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poco degeneraciones de carácter moral. Algo tartajoso para hablar, pero lee en cambio muy bien. Viste sencillamente y si no fuera porque en Madrid lo conocen todos, pasaría por las calles inadvertido, como cualquier ejemplar humano, de los que viven para comer. Actualmente es Director de la Biblioteca Nacional, puesto el más adecuado para él, dada su extraordinaria laboriosidad y el carácter de estudios que vive dedicado. Natural es también que los extranjeros de verdadera cultura que acuden a la Biblioteca, tengan en él el guía más seguro para cualquier investigación, para todo trabajo literario, histórico, para cualquier dato asunto de seria erudición de esos que sólo él sabe dar y que él es el único que entiende.
Un día en que yo daba la mesa él y Catalina, y cuando en París en Madrid estaba de moda el Quo Vadis, le pregunté qué opinaba sobre la obra del polaco. Hizo dos tres observaciones sobre el libro y terminó diciendo. Pero en su género, considero superior Los últimos dias de Ponpeya de Lord Lytton al Quo Vadis. estaba en lo justo. No es cierto?
Sabido es que José María de Pereda admira y quiere mucho D. Marce.
lino y que éste le paga en la misma moneda al otro montañés insigne. cuál es, mi señora, la obra que más le gusta Ud. de don Pepe?
le preguntó mi esposa, Peñas arriba.
Todavía recordamos y celebramos mi señora y yo la opinión que don Marcelino emitió sobre todas las obras de Pereda, opinión que, por lo graciosa y galante y que después pudimos confirmar, reprodujesa yo aquí, si no creyera pecar de indiscreto. este hombre, gloria de España y de su siglo, lleno de honores, ad mirado en el mundo por sus condiciones excelsas, es afable, atento y de trato llano, aunque no lo parezca primera vista. También es lo cierto que lo que dejo dicho de Marcelino, puedo decir de casi todos los españoles ilustres. No pasa con éstos lo que con los franceses. En París los hombres notables son menos accesibles, y hasta entre amigos, sobre todo los litera.
tos, hablan poco, de temor de que quien los oiga pueda robarles una palabra rara una frase nueva, EL CONDE DE CASA VALENCIA Preside la Academia ahora, debido que el Presidente titular, señor Conde de Cheste, está ya muy anciano y achacoso. El señor Conde de Casa Valencia tendrá ya unos sesenta años. Es muy expresivo en su conversación, muy simpático, concuñado de Cánovas, grande de España, Senador vitalicio y de nuchos nexos en palacio. Ha sido Embajador y Ministro Plenipotenciario y Ministro de Estado y autor de varios libros interesantes, como el titulado De la libertad politica en Inglaterra. Esta obra es un estudio completo y de lo que en el Reino Unido merece estudio y debe imitarse. Publicado antes que el libro de Demolins, tiene observaciones semejantes a las de este autor, respecto al carácter y dotes superiores de los ingleses. Cuando terminé la lectura de este libro, que me obsequio mi amigo el señor Conde, me formé una idea muy alta de las condiciones intelectuales y de observación atenta del señor Presidente de la Academia.
El Sr. Conde de Casa Valencia tiene, como otros muchos españoles, gran cariño por los hispano americanos, y en el Senado y en la Unión Ibero americana, trabaja por que se establezcan entre España y sus hijas, relaciones científicas, literarias y comerciales.
Un día en que abandonaba yo las tribunas del Cuerpo Diplomático en el Senado, porque no estaban los oradores en humor de polémica y prefería visitar los salones y la Biblioteca, di con el Sr. Conde, quien, con la amabilidad más exquisita, me llevó a los salones, me explicó los cuadros, me hizo la historia de la Biblioteca y me sirvió en todo de inteligente compañe556

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