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En seguida, sea cual fuera el valor de los elementos musicales de la escena greco romana, debemos avanzar que nunca habrían constituido una ópera en el sentido moderno de la palabra. Para convencerse de ello basta mencionar los componentes obligados de este pandemonium del lirismo contemporáneo. En primer lugar, el libreto adecuado: en seguida la modulación melódica, el trabajo del contrapunto, el recitado, la orquestración, el escenario que permita la reproducción de escenas que requieren acción y multiplicidad de movimientos, el atrezo. la utilería y la tramoya más complicados y por fin la concurrencia de todos los elementos científicos, sin exceptuar uno solo, que forman nuestro modo de ser actual. El teatro ha llegado ser por consiguiente, la espuma de la más fresca cultura y el fac simile de la civilización moderna en sus más lisonjeras manifestaciones. Muy poco de esto y aún eso en muy modesta escala poseyeron las dos poderosas naciones cuyo recuerdo se divisa apenas en el linde, en la aurora de nuestra vida social.
Los griegos conocieron el uso de la flauta, la lira. la cítara, la trompa y hasta 28 intrumentos de cuerda: pero nunca formaron con ellos cuerpos orquestrales homogéneos y aplicables acompañar una pieza extrictamente musical. La tragedia antigua tuvo coros muchas voces en unísono; Sófocles introdujo en la tragedia media los intrumentos acompañantes; y en la nueva llegó Eurípides formar escenas que distaban mucho de la ópera verdadera, por más que Aristófanes en Las Raras lo tachara de ser sobrado músico con detrimento del drama. Uuduo de Andrómeda logró hacerse popular. Esquilo empleó doce cantores. Sófocles Eurípides llegaron formar grupos corales de 25 y 50: las dionisiacas se acompañaban con una cítara y una flauta: Ferócrates y Platón el cómico fueron simultaneamente musicos y drámaticos y lasta el inismo Aristófanes aceptó en Las tres un coro de música imitatira: pero en todos estos specimens del lirismo teatral de la antigua Grecia faltan el recitado y el movimiento musical. indispensables para constituir ma ópera: son coros colocados en un lugar fijo, álo samo ciertos pasajes que se acercan al oratorio, pero que ni mil leguas alcanzan al verdadero drama musical.
Lo mismo puede decirse de los romanos. Terencio hracía componer música para acompañar algunos pasajes de sus comedias: pero el arte griego que, aún con toda su deficiencia era muy superior al romano, no llegó entronizarse de la gran ciudad sino el año 67 de J, cuando después de la toma de Corinto lo introdujo el cónsul Anisio para celebrar su trinfo sobre Iliria. Andando los años, Roma llegó a aceptar la pantomima musical, importada de Egipto el año 31. y poco después en vida de Augusto, por consiguiente en los albores de la era cristiana, Pilades de Cicilia y Batilo 472

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