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Mas de seis mil vehículos habían sido destruidos durante las protestas en Francia
Francia entró en la segunda semana de una verdadera rebelión que, como el huracán Katrina en Nueva Orleáns, exhibe ante el mundo, también en este caso, lo que pasa en la cocina, en los fondos de la casa, y que permanece casi siempre oculto a las miradas indiscretas de los curiosos.
En medio de sociedades de la opulencia, sale a flote, de repente, la pobreza y la frustración de los que no salen nunca en televisión, revelando la existencia de un descontento muy profundo y extendido, cuyas causas encuentran las mas diversas explicaciones.
NUEVO BÁRBAROS
Helena Roux, periodista francesa integrante del Comité de Solidaridad con Chiapas, que ha trabajado en Nicaragua, Alemania y Francia; atribuyó la situación a los que calificó como «los nuevos bárbaros.
«Los bárbaros son aquellos que promueven políticas colonialistas, saquean países y economías para luego tener la osadía de afirmar que la desgracia de los inmigrantes -sobrevivientes de tal devastación- es imputable solamente a los traficantes que lucran con ellos, o que la pobreza de los países del sur se debe principalmente a la corrupción de sus dirigentes», escribió la periodista francesa.
Roux revela una serie de medidas contra los inmigrantes aplicadas este año en Francia, y lo que llamo «plan limpieza», puesto en práctica desde que, en el verano, 54 de ellos murieron en incendios de sus precarias viviendas en barrios parisinos.
«Revivir el temor al ‘foráneo que viene a despojarnos de lo nuestro’ se revela un método eficaz, harto probado, en un periodo de crisis en que el desempleo asedia a un número creciente de europeos. Señalar al inmigrante como culpable sirve para desviar la atención de los verdaderos responsables de las políticas liberales que provocan recortes masivos de empleos y una sensible degradación de las condiciones de trabajo», señala.
MOTINES
La actual ola de violencia comenzó el pasado 27 de octubre en Clichy-sous-Bois, en los suburbios pobres del noreste de París, con la muerte de dos adolescentes que huían de la policía.
Se inició entonces una reacción violenta de grupos de jóvenes que, en las dos semanas siguientes, se extendieron a mas de 200 municipalidades por todo el país, desde la frontera norte y la costa del Atlántico, pasando por el centro de París, hasta localidades del sur, como Marsella, en el Mediterráneo.
Al cabo de dos semanas, una persona mas había fallecido como consecuencia de los disturbios y mas de seis mil vehículos habían sido destruidos, además de incalculables destrozos materiales en colegios, guarderías y comercios.
El gobierno decidió autorizar a las municipalidades a decretar el toque de queda, en un intento por controlar la ola de violencia. La primera noche de la aplicación de esa medida, el martes pasado, el gobierno se declaró satisfecho por los resultados. El número de coches quemados’ se redujo a 617, la mitad de la noche anterior, y las detenciones rondaron las 200, frente a las 330 de la madrugada precedente.
«ESCORIA»
El Primer Ministro francés, Dominique de Villepin, afirmó que «hacemos frente a individuos determinados, bandas estructuradas, criminalidad organizada, que no retrocede ante ningún medio para hacer reinar el desorden y la violencia».
«Es hora de que cese la violencia (…) Francia está herida. No se reconoce en estas calles y barrios devastados, en este estallido de odio y violencia que saquea y mata», afirmó Villepin.
Villepin dijo que el control insuficiente de la inmigración ilegal contribuye a los «desórdenes» sociales. El Estado, enfatizó, debe hacer mas para combatir la inmigración clandestina, fuente de «explotación y miseria», y expulsar a todos los indocumentados y aseguró que el Gobierno tomará «todas las medidas» necesarias: «La seguridad es la condición previa para todo». Por tanto, aseguró, «la vuelta al orden es la prioridad absoluta».
Su rival político, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, – un político vanidoso hasta lo absurdo, según la prensa europea- calificó a los alborotadores de «escoria», desatando una nueva polémica en torno a la interpretación de los hechos ya la forma de combatir la violencia.
MIEDO
«Europa tiene miedo», dio Lluis Foix, en el periódico catalán La Vanguardia. «Tiene miedo de su éxito, miedo de ser invadida por los más pobres, miedo de ser atacada por terroristas sin escrúpulos que se inmolan para matar a occidentales, miedo a verse más como consumidores que como ciudadanos, miedo al esfuerzo, demasiada comodidad general».
Pero, en la cocina europea, se esconde la otra cara de la realidad. «El desempleo de los jóvenes en Francia es superior al 20%, pero en los barrios donde se practican los disturbios el índice alcanza el 50% en algunos casos. Esos jóvenes que hoy vemos incendiando coches en París los tendremos en muchas ciudades europeas, las más prósperas pero también las que más diferencias sociales tienen, si desde el modelo social europeo no se vuelve a poner en marcha el ascensor», señaló Foix, refiriéndose a un mecanismo de ascenso social que las políticas neoliberales hicieron desaparecer del escenario europeo y mundial.
Y advierte: -La rabia de esos jóvenes no es la misma que exhibían los franceses jóvenes de hace casi cuarenta años, hijos de la burguesía, que querían cambiar el orden establecido. Muchos de aquellos jóvenes son los que hoy gobiernan Francia subidos a las instituciones del Estado. Aquella juventud tenía la vida y el futuro resueltos. Los de hoy no encuentran una salida del circuito de la pobreza, la soledad y la desesperación.
Para otros, el problema no es la inmigración, sino el fracaso de su integración en la sociedad europea. Francia tiene el porcentaje más alto de población extranjera de todos los países europeos, de más del 10% del total de su población. Pero hay que recordar que estos disturbios no provienen principalmente de inmigrantes, sino de una segunda generación, nacida en Francia pero que se siente igualmente excluida de los beneficios de una sociedad rica.
Propuestas
Para enfrentar la crisis, el gobierno ha ofrecido mano dura, para acabar con la rebelión, y un ambicioso plan de reformas para dar oportunidad a los jóvenes que no la han encontrado hasta ahora.
El primer ministro anunció que, para hacer frente al elevado desempleo, todos los jóvenes menores de 25 años de las 750 «zonas urbanas sensibles» de Francia, se les propondrá, en un plazo de tres meses, un contrato, prácticas o una formación.
Además, 20 mil contratos de acompañamiento al empleo, serán reservados a los barrios difíciles. Se crearán estímulos para que las empresas se instalen en 15 zonas francas urbanas adicionales y se desbloquearán 25% de medios adicionales para la renovación urbana.
En materia de educación, el gobierno anunció la creación de cinco mil puestos de asistentes pedagógicos desde enero para los 1.200 colegios de los barrios «sensibles». Se propondrá, además, un plan de formación profesional desde los 14 años (en lugar de los 16 actuales) para dar una nueva oportunidad a los que van «de fracaso en fracaso»escolar. Para los más dotados se triplicará, hasta llegar a cien mil, las becas por mérito.
Habrá que ver si la propuesta es suficiente y si no llega demasiado tarde. En todo caso, es evidente que las víctimas de la depredación de las riquezas de África han comenzado a pasar la factura a sus depredadores.
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