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Hernán Jiménez, joven director cinematográfico, estrenó su segundo largometraje la semana pasada, y afirma que aunque alrededor del filme se desarrolle un “circo mediático”, el contacto de la película con la gente “es lo único que importa”.
“El regreso” se estrenó en el Festival Internacional de Cine Latino de Nueva York a mediados de agosto, donde fue premiado como Mejor Largometraje Internacional y su director nominado a Mejor Director.
El filme se exhibió por primera vez el 25 de agosto ante la prensa costarricense. Posteriormente, entre el martes y el jueves pasado se dieron funciones a quienes ayudaron económicamente a la producción a través de la iniciativa Kickstarter (ver nota “Cine tico crece con apoyo colectivo”, edición del 2 al 8 de marzo, 2011) y, finalmente, el filme llegó a las salas de cine comercial el viernes 2 de setiembre.
Al día siguiente de haber presentado su filme ante los primeros grupos de “backers” (patrocinadores), el director conversó con UNIVERSIDAD acerca de este filme y la experiencia que como artista, le dejó esta producción.
¿Cómo fue la experiencia de hacer “crowd founding” (financiación en masa, realizado a través de la página kickstarter.com, donde se recogen fondos para diversos proyectos creativos)? ¿Qué sabor te deja producir “con” el público?
-La verdad, la respuesta habría sido diferente hasta ayer, pero después de verla con la gente y recibir ese tipo de retroalimentación, esa vibra que sentí anoche… No éramos muchos, pero que la gente que se haga presente, no sé, yo nunca había vivido una cosa igual. Hay un nivel de compenetración de la gente con el proyecto, con la idea, con la historia, incluso con el futuro de la película, que yo sí siento que se comparte de manera muy solidaria. La experiencia ha sido maravillosa y me ha hecho sobre todo comprometerme más con el proyecto.
El compartir la producción con la gente, ¿te presionó?
-Claro, pero es una presión sana. Me daba terror quedarle mal a la gente que confió en mí, en el proyecto. Y es que yo siempre he estado acostumbrado a trabajar de manera muy individual, con mucha libertad, sin darle cuentas a nadie y esta experiencia fue una aproximación a una rendición de cuentas.
De hecho me satisface, porque fue una experiencia de labor colectiva, pero sin todas las cosas que me asustan, como la gente que se acerca con meros intereses económicos o personales, sino que aquí lo que movió a la gente fueron las ganas de subirse al tren.
Tomando en cuenta el dinero con que contabas en un principio y el que aportó la gente ¿cómo salieron los números?
-El costo total ronda los $110.000, solo la post producción salió en más o menos $70.000 y el dinero que se recogió a través de Kickstarter y otras vías fue entre $55.000 y $60.000.
Evidentemente hay un déficit en la postproducción y en el precio total. Hay deudas, una gran inversión en publicidad, etc., pero lo más importante es que al número global hay que restarle todo el dinero que aportó la gente.
¿Cómo te sentiste al compartir con los backers tu película? ¿Qué reacciones recibiste?
-Para ser honesto, todas las reacciones del público o de la gente que apoyó han sido buenas. Claro (se ríe) esa es la gente que se queda para hablarte; la gente a la que no le gusta da media vuelta y se va. Por ahora la retroalimentación ha sido positiva, y espero que eso se refleje en la asistencia.
Ayer fue maravilloso, porque el proceso de edición es tan cargado y tan largo, que ver una culminación así de tangible como escuchar una risa colectiva o un silencio colectivo dentro de una sala llena de gente viendo tu trabajo… es sumamente satisfactorio, es una manera muy hermosa de llevar el barco a puerto.
En una de las funciones con los donadores, dijiste que lo importante no es el “circo mediático” que se crea alrededor de la película, sino el momento en que la gente tiene contacto con ella. Explicame un poco esa idea.
-Yo siento que la película es lo único que importa, lo único que contiene algo que puede llegar a tocar a un espectador. No mi discurso, no un rótulo en la calle, no un comercial. Eso es importante, necesario sobre todo, pero al final te das cuenta que son medios que utilizo para llevar gente al cine y tocarlos con otra cosa, con algo que verdaderamente me conmueve, que me importa y que contiene algo verdadero de mí.
Lo que hay alrededor es importante; para nadie es un secreto que yo activamente lo busco. Es una parte esencial del proceso; pero es importante mantener los pies sobre la tierra y yo como productor tengo que acordarme que por ahí no va la cosa, que ganar un premio en el exterior no cambia la película.
