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14 Mundo de Negocios. LA REPUBLICA. Miércoles de diciembre de 1987 TEMAS DE NUESTRA ÉPOCA Cuand Crisis de liderazgo en la economía mundial EMILIO ONTIVEROS uando el actual presidente de Estados Unidos, hace poco más de seis años, iniciaba su primer mandato, anunciaba públicamente que la economía de su país se enfrentaba a la más amplia crisis desde la gran depresión. El tratamiento vigorizador necesario sería drástico. Una terapia fundamentada esencialmente en la reducción de las cargas fiscales y en los correspondientes gastos públicos (a excepción de los programas militares. en la desregulación progresiva de la economía y en el control del crecimiento de la oferta monetaria.
Los efectos esperados deberian traducirse en incrementos sucesivos del ahorro, de la inversión, de la productividad y, en definitiva, en la recaudación impositiva. Al necesario equilibrio del presupuesto contribuiría el descenso del protagonismo público en la economia, a través del proceso liberalizador de ésta y de la reducción de los programas de gasto público. Un control estricto sobre la oferta monetaria garantizaría, por último, el necesario descenso de la tasa de inflación. Tal era, en líneas muy generales, el armazón preceptivo de lo que se dio en llamar reaganomics.
Las circunstancias por las cuales Estados Unidos asumió el liderazgo de la economía mundial han ido cambiando sustancialmente. Ahora se da la contradicción de que el emisor de la principal moneda de reserva sea también el mayor deudor del mundo y el generador de la mayor inestabilidad del sistema. Así, a pocos meses del retiro de Reagan se contemplan escenarios de incertidumbre y también de recesión, agravados por la fragilidad del mundo financiero.
Emilio Ontiveros, catedrático de Economía de la Empresa, es un profundo conocedor de la coyuntura norteamericana.
adcionalmente se producen antes de que esas variaciones en precios afecten a los volúmenes de comercio; el ajuste tardaría tanto más en producirse cuanto más volátil ha sido el tipo de cambio y más amplio y arraigado el déficit comercial.
Alternativamente, la prolongación de esos lags puede poner de manifiesto que la depreciación del dólar ha sido insuficiente; bien porque la dependencia estructural de la economía estadounidense de las importaciones de muchos prod tos es superior a la estimada, bien (o además) porque los exportadores extranjeros responden a esa depreciación del dólar con sacrificios en sus niveles de ingresos con el fin de mantener las cuotas de mercado.
La relativa estabilidad combiaria conseguida desde el pasado febrero y el aparente convencimiento oficial de que los tipos de cambio son hoy ampliamente consistentes con las realidades económicas no constituye, como estamos comprobando en estos días, garantía suficiente de que el dólar ha finalizado su etapa de descenso, y con ella su potencial desestabilizador dentro y fuera de CINCO AÑOS CRECIENDO Los resultados efectivos no han sido ren El mantenimiento de un crecimiento económico sostenido en EE UU en estos cinco últimos años ha sido paralelo a un progresivo deterioro del saldo por cuenta comercial de la balanza de pagos, derivado tanto de una amplia fase de sobrevaloración del dólar hasta febrero de 1985 сmo de la mayor intensidad de la demanda interna estadounidense frente a la de los mercados de sus exportaciones.
La política fiscal practicada, lejos de contribuir a la generación de ahorro, ha estimulado que ese pais viva literalmente por encima de sus posibilidades, recurriendo crecientemente al ahorro extranjero dispuesto a compensar el exceso de consumo de los americanos siempre que los tipos de interés sobre los activos financieros en dólares compensaran suficientemente los correspondientes a inversiones alternativas. El propio Tesoro estadounidense se constituiria en el principal prestatario de su país, estimulando en una primera fase, con la elevada relación rentabilidad riesgo de sus emisiones de bonos, la demanda de dólares y, en definitiva, su apreciación frente a las monedas de los principales inversores y socios comerciales.
La ya deteriorada competitividad de las exportaciones estadounidenses acusaria el impacto de esas presiones alcistas sobre el tipo de cambio del dólar, reflejándose elocuentemente mes tras mes en la fatídica cifra del déficit comercial.
