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PERSPECTIVAS DESARROLLO ¿Turismo o qué? Mariana Lev, coordinadora de Perspectivas Conti Antes de la revolución, especialmente en la época de Batista, Cuba era conocida en el mundo como un sofisticado centro de diversión, donde se combinaban fastuosos hoteles, casinos y prostitutas que hacían las delicias de quienes casi regularmente se daban una escapadita a la isla, o tenían ahl su residencia.
Aparte de la oligarquía local, en su mayor parte este grupo de bon vivants estaba conformado por acaudalados norteamericanos y, suponemos que potentados de algunas naciones europeas también, quienes tenían en Cuba una especie de club privado para su esparcimiento Sin ánimo de hacer historia política, bien sabemos que la Cuba de Batista generó un profundo odio en las demás cases sociales y dio pie a la rebelión de Castro y muchos otros que esperaban un régimen democrático en el tempestuoso mar Caribe.
No fue así, pero ese no es el asunto que me preocupa ahora, sino que esta reflexión tiene como fin cuestionarnos cuál debe ser el enfoque que debe darse al desarrollo turistico de Costa Rica en esta década, donde la necesidad de atraer inversión extranjera puede cegarnos y salir demasiado cara finalmente.
Costa Rica es un país paradisíaco, enviadiable por reunir en un reducido espacio un sinnúmero de bellezas naturales que incluyen playas, volcanes, montañas, ríos, hermosas reservas naturales, etcétera (el resto de la propaganda le corresponde al ICT. Por razones de todos conocidas, el desarrollo turístico no ha sido muy rápido en nuestro país y esto ha representado que una de las principales fuentes de divisas que tenemos, no genere los recursos que podría brindar con una mayor agresividad en este sector.
Sin embargo, lenta pero consecuentemente, Costa Rica se abrió un nombre turístico en la última década y sobre todo en los años recientes, la atención de numerosos viajeros norteamericanos, europeos y también latinos se dentró en este pequeño refugio de paz y belleza natural, cobrando fuerza, entre otros, el llamado turismo ecológico, basado en el conocimiento de las áreas de conservación, bosgues tropicales y otras zonas de gran colorido.
También influyó notablemente el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz al ex presidente Arias, ya que muchos llegaron a ver cómo es este país tan anómalo dentro de la convulsa región que comparte geográficamente con vecinos en pie de guerra, al menos parte del tiempo.
Tanta fuerza ha ido cobrando la explotación del recurso turismo que en esta administración tenemos ya un ministro del ramo, en la figura del Ing. Luis Manuel Chacón, gran conocedor de esta materia.
Hasta aquí, parte del panorama.
Pero hay en todo esto una serie de dudas que empiezan a surgir, principalmente cuando vemos que, en menos de dos años, nuestra línea aérea de bandera nacional. los hoteles Cariari, Corobicí, Sheraton y varios en las mejores playas han sido comprados por inversionistas extranjeros, principalmente japoneses que pretenden desarrollar complejos turísticos de gran envergadura. Además, según informes recientes del ICT, la mayoría de nuestras playas son propiedad de extranjeros. Existe alguna planificación sobre cuánto del territorio nacional debe venderse en aras de atraer inversión foránea, o simplemente se aplaude cada iniciativa con el argumento de que traerá divisas y empleo a la región?
Me pregunto esto porque de continuar las cosas así, las clases media y baja del país tendrán cada vez menos acceso al esparcimiento cuando los precios de una habitación en los hoteles de playa, por ejemplo, no bajan de 60 en la temporada baja. un pueblo presionado por medidas económicas y sin ninguna posibilidad de esparcimiento familiar es una bomba de tiempo para cualquier gobierno, por más popular que haya resultado su elección.
Además, tal vez debería investigarse a fondo cuánto de las divisas aportadas por este boom del turismo de case alta, preferentemente extranjero, se quedará en el país y cuánto engrosará las arcas de varias transnacionales con las que los inversionistas costarricenses no pueden competir.
Siempre he pensado que el turismo es, definitivamente, una buena salida para el desarrollo nacional, pero sin perder de vista la identidad de este país.
El mundo está lleno de refugios turísticos con lujosos hoteles, casinos y otras cosas, que sobresalen en medio de la miseria generalizada de esos lugares, varios de ellos en el Caribe, siempre tan atractivo.
Durante muchos años no pudimos quitarnos la etiqueta de banana republic e incluso en varios filmes norteamericanos se aludía a Costa Rica como el refugio ideal para algún delincuente o estafador.
Hoy Golfito es un ejemplo de que las transnacionales buscan, en primer término y por encima de todo, su beneficio.
Sin dejarnos fascinar por la lluvia de dólares o yenes es hora de negociar con quienes quieran obtener buenas ganancias en nuestro territorio, anteponiendo la defensa de nuestros intereses, no los suyos.
DEPORTE El ejemplo de la Selección de Fútbol Rolando Ramirez Paniagua Presidente ejecutivo BCIE.
Ex ministro Gobernación y Policia.
Ex gerente Banco Nacional.
Ex subcontralor de la República.
