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Si la educación es un bien esencial, detengámonos en una noticia y en una opinión de ayer en este periódico. Estas noticias y opiniones, aunadas a otras de igual corte y contenido en estos años sobre el sistema educativo, están ciertamente en la raíz de numerosos problemas de nuestro país y nos explican por qué, según una feliz expresión popular, "estamos enclochados".
Podría arrancar, a límine, con la terrible sentencia-verificación del informe Estado de la nación, que la llevo prendida en mis escasas neuronas y en mis entrañas: “Somos un pueblo alfabetizado, no educado”, o en el informe devastador de tres profesoras de la UCR sobre la pérdida de la capacidad de raciocinio en la enseñanza secundaria nacional, que nos persigue como un fantasma, pero no quiero reiterar lo dicho y resabido, aunque, por décadas, desdeñado por políticos, Gobiernos y universidades.
Ahí está la opinión, ayer, del Dr. Fernando Durán Ayanegui, exrector de la UCR, científico, escritor y otros lauros. En su columna Polígono, de La Nación, –“¡Ay mis fariseos!”– dice sobre la deserción: “Lo farisaico de los lamentos de ahora radica en que todos y todas fingen ignorar que, dado lo dispar y, por lo tanto, injusto de nuestro sistema educativo, la deserción resulta irrelevante”. “…salir graduado de undécimo año da lo mismo que irse a la calle antes de terminar el octavo, el noveno o el décimo. Mientras en Costa Rica exista un formidable abismo entre la enseñanza media de primera clase y la masiva enseñanza media de segunda y de tercera, el tema de la deserción mantendrá su radical irrelevancia”.
Y, ahora, la noticia, de ayer, en La Nación : la repetición en promedio en sexto grado fue del 2,2% entre 1990 y el 2004. Sin embargo, en séptimo (primer año de secundaria), en ese mismo período, repitió el 27,4% de los estudiantes. Además, la deserción en séptimo año es del 18% (la mayor en el sistema educativo) y, en sexto grado, apenas del 2,8%. Aquí, pues, no hay gato, sino un tigre encerrado. Causas: mala preparación en primaria, graduaciones a la ligera (el promedio de las notas de cuarto, quinto y sexto grados representan el 40% de la nota final), la vigilancia de las pruebas de sexto están a cargo de la propia escuela, condiciones económicas, cambios abruptos en secundaria y otras. Un engaño nacional.
Hagamos un coctel con las dos aplastantes conclusiones expuestas en el segundo párrafo de esta columna, con el fariseísmo denunciado por el Dr. Fernando Durán Ayanegui y con las pruebas y deser- ciones en sexto y en séptimo grados, y tendremos un coctel explosivo, que irriga el Estado, la política y nuestra sociedad.
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