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P La marcada influencia indígena se aprecia en el arte colonial latinoamericano. a El arte latinoamericano fue acuñado predominantemente por los europeos únicamente a principios de la época colonial. Los artistas del siglo XVI, en su mayoría españoles, italianos y flamencos, habían nacido y crecido en Europa y también ahí recibieron su educación.
En sus obras, el Nuevo Mundo se apreciaba de manera limitada porque estaban determinados por los conceptos sociales, religiosos, culturales y artísticos de sus tierras de origen.
Mas la influencia indígena cobra vigor ya en las siguientes generaciones. Los símbolos nativos se establecen paulatinamente como parte integral de la iconografía latinoamericana. Los artistas, que para entonces habían nacido en su mayoría en el Nuevo Mundo, en gran parte eran mestizos o indígenas puros. Alrededor de 1700 el arte colonial se había independizado a tal grado que se puede considerar como un estilo propio.
El resultado artístico de esta mezcla definitiva de dos culturas se denominó estilo mestizo o barroco latinoamericano. Se le puede encontrar en toda la parte sur del continente y presenta puntos culminantes en México, la altiplanicie andina y en algunas regiones brasileñas, como por ejemplo en Minas Gerais.
Las órdenes monásticas, portadoras de la cultura cristiana, adoptaron posturas diferentes en relación con el problema de intercalar elementos indígenas en el arte religioso. Mientras que los dominicos se distinguieron por su posición especialmente ortodoxa, los franciscanos mostraron cierta indecisión, o cuando menos no apoyaron activamente las expresiones interculturales.
Uno de los temas principales en el arte de la región andina lo constituyen los ángeles y los arcángeles. Los retablos de algunos altares parecen estar formados exclusivamente por angelillos y cabezas de ángeles. Sin embargo, la verdadera peculiaridad son los ángeles ataviados con magníficos vestidos hispánicos o en túnica romana y coraza que portan armas de fuego Los temas que hasta ahora se han mencionado se limitan primeramente a la pintura, pero no únicamente la temática señala claramente la diferencia con el arte europeo, también la composición y la técnica muestran una independencia regional.
La pintura del barroco europeo maneja todos los refinamientos de la perspectiva: la ilusión óptica espacial, la reducción extrema, la perspectiva desde un punto infeS bulto casi exclusivamente sobre madera; se prefirieron para ello las maderas duras, ante todo el cedro, que se trabaja con gubias o cinceles ahuecados. La excepción la forman las escasas esculturas de piedra de las fachadas.
La escultura se restringe al espacio sacral en donde se encuentran figuras de santos, vírgenes, representaciones de Cristo, de los apóstoles y de ángeles que siguen un naturalismo estricto durante el Renacimiento y el manierismo en forma idealizante; en el barroco, llegando en ocasiones a un realismo atrevido.
En la escultura en madera masiva es mínima la influencia indígena, exceptuando quizá, el recubrimiento: la decoración con filigrana de oro y plata sobre el color de las vestiduras evoca reminiscencias de las escuelas de pintura andinas.
Los artistas en Latinoamérica no muestran menos seguridad en sí mismos que sus colegas europeos: firman sus obras y, en ocasiones, se descubre un autorretrato en las escenas al margen de las pinturas religiosas. Algunos pintores y escultores tenían parentesco con caciques influyentes o pertenecían a la progenie del Inca.
En tal caso, orgullosamente añaden a sus nombre el título que les corresponde: por ejemplo, los pintores Juan Sapaca Inca, Diego Quispe Tito Inca y Antonio Sinchi Roca; el escultor Sebastián Acosta Tupac Inca, quien era hijo de un cacique poderoso, o el arquitecto Carlos Inca, descendiente directo del monarca incaico Huayna Capac.
Durante apogeo de la escuela de Cuzco un 70 por ciento de los artistas que pertenecían a ella eran de origen indígena. Sus obras encontraron gran acogida en toda Suramérica y se exportaron a Europa. Los pintores y escultores de los centros artísticos andinos supieron vincular los modelos europeos con elementos de la cultura autóctona y con ello desarrollaron un estilo independiente. fines del siglo XVIII el arte se orientó exclusivamente hacia Europa; el estilo académico del clasicismo penetró en las capitales latinoamericanas; en lo sucesivo, las obras de las escuelas andinas se considerarán folclóricas. La significativa época del arte colonial llega a su fin. C rior, los efectos lumínicos desacostumbrados, etc.
En cambio, en las obras que se encuentran bajo marcada influencia indígena se nota la falta de una perspectiva exacta, la renuncia a contrastes extremos de claroscuro, el que no se use la luz directa y el que no siempre se emplee correctamente el sombreado.
Estos factores provocan una impresión de arcaísmo y simplicidad en las pinturas y enfrentan al hiperrealismo barroco con composiciones idealizadas con tenues insinuaciones bizantinas o que se encuentran más bien dentro de la tradición del arte gótico.
La influencia indígena se presenta de manera más clara e impresionante en la escultura y el decorado arquitectónico, mostrándose ante todo en los relieves de cantera y estuco en las fachadas de los palacios e iglesias, así como en los retablos y coros. Los relieves fueron la forma predilecta de expresión artística de la época precolombina recuérdese la Puerta del Sol en Tiahuanaco, en la región del altiplano. El relieve motiva a los artistas autóctonos porque implica una continuación de sus tradiciones, al contrario de la pintura de caballete, desconocida durante la era prehispánica.
En las fachadas y altares podemos admirar motivos singulares, tales como papagayos, pavos americanos, monos, vizcachas, chinchillas, serpientes, peces (en ocasiones con rostro humano. felinos y figuras antropomorfas: músicos que portan instrumentos nativos, máscaras, el Sol y la Luna, sirenas e imágenes que simbolizan la fertilidad, de cuyas manos brotan diversas plantas y que se disimulan en una verdadera selva de flores y frutos.
La plástica mayor diseñada de manera realista se fundamenta en la influencia ibérica. Las esculturas de este tipo que provienen de la época prehispánica son, por lo general, arcaicas, muestran una reducción en cuanto a su estilo de elaboración y un evidente apego a las formas geométricas; el material preferido era la piedra.
Por el contrario, en la plástica menor son comunes las representaciones realistas, como se ve, por ejemplo, en los recipientes de cerámica figurativos de la época mochica y algunos trabajos elaborados en metales preciosos de la época incaica.
Los escultores españoles continuaron tallando obras en madera, mientras que en Italia los materiales contemporáneos eran el mármol y, ante todo, el bronce. La escultura en madera en España sigue dominando hasta entrado el siglo XVIII, como una prosecución de las obras medievales cuyos ejemplos sobresalientes se admiran en los museos de Valladolid y Barcelona.
Este hecho se reflejará en las colonias y pese a que los artistas indígenas crearon magníficas obras en piedra desde mucho antes de la llegada de los europeos, después labraron las esculturas de Bárbara Gretenkord Humboldt Internacional dignos LA REPUBLICA. Domingo 15 de enero de 1995 SECCION CULTURAL Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas de ministerio de Cultura y juventud. Cista Rica
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