Por circunstancias de trabajo, me correspondió estar en París y en Londres, en negociaciones financieras, cuando se jugaban los octavos de final de la Copa Mundial de Fútbol. Las responsabilidades aparejadas al cargo que represento no me permitieron ver allá el desarrollo de los encuentros. Sin embargo vivi, al margen de los créditos negociados, tres experiencias vivificantes. Todas ellas con un mismo común denominador: el magnifico desempeño de la selección de Costa Rica en el campeonato en Italia. La primera fue en Francia, cuando en un almuerzo oficial con altos personeros de un importante banco de ese país, surgió espontáneamente, al conocerse nuestra nacionalidad, el tema de la participación exitosa de Costa Rica en esa justa del balompié internacional. Desde luego, la oportunidad me cayó de perlas para hablar también de tantas otras cosas buenas que distinguen a nuestra patria.
Las otras dos lo fueron en Inglaterra. Una, al llegar a la Oficina de Migración en el aeropuerto internacional en Londres, donde el oficial que reviso mi pasaporte, se expresó en términos muy positivos sobre la selección costarricense. Muy pronto, la siguiente sorpresa me la brindó el taxista que me condujo del aeropuerto al hotel. Mientras comentábamos ambos sobre el clima de Londres, yo le hablé del sol de Costa Rica; y, ante eso, él, cambiando el tema, vertió conceptos elogiosos sobre el nivel de nuestro fútbol y la conducta de los seleccionados en la cancha. Yo, por supuesto, me senti orgulloso una vez más, de mi ser costarricense. Sin lugar a dudas, la Selección Nacional de Fútbol que participó en la Copa Mundial de Italia escribió sobre la gramila de los distintos estadios otra página de gloria para la historia costarricense.
El nombre de Costa Rica y los valores de su pueblo fueron enaltecidos ante los ojos del mundo. Por ello, la sensibilidad desbordante del noble pueblo costarricense se volcó unánimente en un sincero homenaje de afecto y admiración para todos y cada uno de los integrantes de la Selección Nacional, de su cuerpo técnico y dirigentes. Todos cumplieron en gran forma y Gabelo Conejo brillo magistralmente hasta el punto de haber sido calificado por la exigente prensa internacional como el mejor portero del campeonto mundial.
La participación del entrenador Bora Milutinovic resultó asimismo un gran acierto. Sus disposiciones tácticas, el desarrollo de la condición física de los jugadores y su motivación sicológica constituyeron un éxito indiscutible. Fue verdaderamente hermoso ver por televisión sobre las canchas italianas la representación tricolor con estructura de verdadero equipo, debidamente acoplado en todas sus líneas, con capacidad ofensiva y defensiva, según las disposiciones tácticas, y amplia demostración de habilidad técnica de sus jugadores.
El reconocimiento debe hacerse extensivo, en justicia, a los entrenadores anteriores y a los jugadores que fueron sustituidos.
Cada uno en su ubicación y dentro de sus posibilidades contribuyó a cimentar el triunfo. Ojalá que en este y otros campos del acontecer nacional, la experiencia se repita y se multiplique para el engrandecimiento del país. Las condiciones existen pero necesitamos perfeccionar la organización, depurar la disciplina y establecer objetivos cada vez más elevados.
Los valores de nuestro pueblo, el éxito del Plan de Paz y el Premio Nobel que le antecedió han colocado finalmente a Costa Rica en un lugar prominente ante la opinión pública mundial. Esto no sólo hizo posible el milagro de que ya no se confunda más el nombre de nuestra querida Costa Rica en el exterior, como con tanta frecuencia sucedía, sino que su nombre es hoy reconocido y respetado. Por su parte, la gesta extraordinaria de la Selección de Fútbol, a juzgar por las experiencias reseñadas y otras evidencias, nos permite asegurar, sin temor a equivocarnos, que la imagen internacional de Costa Rica ha sido acrecentada.
Gracias, muchachos!
DESARROLLO Pizarrón fascinante y desolador Arturo Uslar Pietri, de EFE.
Observar la curiosa manera como se forma y se propaga la opinión pública constituye un espectáculo fascinante y, no pocas veces, desolador. Desolador, por lo menos, para las pretensiones que todavía conserva el hombre de un ser animal racional y libre. Mucho más que en análisis racionales y examen realista de los hechos, la opinión parece basarse en impresiones fugaces, emociones, simplificaciones extremas y respuestas primarias y superficiales a ciertos planteamientos o hechos.
El arte moderno de la publicidad ha descubierto hace tiempo, con buen provecho económico, que los seres humanos responden mucho más fácilmente a lo emocional y simple que a lo racional y complejo. Buena parte de los artículos de consumo masivo se anuncian no por sus cualidades intrínsecas, sino por una subconsciente asociación creada entre ellos y ciertas nociones de prestigio, juventud y bienestar. No se demuestra por qué un jabón es bueno sino que se dice que lo usan las más famosas actrices de cine. Inconscientemente el que lo compra cree estar adquiriendo, por ese solo hecho, la belleza y la gracia de la actriz.
