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rea: El cantor EL PRIMO NOVELA DE COSTUMBRES NACIONALES POR GENARO CARDONA CAPITULO VIII artajea. Sólo el te al resto del único canto es ta en su entuVE ecialmente en e da muestras celebrar sesioprofesores de estudios pracHabía entrado Diciembre con sus alegríasLa cosecha de café era buena, y se notaba algo así como un júbilo general, después de algunos tiempos de escasez y de temores.
El comercio había hecho fuertes importaciones: los escaparates de las tiendas, ricamente surtidos, exhibían los sombreros, los encajes, las sederías y conſecciones de última moda, que atraían las miradas de los transeuntes.
Se hablaba ya de que las fiestas cívicas serían espléndidas, y el baile en el Teatro Nacional un verdadero acontecimiento.
Diciembre, el mes de las alegrías para este pueblo que se pasa el año encorvado sobre el arado, fecundando con el sudor de la frente el suelo generoso que corresponde con creces los nobles esfuerzos de sus hijos.
Diciembre trae con sus frescas brisas y sus mañanitas frías un general contento, nos trae algo así como el perfume de nuestra infancia. como el recuerdo de una juventud dichosa que llena nuestra alma con esas suavidades y esas bellezas que sólo dejan las dulzuras idas, las dulzuras muertas.
En este mes, hasta el humilde jornalero lleva su modesto albergue algunas ropas nuevas para su esposa y sus hijos: tudos gastan como animados de la general alegría, y parece que el dinero en ese tiempo costara menos trabajo ganarlo cuando vemos la facilidad con que se gasta.
Es el mes de las alegrías para los niños, ya en plenas vacaciones, como quien dice miel sobre hojnelas: la perspectiva de la Noche Buena, la de las fiestas con sus mascaradas y demás espectáculos, y sobre todo, la inmensa licha de estrenar un vestidito nuevo, y dejar los humildes guiñapos que han llevado todo el año la escuela, cien veces remendados por la buena madrecita que también goza con la llegada de Diciembre. Eila irá siempre con las mismas ropas viejas entre tanta alegría, pero ¿qué más quiere? sus hijos serán felices unos cuantos días. ahora que hasta los niños más pobres. los tristes olvidarlos tienen también su aguinaldo de Noche Buena. los granujillas. gracias a ese sentimiento de ternura infinita, casi maternal, que ha tomado forma, que se ha cristalizado en la bellísima y cristiana costumbre seguida por las Juntas de Educación de reunir en los templos donde aquéllos reciben el pan de la instrucción, los pobres deshere lados para hacerles allí el presente del cariño y del amor, ellos, los hombres, los soldados de mañana, los futuro: trabajadores que cantarán en los talleres y en nuestras montañas hoy vírgenes, al compás sonoro del hacha, el eterno himno de la fraternidad y solidaridad humanas. Qué cosa más hermosa, la escuela convertida en un hogar! Ah, bendito mil veces el árbol de Noche de Buena, que en medio de aquélla, es un bellísimo símbolo de amor y caridad! Bendita nuestra querida patria donde jamás se pierde en el vacío de la indiferencia la nota tiernísima que busca el acorde de la unión cuando se trata de llevar pan al hambriento, consuelo al afligido, protección al huérfano.
e Berlín, una vestigaciones, nal Zeitung. preciar el veros y oídos, y ente. semanas de horas, sa be tas por medio ca y al menor de que Hans ue empieza La casa de don Clemente sita en la avenida. es de fábrica moderna. Un zaguán de entrada; a la derecha, la sala, y la izquierda un aposento que ocupaba Matilde. Detrás de estas piezas, había otras dos; la una, el escritorio de don Clemente, y la otra, la de la izquierda, su dormitorio, donde Matilde había metido algunos chécheres que no quería co955

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