Todo eso que sucede alrededor pasa y la gente se olvida, pero la película queda.
¿En qué se diferencia, desde tu punto de vista, la producción de “El regreso” de tus trabajos anteriores?
-Creo que fue un proceso menos acomplejado que otros procesos creativos cinematográficos. Con todos sus defectos y virtudes se acerca más al tipo de cine que a mí me gustaría estar haciendo, al menos eso creo; por ahí cambio de opinión en unos meses, no sé. Pero creo que en eso se diferencia de los cortos y de “A ojos cerrados”. No estoy renegando de ninguna manera de trabajos pasados; creo que todo ha sido parte de esta búsqueda. Tampoco siento que haya llegado a ningún lado; sigo en el medio de esa búsqueda, pero sí tengo una dirección un poco más definida.
Si tuvieras que elegir tu parte favorita de hacer una película ¿con qué parte del proceso te quedás?
-Sin duda alguna con el montaje; con la edición, es un proceso tremendamente íntimo, muy pausado, donde yo voy marcando mi propio ritmo de trabajo, pues casi todo el trabajo está hecho.
Es como sentarse a armar un rompecabezas, armarlo, despedazarlo y volverlo a armar, reinterpretarlo. En ese proceso, uno se siente más cerca de la película. Es como hacer un viaje para reunir todos los ingredientes y ese es el momento de sentarse a esculpir, literalmente, a tocar la película con tus manos. Es el proceso que más me apasiona y que más disfruto.
En la entrevista que tuvimos hace un año (ver edición del 11 al 17 de agosto, 2010) me dijiste que tu primer largometraje era un ejercicio por entender lo que hacías, pero que no lo habías logrado. El trabajo en “El regreso”, ¿te ayudó a acercarte a la respuesta?
-Sí, pero sigo tremendamente lejos. Lo digo sinceramente, no es una pose ni una falsa modestia. Creo que, como en cualquier disciplina, ahondar en un concepto o una práctica te da un mejor entendimiento, y, sin embargo, sí es algo que te apasiona, despierta muchas más preguntas.
¿Cómo crees vos que retrata “El regreso” a Costa Rica?
-El retrato que se hace es evidentemente esculpido desde mis ojos, es el retrato de una Costa Rica tremendamente deteriorada, de un San José hostil, visualmente caótico. No es una Costa Rica que se añora, que se recuerda con nostalgia. Es una país donde hay un montón de personajes tratando de salir adelante día con día, pero es una Costa Rica que oprime; lo que pasa es que unos se dan cuenta y otros no.
¿Qué esperás que le quede a la gente después de ver la película?
-Me gustaría que estimulara al espectador a replantear su relación con esta ciudad, ya sea para bien o para mal, para mejorarla, no sé. Quisiera que de algún modo incomodara o replanteara la relación con este país y todo lo que eso significa para nosotros como costarricenses, porque es de dónde venimos, donde crecimos, donde están nuestros amigos, nuestra familia, todo. Para la mayoría de nosotros, todo está acá; entonces, que la película logre replantear una relación así para mí sería algo grandioso.
¿Cuáles son las virtudes y defectos de “El regreso”?
-Su principal virtud son los personajes. Creo que están bien dibujados, bien interpretados y que sus arcos narrativos funcionan.
El principal defecto es que siempre me hubiera gustado ir más allá (suspira). Me hubiera gustado ir más allá en el estudio social que intenta hacer de Costa Rica, en las relaciones familiares. Tal vez no es un defecto, pero después de verla terminada, pienso que me hubiera gustado cambiarle esto y aquello, profundizar más.
¿Cómo fue la experiencia con el elenco y el equipo de trabajo?
-Eso para mí siempre es prioridad. Es una prioridad fácil de sostener, lo de conseguir y mantener un grupo de gente con la que me siento muy a gusto. La experiencia fue maravillosa, no tengo otra manera de describirlo. La pasamos muy bien, se forjaron y robustecieron amistades duraderas.
¿Cómo fue el proceso de encontrar en Costa Rica gente talentosa, involucrada y comprometida con el proyecto? ¿Y cómo hacer que se note esa compenetración en el producto final?
-Lo de que se note creo que pasa solo y creo que el secreto viene por el otro lado: cómo encontrarlos. Yo tengo pilares ya existentes como Olga Madrigal, que ha sido colaboradora por varios años; pero la gente nueva la encontré buscando referencias por medio de personas en que confío y las primeras preguntas siempre son ¿es buena gente? y ¿cuánta pose cinematográfica carga en su día a día? Porque mientras más alejados estén del ambiente de set cinematográfico, donde la gente se grita, más posibilidades hay de que exista una actitud positiva de trabajo. A la mayoría de esta gente, la encontré así.
