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Las preguntas malas

Hago para mí el título de una de las poesías de Jorge Debravo para ponérselo a este comentario, nada más que en plural…

Hago para mí el título de una de las poesías de Jorge Debravo para ponérselo a este comentario, nada más que en plural…
Me resultó refrescante ver en las noticias de la televisión, después de innumerables escenas de crímenes, asaltos, políticos recontracorruptos, la gripe porcina o humana, fútbol encapsulado en el tiempo, las obras y amores de nuestra raquítica farándula (por dicha), y toda una parafernalia de noticias deprimentes (propias de los estilos de nuestros noticiarios) la presentación, en esos mismos espacios noticiosos, de grupos de jóvenes de secundaria que con sus mentes y talentos y con la guía de sus profesores, diseñaron y construyeron una serie de inventos interesantes.
Motiva porque la noticia se da a la par de otras, donde son nuevamente jóvenes las y los protagonistas, pero esta vez de asaltos, drogas y otros males de nuestra sociedad. Motiva porque se vuelve a creer en nuestros talentos, en nuestras capacidades. Son aires saludables que arrastran la putrefacción de los escándalos políticos, de videos secretos que no deberían interesar ni ser noticia, de la violencia desatada, y nos presenta la otra cara de la sociedad y de nuestros y nuestras jóvenes, cara oculta por la ligereza de nuestros tiempos y por la desidia de nuestro sistema educativo y político. Estas personas jóvenes ganaron el pase para exponer sus inventos en el país del norte, que no es México, para poner en alto a nuestra juventud y quebrar el estigma que, como continuidad histórica, nos muestra como incapaces, como los nos deseados mestizos que una vez fueron declarados los malentretenidos de la colonia y que posteriormente fuimos invisibilizados porque se debía traer extranjeros gringos y europeos para desarrollar nuestras repúblicas. Demuestra, una vez más, que aquí también existen capacidades para la ciencia y para la tecnología criolla.
Sin embargo, fuera de toda la satisfacción sentida, luego de que ganaron en el susodicho país, me surgieron varias preguntas que luego pueden servir para una reflexión en torno al desarrollo de la ciencia y la tecnología en nuestros países, al tema de las patentes de innovaciones a nivel de la educación secundaria y superior y al tema de lo rural de nuestros países en torno a lo urbano del imperio:
¿Les será reconocido más allá del premio recibido, el esfuerzo de esos y esas jóvenes con sus interesantes proyectos?¿La suma de los premios debe interpretarse como representativa? Y de ser así ¿representativa de qué cosas o de qué percepciones?
¿Quién disfrutará el beneficio de la patente?
¿Los y las jóvenes ganadores y ganadoras tendrán derecho de patentar SUS inventos?
¿Cuándo alguno de esos inventos salga al mercado, sus creadores quedarán registrados en las listas oficiales de inventores?Si el invento llega a comercializarse, ¿recibirán ganancias sus verdaderos inventores?
¿Qué papel juega aquí el espíritu que motiva en el nivel mundial las leyes de derechos de autor, en estos días cuando el tema está tan de moda?
Realmente me siento feliz por esos y esas estudiantes que ponen a funcionar sus ingenios, sus capacidades, son un ejemplo para todas las personas de nuestro país.
Sin embargo, las anteriores incómodas preguntas me siguen rondando y se convirtieron en un tema de discusión en mi grupo de Realidad Nacional II.
Son preguntas que saltan siempre desde la utilizada periferia hacia los grandes centros de “producción científica y tecnológica”.

  • Giovanni Peraldo Huertas (Geólogo)
  • Opinión
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