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El cofre del tesoro de los trabajadores al final del arcoíris

La esperanza de los trabajadores asalariados de recibir una compensación gratificante al final de la jornada laboral, mediante la jubilación, para hacer más grata su vejez o tercera edad, acorde con el estado físico y mental alcanzado; ese tesoro que supone una pensión digna por laborar tantos años, es cada vez más difícil de alcanzar: los políticos harán todo lo posible por eliminar o disminuir al máximo este derecho.

La esperanza de los trabajadores asalariados de recibir una compensación gratificante al final de la jornada laboral, mediante la jubilación, para hacer más grata su vejez o tercera edad, acorde con el estado físico y mental alcanzado; ese tesoro que supone una pensión digna por laborar tantos años, es cada vez más difícil de alcanzar: los políticos harán todo lo posible por eliminar o disminuir al máximo este derecho.
Recordemos que los orígenes de este y otros derechos nacieron con la creación de las beneméritas instituciones que tanto bienestar, progreso y desarrollo han dado a Costa Rica y sus habitantes. Instituciones como la Caja y el ICE, entre otras, nacieron con una autonomía que les daba la potestad de redistribuir riquezas entre la población en forma solidaria, extendiendo los beneficios económicos y humanísticos por todo el país.Desgraciadamente el egoísmo y la avaricia de millonarios y políticos, pusieron la mirada en los vastos recursos que manejaban esas entidades y se propusieron controlarlas insertando personal de sus partidos políticos, modificando las leyes y creando entidades que impidieran su desarrollo libre y autónomo. Después de controlar la administración de las instituciones, los políticos y la élite dominante de la economía nacional optaron por poner a la venta los recursos estatales, repartiéndolos y dejándolos en manos de unos pocos, a través de concesiones, leyes o nuevos organismos creados ad hoc. La población trabajadora comenzó a notar sus efectos cuando las pensiones más atractivas como la de Hacienda se vieron reducidas o eliminadas, y se aumentaron los años de trabajo que dan derecho a la pensión; así comenzó a disminuir el monto de las pensiones de los trabajadores.
Hará un par de años que los políticos decidieron rebajar los derechos de pensión de un 60% a un 40% aproximadamente, ley que ya comenzó a aplicarse y que se completará dentro de dos años, cuando los futuros pensionados reciban sus pensiones devaluadas: aquella olla de oro al final del arcoíris nunca más será la misma, los políticos seguirán vaciándola  cada vez que se les ocurra.
Entre 1940 e inicios de los años 50, líderes visionarios lograron crear las condiciones necesarias para beneficiar a la mayoría de costarricenses mediante reformas a las leyes en los ámbitos social, laboral, de salud, eléctrico, banca nacional, seguros y otros, y desde entonces el progreso fue creciendo entre las comunidades esparciendo sus frutos, como producto del esfuerzo y las luchas de nuestros padres y antepasados (la Guerra Civil de 1948 entre otros). No obstante, las medidas políticas impuestas a partir de la década de 1980 comenzaron a destruir las conquistas sociales de los trabajadores, sumiéndolos en una angustia e inseguridad crecientes, tras la mirada utópica y desorbitada de nuevas generaciones que tendrán que representar el papel de un pueblo “domesticado” y sin rumbo (como ocurre con Grecia, España, Portugal…).
Tengo la “buena suerte” de pensionarme en enero del 2013, situación que me permite marcar el límite de la gran estafa gubernamental contra los derechos económicos de los futuros jubilados, quienes contribuyeron con sus aportes económicos a mantener ese derecho. Durante décadas, los asalariados lograron reivindicar sus merecidas ollas completas al final del arcoíris; pero, aquellos que continúan en sus trabajos públicos o privados sentirán con mayor fuerza el peso de la crisis mundial, así como la crisis creada por los políticos demagogos contra los asalariados del mundo, con constantes amenazas de despido y movilidades laborales, con niveles de estrés cada vez más insoportables, con disminuciones aceleradas en las planillas de trabajadores, en sus horarios fijos y tiempos extra, y desde luego, ampliando la edad para tener el derecho a la pensión, derechos que de por sí, ya les fueron arrebatados. Ya habré de percibir desde otra óptica, los aguantes del asalariado y su precaria resistencia.

  • Edwin Fernández Gamboa (Filósofo)
  • Opinión
Civil WarSpain
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