El debilitamiento de ese superdólar, del que hablaba el presidente Reagan como simbolo de confianza en la fortaleza de la economía de su país, se presenta en septiembre de 1985 como única alternativa a las presiones proteccionistas, que inician su emergencia en el Congreso norteamericano ante un desequilibrio comercial que asciende al término del año a 148. 000 millones de dólares.
exactamente los previstos (en lo fundamental, la tasa de ahorro ha descendido y los déficit fiscal y comercial han aumentado sustancialmente. pero la economía estadounidense ha conseguido cumplir cinco años ininterrumpidos de crecimiento que, si exceptuamos el período expansivo de los sesenta, es el más largo desde la II Guerra Mundial; ello en un contexto de moderación de la inflación, importante descenso del desempleo y comportamiento alcista, igualmente con pocos precedentes, de su principal mercado bursátil. pocos meses del retiro definitivo del presidente Reagan, lejos de celebrarse tales récords de longevidad, se proyectan sobre esa economía escenarios cargados de incertidumbre, en no pocos casos asociados a una seria recesión, para algunos amplificada por la fragilidad financiera actual hasta configurar una depresión, de alcance similar a la desencadenada en este país hace ahora 58 años.
El denominador común de esos escenarios no es otro que el potencial desestabilizador de los desequilibrios comercial y presupuestario que hoy afronta esa economía, determinantes del status de principal deudor mundial alcanzado por este país y del consiguiente esceptiy cismo con que se contempla el mantenimiento de su liderazgo sobre la economía mundial y el papel dominante de su moneda en las relaciones financieras internacionales.
Las convulsiones que en esta semana ha registrado la Bolsa de Nueva York y su fluida transmisión al resto de los mercados de capitales son exponentes de esa falta de confianza en la Administración de ese país para controlar esos desequilibrios y de la vulnerabilidad que la economía mundial ofrece ante los mismos. Recordemos que el fin de semana previo a este lunes negro, el secretario del Tesoro, James Baker, había respondido amenazadoramente a las pretensiones de elevación de los tipos de interés por Alemania Occidental, admitiendo que EE UU estaría preparado para contemplar descensos adicionales del dólar. La reacción de Wall Street, sin embargo, anticipó lo contrario.
486, stro la CONFIANZA HIBERNADA Ja La Administración norteamericana 166. 000 millones de dólares, un dólar un 40 por debajo de su máximo valor de 1985, y fuertes tensiones especulativas en los mercados de cambios, los ministros de Finanzas del grupo de los siete (el grupo de los cinco más Italia y Canadá)
tratan de reforzar la linea de cooperación iniciada suscribiendo el denominado Acuerdo del Louvre, en el que se proclama la necesidad de cooperar estrechamente para mantener la estabilidad de los tipos de cambio alrededor de los niveles acuales. los precios de entonces para el dólar 153 yenes y 1, 82 marcos alemanes no iban a garantizar, sin embargo, la inflexión en la tendencia creciente del déficit comercial estadounidense.
La insuficiente sensibilidad del déficit comercial al descenso en el precio del dólar podría estar justificada, en el mejor de los casos, por meros retrasos con que tales variaciones en el tipo de cambio se traducen en alteraciones en los precios en moneda local y por los que EE UU. La virtualidad de las intervenciones concertadas de los bancos centrales en los mercados de cambios queda limitada en sus pretensiones compensadoras de la depreciación del dólar por la amplitud actual de los mercados de cambios y, en no menor medida, por el estímulo inflacionista que tales compras de dólares pueden generar sobre el país que las realiza.
Esas adquisiciones de dólares por los bancos centrales, única evidencia de ese espíritu de concertación, han sido estimadas en 90. 000 millones de dólares en los nueve primeros meses de este año; su reciclaje, a través de inversiones en activos financieros denominados en dólares, ha hecho que la financiación de los déficit por cuenta corriente de EE UU mantenga una dependencia excesiva de flujos oficiales, tanto mayor cuanto que el capital privado, desincentivado por el descenso a partir de mediado el pasado año en los tipos de interés a largo plazo, ha reducido gradualmente su adquisiun inte hiberna su confianza en la libre flotación de los tipos de cambio y propicia la firma del Acuerdo Plaza, el 22 de septiembre de ese año, mediante el cual el grupo de los cinco (EEUU, Japón, Alemania Occidental, Reino Unido y Francia) adquiere el compromiso de posibilitar la depreciación del dólar, fundamentalmente mediante la coordinación de intervenciones de sus bancos centrales en los mercados de cambios. En febrero de 1987, con el telón de fondo de un nuevo récord en el déficit comercial en EE UU, ses ida se de de ras nás Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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