sin apertura por los costados y sin tiro a marco. Además, en la tabla de posiciones uno de los competidores supera largamente a sus rivales, sin que, por ello, sea esto certeza de triunfo, pero sí factor de carencia de emotividad.
La emotividad reinó hasta el triunfo de "los hijos de los caudillos", culminación de un pasado de enfrentamiento entre el calderonismo y el liberacionismo. La rutina llegó con el duelo Rodríguez-Corrales en la elección de 1998, cuando Corrales, siempre transparente, confesó que no había votado por José M.ª Figueres en 1994 y así le entregó el triunfo a Rodríguez. Siguió luego, más movida, la campaña política del 2002, cuando el PAC irrumpió con potencia y Rolando Araya se sumergió en el tercer lugar, vencido por Abel Pacheco hasta en los debates, para poner al PLN, agónico, al borde del precipicio. Sobrevino la elección del 2006, cuando Arias, dejando todos los pelos en el alambre, revivió al PLN y derrotó al PAC, cuyos líderes incurrieron en una pifia histórica: se concentraron en los centros urbanos y abandonaron Puntarenas, Limón y Guanacaste. En ninguna de estas justas imperó el fervor del pugilato histórico entre el PLN y el calderonismo.
Ahora, en medio de la crisis mundial, que el Gobierno ha sabido sortear, acosado el país por problemas de toda índole y en la liza electoral un partido consolidado, dos en pugna, otro emergente, algunos de mentirillas y otro con el dueño en los tribunales, resulta difícil que se enfervoricen las almas y cunda la emotividad. No es cierto, eso sí, sin embargo, en contra de lo que se ha dicho, que en esta campaña “no hay ideas”. Si se han seguido los debates (siempre tediosos) y se han leído las entrevistas y los reportajes de la prensa diaria y de El Financiero , han aflorado las ideas y las propuestas de solución. Ideas siempre ha habido en Costa Rica. Nuestro problema es la falta de ejecutividad y de unidad en lo esencial.
Tampoco falta el humor. Un candidato patriótico dijo antenoche en la UCR que ya no se habla de la “fiebre porcina”, una farsa y un gran negocio de las transnacionales. Es decir, nuestra ministra de Salud es un agente perverso y los muertos costarricenses y sus deudos, un grupo de comisionistas. Además, siguiendo esta lógica de la infamia, si Márquez no pudo jugar anteayer con el Barcelona no fue por esta fiebre, como se publicó, sino por una táctica de su entrenador.
Nada, sin embargo, supera la propaganda de los restos del PUSC: “F. me da seguridad”…

  • POR Julio Rodríguez / envela@nacion.com
  • Opinión
Calderonismo
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