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16 Gentes y Paisajes La República Jueves 20 de Mayo de 1993 Cuentos de camino. Lo apiás apiás vos o lo apeo yo?
Miguel Salguero ABIA TURNO EN LAS VUELTAS Arturo Ureña decidió ir.
Eran los tiempos del caballo, los ríos sin puente y las caminatas solitarias en las noches, mientras rondaban la mente mil historias de espantos y aparecidos.
Arturo vivía en Potrero Grande; y para ir a Las Vueltas tardaba largo rato en su viejo rocín, siempre y cuando el río, crecido por las lluvias, no decidiera engordarse demasiado para impedir el vado. Porque es bueno decir que el invierno estaba en su yule.
Tomador y Ave María Purísima bueno para la pelea era este Arturo Ureña. Lo dicen cuantos lo conocieron; lo afirma rotundamente Miguel Chacón. Pues sucede que desde temprano llegó Arturo al mentado turno y comenzó a beber como una esponja. Pasaron las horas y a las de la noche se armó el burumbún.
Me majaste, gran carajo! Andás buscando con quien pelear?
Sí, pero no veo hombres por aquí. Los de Potrero son todos unos flojos.
Floja será tu agüela. ver, salite a la calle y sacá y el cuchillo, porque hasta hoy te la prestó Dios.
Ay, de repente voy a salir corriendo. ver, gran hijuep. aquí está el tronco onde se rasca el tigre.
El broncón fue, como dicen en estos tiempos, de película. Relampaguearon los machetes y se sacaron astillas los hombres. Al poquito rato Antonio Mena caía con una herida en el brazo. Lo jodistes.
Salí juyendo porque si no te meten al tabo.
Arturo Ureña no se hizo aconsejar dos veces. Tomó a su caballo y desapareció por el trillo.
y 3 Había llovido mucho arriba, en la espalda de la cordillera de Talamanca. Un aguacero que lo mandaba Jesucristo.
Entre Potrero Grande y Las Vueltas, lo dijimos antes, el río malcriado, el berrinchoso Coto Brus. Cuando Arturo llegó a las orillas la semioscuridad no lo dejaba ver el tamaño de la creciente, pero la bestia la intuición animal, que nunca falta le indicó que no se podía cruzar al resistírsele a las espuelas. Que vaina! Será pasar la noche allí, en la troja.
Contigua al río, la finca de Chico Lazo, y en jurisdicción de Las Vueltas. Allí no habitaba nadie, pero había una troja un granero o troje, con techo de zacate que servía exclusivamente para las crecidas del río. Cuando se hartaba el Coto Brus de aguas, los Lazo o algunos viajeros trasnochadores dormían en la troje. Arturo decidió quedarse hasta el día siguiente.
Se recostó por allí y soltó la bestia. Para que se repelle bien ahora en la noche, de por sí el río la ataja.
Por ahí de las diez, Arturo estaba quedándose dormido. De repente oyó voces de hombres. Paró la oreja y se arrimó a una rendija. lo lejos se destacaban dos tizones, cuyas brazas rojas describían un semicirculo que indicaba el avance de las personas. De pronto se detuvieron a pocos pasos del rancho. Lo apiás vos o lo apeo yo? una voz varonil.
Mejor apialo vos, si te animás. Qué si me animo? Claro que me animo. Ahora vas a ver. Ah carajo pensó para sus adentros Arturo Ureñaestos dos vienen por mí a reclamarme la herida de Toño Mena. De repente son sus hermanos. Lo mejor es salir de dudas. Arturo pegó un grito retador: Eyyyyy qué es la cosa pendejos?
Los tizones volaron por el aire; y el piso firme del terreno pedregoso repitió y aumentó los trotes atropella agente preguntó, nervioso y a gritos: dos de los hombres del grupo, quienes se alejaron a toda. Pero quién diablos está allí aentro?
velocidad.
Idiay, soy yo se oyó una voz desde el interior de Arturo Ureña trató de nuevo de conciliar su sueño. Pe la troja. soy yo, Arturo Ureña.
ro no por largo rato, porque a eso de la medianoche otra ¿Y qué demonios estás haciendo allí, Arturo. vez le llegaron voces y se sobresaltó.
preguntó de nuevo el agente. Esos no se quedan con el clavo pensó Arturo. Idiay, muchacho, esperando a que bajen las aguas. con seguridad vienen a matoniarme entre un montón. del río.
Pero yo soy Ureña y de los Ureñas no se ha dicho nada. El agente hizo una pausa; miró por encima de las veTatica Dios me acompañe.
las a sus acompañantes y reinició el diálogo con Arturo.
Las voces se hicieron inteligibles y a la luz de dos lin. Pero, Arturito, usté no sabe con quien está allí aenternas, las candelas y varios focos eléctricos, Arturo tro?
ureña pudo distinguir al agente principal de policía de. Con quién voy a estar? replicó el otro idiay, Potrero Grande, quien comandaba el grupo. Nada, or con nadie, sólo yo estoy.
den de captura seguro. Pero cómo le llegó la noticia al. Adió. El agente parecía darle largas al asunto, agente con la gran cabeza de agua? Sería que se murió ¿Cómo que adió?
Antonio Mena y pasaron por otro lado a avisar.
Pues que allí hay otra persona.
Mientras Ureña divagaba, los del grupo llegaron has No sea tonto: aquí no hay nadie.
ta la cerca de la propiedad de Lazo. Don Meliciades, el Fíjese bien, en el tabanco el tabanco, una espeagente de policía, se detuvo y preguntó: cie de segundo piso en los ranchos No ve que acuanSeñores. quién es el valiente que entra a apialo? tá en la tarde traían a Pedro Beita que se murió y como Hubo un silencio sepulcral; de nuevo el agente hizo el río estaba crecido lo dejaron allí, en el tabanco. Toque la pregunta: y verá.
Bueno, idiay. quién se atreve a entrar a apialo? Ay María Santísima. No sea tan bruto; no puede ver. quién se mete. Yo me animo. dijo Vicente Camacho, un homPues sí, muchacho; y hace un rato vinieron Ezebrón a ver démen campo.
quías y Manuel a lleváselo, pero llegaron espantaditicos Ante la sin remedio, Arturo Ureñaque no había per porque dijeron que el muerto les había hablao. Ya ve, dido detalle desde su rendija gritó: ha estao durmiendo a la par de un muerto sin dase cuenEy. qué es lo que pasa?
ta. Arturo. Arturoo00oo.
El señor agente, el otro que se había ofrecido Chen Arturo Ureña, el famoso peleador de Potrero, no conte a entrar y todos los demás dieron un paso atrás. El testó. Se le había trabado la lengua.
ser.
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