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(I parte)
Hasta ahora hemos vivido en un país que no tiene experiencia en explotación minera, la minería es aislada y las comunidades mineras en el país no son turísticas, debido al poco atractivo que puede tener una zona de desolación. Pero es posible historizarnos con el caso de otros países para dimensionar los escenarios que nos esperan frente a intereses globalizantes, en este tipo de explotación de recursos naturales y humanos. Las tres formas de explotación capitalistas más grandes del planeta mundo son los hidrocarburos, el recurso humano con o sin tecnología y la minería.
Los costos humanos del modelo económico capitalista se nos tiraron a la cara, con la situación noticiada de los mineros de chile. La minería chilena ha cobrado la vida de 439 trabajadores en el último año, por accidentes propios de la minería. Mueren en accidentes más de 2000 mineros al año en América Latina, y vienen a ser importantes solo 33. Bueno, el alarido humano de un pueblo minero como Chile, puede estar diciendo “aquí alguien está cansado de tantas pérdidas humanas”.
Esa mina fue clausurada en el 2008 por la muerte y perdida de miembros físicos de otros obreros. Para los 33 mineros propagandizados, el patrón, Alejandro Bohn, dijo que no pagaría esos salarios. No contaban con zapatos de seguridad y sus guantes eran viejos. No contaban con seguro a la hora del accidente.
Los accidentes son riesgo inferior de la minería, a los de las enfermedades sociales que provoca. Problemas importantes por ser constantes, son la superpoblación, el hacinamiento, casas o chozas precarias, bajas o inexistentes condiciones sanitarias y la silicosis o exposición constante al polvo mineral.
15 millones de mineros en el mundo ganan un promedio de $1 diario; la ganancia de una empresa minera asciende a $180 millones anuales (Bolivia),o $250 (Perú). Salarios miserables, falta de seguridad laboral mínima y daños en la salud irreversibles por envenenamiento en la sangre y deformaciones por mercurio.
Pero, los daños sociales son verdaderamente irreparables: de los 15millones de obreros mineros, 4 millones son mujeres. En América Latina ellas son el 20% de la fuerza obrera. Sin salario, trabajan, para estimular las ganancias de sus esposos y con los desechos del metal.
Los niños sufren tuberculosis, sepultamientos, deformaciones físicas, nacimientos con anormalidad, y sin salario sus jornadas son entre 10 y 12 horas diarias, sin días libres.
Tienen accidentes por galerías mal construidas, humedad constante, falta de ventilación adecuada, equipo defectuoso porque es más barato, agotamiento de los obreros por sobreexplotación, exposición permanente al calor, ruido extremo y polvo, mala salud y normas de seguridad ignoradas.
Con la tragedia de Chile la empresa abandona la mina, se declara en quiebra. El gobierno convierte el clamor popular en espectáculo contra toda la legitimidad, crítica y reflexiva. Los instrumentos de dominación transnacional de masas nos dan un espectáculo emocional sin razón de fondo, sin otra lectura. Configuraron dictaduras de gestión gubernamental de opiniones sin retroalimentación histórica, social ni económica del fenómeno social de la minería. Y El proceso de participación popular se hizo simulacro.
“El verticalismo político y unidireccional oculta que están sirviendo una emoción pero que cuando se comience a discutir la nueva ley de la minería en Chile, esos mismos mineros ya no serán los grandes héroes valerosos, portadores de la hombría minera, sino que serán tirados como trapos y los estrujaran como limones”, declara Herman Letelier, el sindicalista de la zona.
Los mineros noticiados se sirven como explotación morbosa del almuerzo, pero deben historizarnos a nosotros por los actuales intereses de empresas como Infinito en Crucitas, que es la primera, pero no la última empresa a la cual tengamos que impedirle la entrada desde antes, porque el futuro de la minería en Costa Rica apenas comienza.
El gobierno chileno trato de ocultar la crítica situación obrera-minera propagandizando el apoyo a esas 33 víctimas; lo cierto es que las revueltas mineras en América Latina, están cobrando características de revolución proletaria, que pueden arrastrar a todo una zona geopolítica como es el caso de México, Perú o Bolivia. En Costa Rica la pasión de los ecologistas apenas dejó ver la punta del iceberg con Crucitas.
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