Los mecanismos de formación de la opinión pública son simples y, al mismo tiempo, poco racionales. Un rumor, el anuncio de un hecho incierto, un estado de ánimo emocional provocado por algunas circunstancias más o menos fortuitas, llegan a provocar reacciones, actitudes mentales y adhesiones o repulsas. Desde la extensión de los medios de comunicación masiva se ha dado repetidas veces, en ocasiones en una grandiosa escala trágica, el ejemplo de crear y maniobrar la opinion pública. Hitler logró movilizar, casi como a un automata, una de las naciones más cultas del mundo a base de una certera utilización de la publicidad y de los mecanismos de crear opinión.
En algunos casos, los mecanismos de opinión son transparentemente creados y dirigidos con fines comerciales a través de los medios de publicidad. En otras ocasiones el fenómeno se hace más oscuro y difícil de reducir a una sola causa. Ante ciertas situaciones, particularmente ingratas y desfavorables para la mayoría, el mecanismo mental simplificador trata de buscar y señalar una sola causa, con peligroso olvido de la complejidad y dificultad del problema de que debía tratarse.
Desde hace poco más de un año se ha vivido en Venezuela un proceso de creación, casi espontánea, de opinión pública que permitiría estudiar a fondo toda la irracionalidad que entra en estas situaciones.
El súbito descenso de los precios del petróleo y el peso de y una deuda externa desproporcionada e injustificable, plantearon al país la necesidad perentoria de rectificar a fondo y cambiar radicalmente las bases y los mecanismos sobre los cuales se había podido sustentar por años una situación económica y social artificial, que solo podría mantenerse por los aportes crecientes de fondos que el Estado podía hacer a base de la riqueza petrolera. El país estaba subsidiado por el Estado y el Estado estaba subsidiado por el precio internacional del petróleo. Toda la vida económica y social tenía por base el gasto público, todo llegó a estar subsidiado, directa o indirectamente, desde los precios hasta los salarios, toda la actividad económica llegó a depender en ung ado inmenso del flujo de dólares petroleros que el Estado distribuía.
Al cambiar la situación radicalmente, por la baja de los precios del petróleo, se hizo inaplazable la necesidad de realizar un inmenso, difícil y traumático proceso de reajustes y cambios para pasar, lo más pronto posible, de una vida económica y social artificial y subsidiada a otra real, sincera y soster. ible. Esto es lo que ha intentado el gobierno de turno con toda una serie de medidas cuyo único objeto era lograr, en plazo breve, invertir la situación y pasar de una economia subsidiada y artificial a otra real y competitiva en precios mundiales.
Los desajustes han sido inmensos, los efectos negativos en todos los que estaban protegidos, en una u otra forma, por los infinitos subsidios del Estado, catastróficos, la moneda nacional perdió casi el 90 por ciento de su poder adquisitivo, las reservas de divisas internacionales desaparecieron, los precios de consumo se dispararon, el desempleo aumentó y una sensación de malestar y angustia se extendió a toda la población.
El Gobierno no ha sabido cómo hacer comprensible la razón de sus medidas, no siempre justificadas y bien coordinadas, la gente, afectada por los efectos negativos, ha comprendido mal. Se buscan culpables y no causas del deterioro.
Por una curiosa reacción de simplificación irracional la atención general ha venido a concentrarse en un solo aspecto, que está lejos de ser el más importante del difícil problema: el precio de la gasolina.
En la necesidad de sincerar los precios a fin de eliminar los falsos precios subsidiados por el Estado, ninguno ha provocado una reacción más negativa y generalizada que el de la gasolina. Han subido, muchas veces de manera injustificada y meramente especulativa, los precios de alimentos, medicinas, vivienda, ha descendido el nivel de vida pero, ante todo ese panorama, acaso por su misma complejidad, la atención pública ha venido a concentrarse en un solo objeto: el precio de la gasolina. Contra el alza de todos los precios se protesta y reclama, en buena parte por falta de información y de métodos inteligentes de hacer más llevadera la transición inevitable, pero ante el precio de la gasolina la actitud es de frontal y total rechazo. Explicar que, actualmente, es una de las más baratas del mundo y que se está vendiendo con pérdida por debajo de su costo de producción, no tiene ningún efecto. La opinión pública, en todas sus formas de manifestación, medios de comunicación, partidos, sindicatos, asociaciones, ha reducido la esencia de su rechazo a ese solo precio entre todos los demás.
Podría casi pensarse que se trata de una hábil maniobra maquiavélica del Gobierno que se hubiera propuesto lograr que la opinión pública concentrara toda su preocupación en ese solo caso del precio de la gasolina, distrayéndola de todos los otros bastante más graves para, en el momento oportuno, anunciar que no habrá alza de ese producto y lograr de ese modo que toda la oposición quede casi sin objetivo determinado.
Es fascinante observar cómo todos los complejos problemas que se presentan a una nación llegan a reducirse al solo hecho de que suba o no el precio de la gasolina pero, al mismo tiempo, es desolador para los que todavía queremos creer en la capacidad de razón del ser humano.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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