¿Y a Andre Boxwill (niño que interpreta a Inti en el filme)?
-Él es un caso particular, porque de todo el elenco fue el único que se encontró en un casting abierto. Vimos muchos niños y luego él entró al cuarto; sucedió una cosa muy extraña, como una química inmediata sin siquiera haberle hablado. Me conmovió su rostro, sus ojos; luego me bastó hablar con él cinco minutos y no me cupo la menor duda. Fue muy difícil dejar de grabar con él, porque él era como el alma de la producción, eso sigo creyendo hasta la fecha.
Como productor, guionista y como vos has dicho, porque la película tiene que ver con vos. ¿De dónde se siente Hernán Jiménez?
Uy… No tengo la menor idea; depende de donde esté. A veces estoy muy cómodo acá y me alegra, porque este es el país que me dio la oportunidad de vivir de lo que hago. Aquí nací, aquí crecí. Pero también a veces estoy en otras ciudades y me siento cómodo, como en un respiro necesario para mi vida emocional, que no sé. Creo que la respuesta es efímera y se me escapa de las manos.
Siendo una película costarricense, ¿crees que el filme tuvo la capacidad de ser entendida en su estreno en Nueva York como aquí?
-Sí, pero lo que se entiende es distinto; la gente le da una lectura diferente a lo que es estar lejos de tu país. Esas lecturas son importantes y consisten en una especie de validación del trabajo, porque a veces tengo miedo de que el trabajo sea tan local que no se entienda en el extranjero, pero ahora creo que eso no pasa. No recuerdo cuál escritor decía “desde lo local se llega a lo universal” (se refiere a León de Aranoa) y es eso, concentrarse en un microcosmos y que de repente se abra el universo entero.
Esa es la idea, no sé si la cumple; pero a partir de ahora, los festivales serán la prueba de fuego.
“El regreso” se exhibe actualmente en las salas de cines de Cinépolis en Terramall y Desamparados, CCM de San Pedro, Paseo de las Flores, Real Cariari y Mall Internacional Alajuela, en Nova Cinemas, Cinemark del Este y en Citicinemas, en Grecia.
El director afirma que espera que la película se mantenga en cartelera al menos seis semanas en varios cines. Posteriormente, desea llevarla a circuitos de cine comercial en otros países y a varios festivales internacionales importantes en los que ha sido seleccionada.
Las voces de los backers
UNIVERSIDAD entrevistó a algunas de las personas que aportaron dinero a la producción de “El regreso”, para conocer su opinión sobre el largometraje de Hernán Jiménez, tras haberlo visto.
Allan Fonseca, diseñador gráfico: Creo que la película, en la parte emotiva, es motivadora, porque juega con sentimientos que uno tiene y eso es agradable a nivel de guión. A nivel visual también es agradable, porque llevar el cotidiano a la pantalla no es fácil y lo logra. Verla como patrocinador le da relevancia, uno siente que es parte del proyecto.
Eunice Báez, productora audiovisual: El filme me gustó; me gustó que no fuera tan convencional. Aunque tengo observaciones a nivel de dirección de actores, creo que está muy bien lograda. Haber aportado en la producción y luego ver la película es algo que tal vez nunca tenga la oportunidad de repetir y que, sin ser ñoña ni nada, es muy inspirador.
José Navarro, productor audiovisual: Me parece que es un buen trabajo, pero siento que le hace falta un poco si se compara con el trabajo anterior del director, que fue hecho con menos dinero. Yo no veo un avance. Uno espera que con un proyecto diferente el director crezca, pero yo no lo sentí. La película es buena, pero no supera su trabajo anterior. Vale la pena ir a verla, porque se siente cercanía con las imágenes, con la historia incluso, pero creo que el director no se supera.
Laura Guido, politóloga: Para mí, fue muy emocionante saber que fui parte de algo tan grande, que tanta gente se unió por fe en este proyecto, en el talento de un joven director, por fe de que en Costa Rica se puede hacer buen cine y nos volvimos parte del proyecto. La peli me generó sensaciones muy variadas. Es como esa forma tan nuestra de reírnos hasta de lo peor de nosotros mismos, pero reconociendo que tenemos mil defectos, a veces aceptándolos de forma excesiva.
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