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Sobre la Biología sus puntos de contacto con las otras ciencias Conferencia letda por su autor en el reto de la solemne inauguración de la Sociedad de Medicink arlos Dardano, el 11 del mes pasado en San Salvador. Continuación)
La embriología ha rasgado, repentinamente, el velo denso en que se envolvían los fenómenos de la reproducción, revelándonos, en sus más íntimos detalles, los secretos de la fecundación; y la maravillosa Teratología nos ha revelado, por medio de los experimentos interesantísimos de Fol y de Darest, la manera de producir artificialmente las monstruosidades del feto narcotizando momentáneamente, por medio de agentes físico químicos, el óvulo antes de la fecundación artificial, para lograr la penetración simultánea de dos más espermatosoides. Así, pues, la producción de un mons.
truo que hasta hace poco había sido considerada como un fenómeno en el cual no sólo se hacía intervenir la acción de la misteriosa fuerza vital, sino que hasta se invocaba la intervención de algo sobre natural, de una voluntad divina castigando alguna falta de los progenitores, o de un maleficio causado por poderes infernales; ha quedado reducida un experimento de laboratorio, sometido a la voluntad de un sabio.
La Histología nos hizo reconocer en la célula el órgano elemental común de las diferentes especies de tejidos, tanto animales como vegetales, y la Química nos ha inducido admitir el átomo como la forma elemental común de todos los cuerpos inorgánicos. La teoría celular de Schleiden y de Schwann en Biología, y la teoría atómica de Dalton en Química, vienen constituir entre esas dos ciencias el hermoso lazo que las une de un modo indisoluble y del cual pende el brillante faro que ha inundado entramas con la misma vivísima y penetrante luz del progreso. En la fisiología celular Kölliker nos demostró que tanto en el organismo del hombre como en el de los animales, la célula es el único factor actual expontáneamente productor de la vida, y en la pathologia celular, Wirchow nos probó que la verdadera causa de las enfermedades residía en las alteraciones imperceptibles de las células que constituyen nuestros tejidos. Por otro lado, el gran químico inglés Dalton nos enseñó que una de las propiedades más importantes de la materia depende de las afinidades de sus átomos; es decir, de cierta tendencia más o menos marcada que presentan sus elementos aislados unirse entre sí en diferentes proporciones de cantidad, para formar nuevas combi.
naciones químicas. Esta atracción recíproca afinidad electiva de los elementos se observa en todos los grados posibles desde la más completa indiferencia hasta la pasión más violenta, como dice Haeckel, y ha sido comparada por el gran poeta y profundo filósofo alemán Goethe, con la irresistible fuerza de atracción que opera el amor entre dos almas humanas.
Esta misma fuerza es, quizá, como añade el primer autor citado, la poderosa atracción inconsciente que en el acto de la fecun lación, ya sea animal o vegetal, provoca la fusión de las dos células elementales; ella es también la que hace que dos átomos de hidrógeno y un átomo de oxígeno se unan para formar una molécula de agua. así es como vemos, señores, confundirse en la Naturaleza el mundo orgánico y el mundo inorgánico, en virtud de la maravillosa, de la irresistible fuerza del amor universal!
Con sobrada razón dijo, pues, Cardan que no solamente viven las piedras, sino que también sufren enfermedades, envejecen y mueren. mi venerable maestro, el profesor Grasset, que es uno de los adversarios más ilustres de estas doctrinas, termina el segundo capitulo de su notable obra 684

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